Un 13% ha disminuido la cobertura de nieve en la cordillera central de Chile desde 2000 a 2016, según un estudio internacional publicado recientemente por la revista Remote Sensing of Environment, que hizo un seguimiento tanto satelital como en terreno de las precipitaciones nivales en la zona.
Para el experto en cambio climático y académico de la Universidad de Santiago de Chile, Dr. Raúl Cordero, esto significa que la zona central contará, a futuro, con menos agua potable y también para riego en el plano agrícola. Según el Dr. Cordero, esto se explica porque el agua que consume la población de este sector del país depende en buena medida de la acumulación de nieve.
“La zona central, que vive bajo estrés hídrico, porque consume el 80% de los recursos disponibles en el año, aumentará su vulnerabilidad y la escasez futura de recursos hídricos, si se confirma la tendencia a la baja que señala el estudio. Por lo tanto, pasaría a ser una zona de escasez”, sostiene.
A juicio del investigador antártico, es muy difícil que esta situación pueda revertirse, debido a que las causas del fenómeno están relacionadas con el calentamiento global, que se traduce en un aumento de temperatura y la disminución de precipitaciones.
“Se van a necesitar recursos hídricos diferentes. Ya no podremos confiar en que el derretimiento de la nieve produzca los recursos que se necesitan. Tendremos que buscar otros, aumentando la cantidad de embalses que permitan acumular agua líquida”, considera. “Cuando desaparece la nieve, porque la temperatura es más alta por efecto del calentamiento global, no se acumula: se derrite, y esa agua se perdería a menos que hayan embalses”, explica.
Para el académico del Departamento de Física, también podría ser necesario desalinizar el agua de mar para ponerla a disposición del consumo humano. Sin embargo, anticipa que todas estas medidas están lejos de ser económicas y que el efecto inmediato será un encarecimiento de la vida en la zona central.
Finalmente, proyecta que las precipitaciones de mediados de siglo disminuyan entre un 15% y un 20% en la zona central. “Por lo tanto, los embalses debieran aumentar en una proporción similar a la disminución de las precipitaciones, a lo que hay que sumarle el porcentaje para compensar el aumento en la población en la zona central”, concluye.