Sociedad
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Violencia online contra mujeres constituyentes aumenta 12% en solo un mes, según informe “Mujeres y Política en Twitter”
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Karin Baeza: Ley contra acoso sexual, violencia y discriminación de género en Educación Superior “da un impulso para mejorar en prevención y reparación”
Karin Baeza: Ley contra acoso sexual, violencia y discriminación de género en Educación Superior “da un impulso para mejorar en prevención y reparación”
Karin Baeza, directora de la Dirección de Género, Diversidad y Equidad Usach, señaló respecto a la aprobación y despacho por parte del Senado del proyecto que sanciona el acoso sexual, la violencia y discriminación de género en el ámbito de la Educación Superior, que “esta ley nos da un impulso para mejorar en prevención y reparación a través de una política integral”.
En diálogo con Sin Tacos Ni Corbata recordó que “estamos súper agradecidas, y con una tremenda responsabilidad encima. Tenemos trabajo adelantado, pero al mismo tiempo muchas deudas pendientes”.
Baeza recordó los primeros pasos en la Universidad de Santiago, la creación de un protocolo mediante el cual “en 2018 se impuso que este principio de igualdad de género y no discriminación se hiciera carne”, por lo que el llamado tras esta aprobación en el Congreso es a “perfeccionar nuestras herramientas”.
Destacó el camino del Estatuto Orgánico de la Usach con un componente paritario y el Plan Estratégico Institucional que por primera vez tiene eje de igualdad de género e inclusión, que ahora “van a tener que dialogar con este otro paraguas normativo grande que impulsa cosas que teníamos en mente, pero que todavía no estaban planificadas”.
Escucha sus comentarios en el siguiente podcast de Radio Usach:
Académicos Dr. Pedro Palominos y Juan Barrientos: La viralización del teletrabajo
Académicos Dr. Pedro Palominos y Juan Barrientos: La viralización del teletrabajo
El avance del teletrabajo como modalidad laboral es innegable. Una situación que era prevista como cercana producto de los avances de la digitalización, la masificación en el acceso a la banda ancha, el crecimiento de las ciudades y la creciente demanda por servicios online, se ha hecho presente con la velocidad y viralización que el mismo COVID nos ha dejado.
Y es que no estábamos tan preparados en la práctica para afrontar este inevitable desafío de esta nueva revolución industrial, y como suele ocurrirnos, esperábamos que el paso de los años fuera mejorando la situación, al estilo del dicho popular que “en el camino se arregla la carga”, aludiendo a que poco a poco las organizaciones irían entrando en esta nueva realidad y con ello se irían ajustando en su forma de gestionar.
Sin embargo, no es una sorpresa para nadie que la pandemia del COVID-19 ha traído innumerables consecuencias en nuestros modos de vida. El uso de las mascarillas, la permanente limpieza de las manos y el tan poco humano distanciamiento social son conductas que permanecerán por mucho tiempo, pero también la forma en que desarrollamos y desarrollaremos nuestros trabajos se verá modificada.
Hemos descubierto que muchas de las labores que a diario hacían los y las trabajadoras de manera presencial eran posibles de realizar de manera remota, manteniendo e incluso mejorando los niveles de productividad. Ya reflexionábamos hace algunos años cómo era que nos trasladábamos grandes periodos de tiempo al día cruzando las ciudades de punta a punta para llegar a una oficina (o cubículo) en donde encendíamos un computador con Internet, para operar datos desde una base remota, preparando informes con documentos de la nube para finalmente enviarlos a otra persona mediante un correo electrónico o bien dejarlos nuevamente en la nube.
Es decir, el trabajo es remoto desde hace mucho tiempo, pero la pandemia nos puso de frente con la necesidad de hacerlo desde nuestras casas, o lo que es lo mismo, con la no necesidad de ir físicamente a las oficinas.
Desde luego, no todos los trabajos permiten esta modalidad, pues hay algunos que aun requieren de la presencia física de forma imprescindible, y decimos ‘aun’ pues no cabe duda que, más rápido que lento, todas esas funciones serán también automatizadas.
Pero esta acelerada implementación del teletrabajo nos está poniendo de frente con otra realidad propia de la naturaleza del trabajo pero que no estaba suficientemente relevada. El trabajo no es solo una actividad remunerada, ni un medio de conseguir recursos para la vida, sino que el trabajo es también parte de la vida psicológica de las personas y por ende aporta una estructura que no es fácil de suplir cuando esta pasa de un momento a otro a realizarse en el hogar.
