Dr. Sergio González

Advierten que matrimonio ha pasado a ser una unidad económica

El psicólogo social, antropólogo y académico de nuestra Casa de Estudios, explica que el hecho de que solo un 4,9% de parejas de menos de 30 años formalice el vínculo, se debe a que se percibe a sí mismo como un núcleo que debe solventarse sin contar con redes de apoyo familiar. Por eso, estima que los jóvenes prefieren esperar más, hasta estabilizarse económicamente. “Lo que hacen viviendo y trabajando en casa de sus padres, es ahorrar dinero para después comprarse una vivienda y formar familia”, explica.
“Hay una individuación muy importante, en que las personas dan prioridad a sus proyectos de vida, dentro de los cuales está el proyecto de pareja”

Según datos de la Encuesta Casen 2015, solo un 4,9% de la población entre 15 y 29 años se encuentra casado, lo que representa una disminución de 22,5 puntos porcentuales en comparación a las cifras de 1990, donde un 27,4% de las personas que correspondían a este segmento etario sí formalizaba el vínculo.


Para el psicólogo social, antropólogo y académico de la Universidad de Santiago de Chile, Dr. Sergio González, esta baja responde a un cambio en la forma de concebir el grupo familiar, donde “el núcleo ha pasado a ser una unidad económica que busca mayor eficiencia”.


A su juicio, esto se debe a mayores grados de individualismo dado que el país ha alcanzado estándares demográficos equiparables a países de la OCDE, donde se ha transitado desde la concepción de ‘familia extensa’, que comprende abuelos, tíos, etcétera, a la ‘familia nuclear’, donde el grupo se acota solo a los parentescos directos, como el padre, la madre y los hijos.


“Hay una individuación muy importante, en que las personas dan prioridad a sus proyectos de vida, dentro de los cuales está el proyecto de pareja”, afirma. “Eso responde a una lógica de eficiencia económica, en el sentido de que los recursos se utilizan mejor, pero más egoístamente. Es decir, ya no está esa solidaridad familiar que había con los que podrían haber caído en desgracia o haber quedado marginados dentro de las posibilidades de vivir solos o ser autovalentes”, afirma.


Por eso, señala que para que un joven se sienta en condiciones de casarse, primero debe estar seguro de su estabilidad económica individual, ante la falta de redes de apoyo que siente, lo que se ve aún más retrasado producto de que los puestos para este segmento son pocos y los salarios son peores en comparación a quienes ya están insertos desde hace años en el campo del trabajo.


“Lo que hacen los jóvenes viviendo y trabajando en la casa de sus padres, insertos en trabajos que pueden ser precarios o temporales, sobre todo en los sectores medios, es ahorrar dinero para después comprarse un hogar”, explica.


Finalmente, agrega que este retraso también tiene que ver con que “ya no existe esa premura de generaciones anteriores, de que para tener vida privada, afectiva y sexual, era necesario hacerlo fuera de la casa de los padres”, ya que comienzan su vida sexual mucho antes, al interior del mismo hogar donde nacieron, concluye.

Autor: 
Cristóbal Miranda Ríos