Premio Nacional reitera valor de la educación en pro de una sociedad más justa y solidaria

  • En conferencia ofrecida en nuestra Universidad hace algunos días, el Premio Nacional de Ciencias de la Educación 2015, Iván Núñez Prieto, enfatizó que sigue compartiendo “la utopía” de una educación que contribuya a “edificar una sociedad más justa y solidaria, independiente de las dificultades de que se trata de una tarea para muchos años y que, a lo mejor, ha habido errores para visualizar las complejidades de su materialización”.  El reconocido investigador y profesor de Estado de Historia, Geografía y Educación Cívica, abordó el tema "Dos momentos en la formación de maestros en  Chile: 1928 y 1974. Ecos  en el presente".

 




El Premio Nacional de Educación 2015, Iván Núñez, realizó el pasado miércoles la conferencia "Dos momentos en la formación de maestros en  Chile: 1928 y 1974. Ecos en el presente", en el  Auditorio “Armando Quezada” de nuestro Plantel, organizada por la Facultad de Humanidades y el Departamento de Educación en el marco del Día del Profesor.

El académico fue presentado por el vicedecano de docencia de la Facultad de Humanidades, doctor Jorge Rueda. Al final de su exposición además intervino el director del Departamento de Educación, doctor Saúl Contreras.

Rueda rescató la educación como motor del crecimiento humano y una mejor convivencia, en medio de la sociedad individualista y excluyente de la actualidad, así como el papel educativo de la universidad, a través de la Escuela de Artes y Oficios, el Instituto Técnico Pedagógico y la Universidad Técnica del Estado (UTE).

Contreras, en tanto, destacó la importancia de la visita de Núñez en un momento crítico para la educación chilena, así como los aportes de la universidad en formación pedagógica, uno de los ejes claves en su desarrollo.

Desarrollo irregular

Núñez, en tanto, partió comentando que el desarrollo de la educación chilena no ha sido progresivo y lineal, sino que ha vivido avances y retrocesos a lo largo de su historia.

En específico, analizó en su charla en extenso dos momentos importantes en la historia de la formación de profesores: los cierres de las escuelas normales, donde se educaba a los futuros maestros, por motivos diferentes en 1928, durante la dictadura de Carlos Ibáñez del Campo (1927-1931), y 1974, bajo el régimen del general Augusto Pinochet.

Recordó que la educación normalista nació en 1842, creada por el argentino Domingo Faustino Sarmiento, bajo el gobierno oligárquico conservador de Manuel Bulnes, que sin embargo supo reconocer la importancia de la formación para la población (entre otros fundó la Universidad de Chile). La primera escuela normal se ubicó en inmediaciones de la calle Matucana.

En aquella época los maestros no sólo se educaban de manera gratuita, sino que además se les financiaba un internado y alimentación, aunque separados por sexo. A cambio debían trabajar durante siete años en escuelas públicas, aunque también se dio que muchos no cumplieron con este compromiso y se dedicaron a otros oficios y profesiones.

Primera rebelión

Relató que posteriormente el boom salitrero permitió financiar la llegada de una misión de educadores alemanes a comienzos del siglo XX. De forma simultánea se desarrolló un combativo gremio de maestros, que criticaba la formación docente, entre otros por “autoritaria”. Núñez recordó que una de sus debilidades era la formación pedagógica.

En 1928 había 15 escuelas normales. Ante la presión de los maestros agrupados en la Asociación General de Profesores (AGP) por “una reforma integral de la educación chilena”, incluidas las escuelas normales, Ibáñez decide cerrarlas –incluido el Instituto Pedagógico de la U. de Chile- y nombrar a sus principales líderes en el Ministerio de Educación, “para que hicieran la reforma” que pedían.

Aunque dicha situación duró poco tiempo, puesto que el gobierno finalmente decidió nombrar una “comisión de expertos” para solucionar los problemas, varias de las exigencias del sindicato fueron recogidas posteriormente. Entre otros, el mínimo exigido para ingresar pasó de cuatro a seis años de primaria.

Los años sesenta

Durante los años siguientes, las escuelas normales se fueron ampliando en número, aunque sufrieron algunas modificaciones, especialmente en los años 60, durante la reforma educativa de Eduardo Frei (1964-1970), cuando se exigió al menos la secundaria aprobada para ingresar a la escuela normal. Por razones financieras, se acabó el régimen de internado, aunque alcanzó a haber uno mixto en Chillán. Además se creó una escuela normal vespertina.

Tras el golpe militar, al considerar las escuelas normales “un foco de la subversión”, siendo ya una veintena entre públicas y privadas (de la Iglesia Católica), el gobierno del general Pinochet las cerró.

La dictadura consagró que a partir de entonces la formación de maestros debía ser en la enseñanza universitaria, una medida que, más allá de su controvertido origen, Núñez –que sufrió detención y tortura en 1976- considera establece “un marco institucional común, con bases lo más similares posibles”.

Concluyó diciendo que personalmente sigue compartiendo “la utopía” de una educación contribuya a “edificar una sociedad más justa y solidaria, independiente de las dificultades de que ésta es una tarea para muchos años y que a lo mejor ha habido errores para visualizar las complejidades de su materialización”.

“La historia algo nos deja y conviene echarle una mirada en medio del fragor de lo cotidiano”, finalizó.