El trabajo permite a las personas la socialización, el desarrollo de sus potencialidades grupales, el espacio de desconexión de la vida doméstica y también nos da la posibilidad de distraernos en un ambiente diferente al habitual. Es de este modo que los principales dolores que han aparecido con el teletrabajo tienen que ver con la forma en que se ha implementado esta nueva y acelerada manera de realizar la vida laboral.
Las principales quejas de los trabajadores tienen que ver con el poco apoyo por parte de sus empleadores de dotar de equipamiento necesario, tales como equipos, conectividad, escritorios, sillas, etcétera, y más bien el teletrabajo se ha realizado con el mismo equipamiento, mobiliario y condiciones que las personas ya tenían en sus hogares previo a la pandemia.
También hay quejas relacionadas a que no se han realizado los necesarios acuerdos de desconexión que naturalmente deben haber puesto que la mezcla de las tareas domésticas con las laborales se vuelve tóxica, estresante y nada compatible.
Sin duda no es lo mismo trabajar dentro que fuera de la casa, aunque el trabajo propiamente tal sea el mismo. Se debe avanzar muchísimo en materias de fiscalización pues esta realidad no se irá con la pandemia, sino que permanecerá como la nueva manera de trabajar.
Pero así como la fiscalización debe ser realizada, también es necesaria la formación de una nueva competencia laboral relacionada con la capacidad de separar lo doméstico de lo laboral, de autodisciplina y de una permanente auto-observación en cuanto a cómo nuestro trabajo afecta nuestra vida hogareña y viceversa ya que al estar ambas esferas psicológicas en el mismo espacio físico, la confusión y contaminación cruzada es altamente tentadora.
Todo ha sido muy vertiginoso y no es extraño que la estructura administrativo burocrática de la fiscalización estatal de las condiciones laborales y la concientización de la nueva manera de entender el trabajo no vayan a la misma velocidad que el COVID, pero sin duda el éxito de las organizaciones, los trabajadores y trabajadoras de aquí en más dependerá de lo rápido que sean para adaptarse a esta irrenunciable realidad.
Especialistas Usach explican señales que indican trastorno depresivo mayor debido a la pandemia
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Universidad de Santiago colabora en proyecto que busca declarar zona típica el barrio Las Rejas de Estación Central
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Elisa Loncon, académica FAHU: La violencia mal entendida para seguir explotando el Wallmapu
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El gobierno en el Wallmapu persigue a los mapuche, los encarcela y les califica de terroristas sin respetar la presunción de inocencia, hay personas que han pasado años encarceladas sin pruebas y sin haber cometido los delitos de que se les acusa. Por otro lado, rara vez los medios informan sobre los verdaderos actores de la violencia, cuánta presión social costó para que se hablara del montaje de la muerte del Lamgen Camilo Catrillanca. El APRA, el Comando Trizano a menudo amenazan a los mapuche y vociferan estar armados, pero no se les investiga; tampoco se ha desbaratado ni se investigan las bandas del comercio ilegal de la madera. Los carabineros por ejercer en la zona reciben bono adicional a sus sueldos, por cuanto le es rentable mantener el conflicto más que solucionarlo, mientras mantienen la zona militarizada. Los ciudadanos poco sabemos del costo que tiene la militarización en armas, gases, vigilancia y demás, cuántas otras empresas se benefician del conflicto.
Pero la violencia estatal es todavía más profunda contra los mapuche si consideramos la pobreza, la imposición lingüística cultural de la cultura y lengua dominante y si a esta le sumamos la violencia contra el ecosistema que afecta la vida y la medicina de los mapuche.
Hemos escuchado a comunidades a orilla del río Cautín en Labranza que han sido acorraladas por las inmobiliarias y particulares para construir villas; la familias han sido presionadas por arriendos de sus tierra por 99 años, quedando sus espacios comunitarios el medio de la zona urbanas; y como si fuera poco, su cultura ha sido denostada por los pobladores urbanos que ni siquiera han permitido la construcción una ruka pedagógica en la escuela por considerarla primitiva.
