Facultad de Química y Biología

Científicos crean descontaminante de aguas de bajo costo que aprovecha la luz solar

El proyecto liderado por el Dr. Diego Venegas-Yazigi (en la fotografía), de la Facultad de Química y Biología e integrante del Centro para el Desarrollo de la Nanociencia y la Nanotecnología (CEDENNA), mejoró la eficiencia de un material que tiene como base óxido de titanio, optimizado para remover residuos orgánicos en aguas de riego mediante la utilización de la luz solar. La iniciativa se enmarcó en un proyecto CORFO que fue acompañado por la empresa H2Cuenca, consultora con vasta experiencia en ingeniería y recursos hídricos, vinculada a la Comisión Nacional de Riego.
“(a los regantes) no les sirve, tener mucha información en libros, sino que necesitan descontaminar sus aguas por todo lo que significa aumentar la producción, tener nuevos cultivos, cumplir con las normas de los tratados internacionales (…) entonces hay una cuestión muy importante de esta relación con una universidad”, José Lagos, representante legal de la consultora H2Cuenca

Una feliz relación entre el costo y la eficiencia de partículas de óxido de titanio mejoradas para funcionar con la luz del día fue el resultado del proyecto CORFO desarrollado por los investigadores Diego Venegas-Yazigi, de la Facultad de Química y Biología de la Universidad de Santiago de Chile e integrante del Centro para el Desarrollo de la Nanociencia y la Nanotecnología, CEDENNA; Marlén Gutiérrez, de la misma casa de estudios superiores; y Verónica Paredes, de la Universidad Andrés Bello y también integrante del CEDENNA.


El proyecto buscó optimizar la eficiencia de un descontaminante para aguas con base en óxido de titanio, tomando como referencia un producto conocido en el mercado, con el desafío de mantener bajos los costos de producción.

Los científicos idearon una forma para funcionalizar el óxido con partículas de pequeñas dimensiones y así acelerar su reacción a luz solar (fotocatálisis). Sin embargo, la posterior eliminación de esos desechos resultó compleja, ya que las partículas de menor tamaño suelen quedar dispersas, dificultando su recuperación. Por eso, para los investigadores fue determinante encontrar la medida ideal de las partículas, de manera que decantaran en el fondo, facilitando su posterior retiro y manteniendo el bajo costo con alta eficiencia.


Una solución para el país


La iniciativa se enmarcó en un proyecto CORFO que fue acompañado por la empresa H2Cuenca, una consultora con vasta experiencia en ingeniería y recursos hídricos, vinculada a la Comisión Nacional de Riego. José Lagos, representante legal de la consultora, sostuvo que la importancia científica de este proyecto podría tener impacto a nivel nacional, “(a los regantes) no les sirve, tener mucha información en libros, sino que necesitan descontaminar sus aguas por todo lo que significa aumentar la producción, tener nuevos cultivos, cumplir con las normas de los tratados internacionales (…) entonces hay una cuestión muy importante de esta relación con una universidad”, puntualizó.


El ingeniero civil explica que este tipo de desarrollos genera mucho interés. La consultora H2Cuenca atiende requerimientos en asuntos hídricos de distintas regiones del país, por lo que conoce la amplitud del problema, ya que mientras algunos valles del norte concentran contaminación mineral por causas naturales y escasez de agua, en el sur el inconveniente es el uso de pesticidas.


“Nos sentimos bastante satisfechos, porque los resultados se cumplieron”, señaló el representante de la empresa explicando que para los agricultores y regantes la relación entre la eficiencia y el costo debe converger en un producto barato que funcione en grandes volúmenes. “El gran desafío es llevar esto al campo, estación experimental. Esto es primer avance y hay que planificar el resto”, acotó.


El salto a la ciencia aplicada


Esta experiencia es el primer desarrollo junto a una empresa para el Dr. Venegas-Yazigi y, al igual que las doctoras Gutiérrez y Paredes, asegura que hay una capital ganado en experiencia. “La parte científica fue espectacular”, señaló el académico de la Facultad de Química y Biología, explicando que luego de años haciendo ciencia básica, dar el paso a la ciencia aplicada, con publicaciones, resultados de tesis, estudiantes entusiasmados y apoyo de las empresas es “una de las mayores alegrías” de su vocación, agregó.


Acerca de la relación con el sector privado, la investigadora Marlén Gutiérrez, cuyos trabajos anteriores han tendido al área aplicada, explica que lo diferente de trabajar con una empresa es lograr una buena relación y comunicación. “La mezcla de lo que se hace en un laboratorio y lo que se hace en una empresa es lo enriquecedor del proyecto”, sostiene y acota que lo aprendido incentivó al grupo para continuar este camino.


La Dra. Verónica Paredes, integrante del Centro para el Desarrollo de la Nanociencia y la Nanotecnología, coincide en que uno de los principales capitales adquiridos fue el lenguaje con el sector productivo, pero sin duda, destaca el valor de una ciencia con sentido. “Es importante saber que con la investigación estás aportando a soluciones país. Satisface porque enseñas y formas gente, y ese conocimiento va asociado con desafíos intelectuales y solución a problemas”, finalizó.

Autor: 
Sandra Gómez Soto