En la península de Likanray se presionan a las comunidades mapuche para convertir la península en el lugar para los desechos del pueblo inundando sus espacios sagrados; aunque no lo han conseguido persiste el interés institucional estatal de llevar a cabo el proyecto y la gente se mantiene alerta para impedirlo; sienten que no hay protección de sus derechos y están a la expensa se las avaricias de las empresas y los políticos. La península es parte de su entorno cultural y turístico del cual viven y alimentan a sus familias.
Por otro lado, en Malleco, Arauco y demás el monocultivo de pino y eucaliptus ha dañado profundamente los ecosistemas de las comunidades matando la biodiversidad, las tierras quedan secas, improductivas por la falta de agua y la acidificación; imposible practicar allí la economías de subsistencia con la que el pueblo mapuche ha sobrevivido; cuando no estaban las forestales la gente podía sembrar sus chacras, tener sus huertas, o recoger frutos silvestres en la montaña, avellanas, lleuque, coulle; murta, maqui. En la época de los hongos, recoger gargales, changle, legor y otros, importantes recursos alimenticios que aportan minerales y proteínas, pero hoy son cada vez más escasos. Las empresas madereras junto con dañar el ecosistema esta matando la fuente de sobrevivencia de los mapuche y esto forma parte de la violencia estructural que afecta a las comunidades.
El sistema educativo tampoco brinda opciones para atender la situación de los niños y jóvenes en los territorios. En Kurarewe un profesor sostenía que el sistema ha abandonado a los niños porque no les brinda programas pertinentes a sus necesidades y contextos, por ejemplo, no hay programas deportivos u otros destinados a cultivar una visión integral de si mismos, esta desatención conduce a que los jóvenes a temprana edad consuman alcohol perjudicando sus expectativas de vida. La escuela y su sistema curricular urbano no forma a los niños para valorar su entorno, no les enseña oficios necesarios para probar alternativas productivas como el turismo, el tallado de maderas con materiales reciclados del bosque, gastronomía local y otros.
Otro foco de violencia presente en el sistema y que afecta profundamente a los mapuche es el SENAME, los niños a quienes custodia la institución también son niños mapuche, ellos entre otra razones ingresan cuando su hogar no les ofrece las condiciones sanitarias urbanas como tener un baño dentro de la casa, u otras exigencias vinculada a formas de vida no pertinente con la vida mapuche, como estar al cuidado de los abuelos cuando la madre debe salir a trabajar para la crianza de sus propios hijos. Así los niños mapuche son dado en adopción.
Estas violencias no son investigadas informadas, no se conocen y siguen desarraigando a niños, familias, de su mundo cultural territorial o siguen desplazando los gen de la naturaleza, la fuerza y seres espirituales que conforman la biodiversidad.
Mientras caminamos por las montañas de Kurarewe o nos desplazamos a orillas del lago Kvyelwe o el río Xafkura es posible encontrar brisa suave, olor a tierra y río, la tranquilidad de la naturaleza que nos une al paisaje y a un estado infinito de belleza y gratitud por la vida y la tierra. Las familias mapuche se aferran a este espacio y tiempo y otras vuelven de la waria para recuperar las tierras, porque sin tierra y sin tierra sana no hay futuro para los mapuche.
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Fue una de las promesas de campaña, “poner a los niños primeros en la fila”. Es por eso que, tras su aprobación en el Senado, el Gobierno anunció la creación de un nuevo organismo que reemplaza al Servicio Nacional de Menores, y crea el Servicio de Protección de la Niñez.
En diálogo con Estación Central, el representante de la Fundación San Carlos de Maipo, institución que busca el desarrollo positivo de la infancia a través de la prevención y la evidencia, explicó que hay consenso general en la sociedad civil de generar controles más estrictos para los organismos colaboradores del Sename, que han evidenciado graves fallas y vulneraciones a los derechos de los niños, niñas y adolescentes, con niños muertos, abusados y víctimas de la negligencia del sistema institucional.
“Pero el veto presidencial decidió limitar esas inhabilidades, esos controles y segregaciones” agregó.
Marcelo Sánchez comentó además que la tramitación legislativa segrega los proyectos de ley en dos servicios, el de reinserción y el de protección especializada, pero éste último no quedó vinculado a la ley de sistema de garantía de derechos de la niñez y adolescencia, que es el marco para que la protección de los menores de edad esté asegurada.
Escuche sus declaraciones en el siguiente podcast de Radio Usach: