La fría mañana (del martes 23) no fue impedimento para que un gran número de estudiantes de nuestra Universidad participara activamente en la celebración del Año Nuevo Mapuche o Wiñol Tripantu. El gélido día pasó a segundo plano, ante los sones ancestrales de los instrumentos del pueblo araucano, que fueron tomando vida. Así, al ritmo ceremonial de los tan característicos cultrún y trutuca, la académica del Departamento de Educación de nuestra Universidad, Elisa Loncon Antileo, quien encabezó las actividades, comenzó a rogar por un futuro mejor para la comunidad universitaria, en consonancia con un respeto irrestricto a la Tierra.
Ellos “son generosos y andan en búsqueda de un sentido distinto de la educación, que sea más abierta a los saberes de los pueblos”, reflexionó la académica sobre el entusiasmo de los jóvenes.
“Vamos a renovar energías, sacarlas; rogar por los estudiantes y encontrar la forma de estar más cerca de la naturaleza, protegiendo la Tierra”, exclamó la académica, abogando para que cada día haya más integración entre los representantes de los pueblos originarios presentes en nuestra Institución.
La celebración consideró tres paradas.
Se inició en el acceso principal a la Corporación (cerca del Planetario) y tuvo como objetivo expulsar a los malos espíritus, para descargar ese sector donde se producen expresiones de violencia, por la constante acción de Carabineros.
Allí, decenas de estudiantes se fueron incorporando a la danza, al ritmo del cultrún y la trutuca.
La siguiente estación fue un huerto realizado por estudiantes, en las inmediaciones del Departamento de Historia.
En el lugar, Elisa Loncon explicó que las semillas representan el nacimiento, por lo que es necesario rogar para que la tierra sea y permita que germine todo lo que sea plantado en ella,
La última detención se efectuó en el patio colindante a la Escuela de Educación. En torno a un canelo -el árbol sagrado para el pueblo mapuche- se realizó un nuevo culto, esta vez pidiendo porque el tiempo mejore, se acabe la contaminación y abra paso a la lluvia.
Alrededor de cincuenta personas presenciaron como la cultura mapuche muestra su veneración por el canelo. Maíz, trigo, harina tostada y mote son alguno de los alimentos que hoy nutren la tierra que cobija a tan atávico árbol en el patio del Departamento de Educación y que alberga los mejores deseos de prosperidad y respeto.
“Todo fue en base de granos. Se sirvió mote, trigo, harina tostada, muday y agua. El agua fue especial porque fue utilizada para pedir lluvia. Agradecemos a la Tierra por todo lo que ha dado, ofrendándole los granos recibidos”, afirm{o Elisa Loncón.
Añadió que se pide para que “haya un buen año, para que vaya bien la vida, que las metas que se trazan las personas se cumplan, y que haya buena convivencia en la comunidad” en consonancia con el cuidado de la Tierra.
Pasan la posta
Expresó la académica que desde el 2010 que se celebra el Wiñol Tripantu en la Universidad y que ella, como académica del Departamento de Educación, siempre se ha encargado de convocar a la comunidad. Pero, esta vez, quiso que los estudiantes tomaran gran parte del protagonismo, para incorporarlos a este sentir pleno de todo el valor cultural que tienen las tradiciones del pueblo Mapuche.
Tras ese objetivo, la ceremonia se realizó de manera conjunta con la Federación de Estudiantes (Feusach), considerando la entrega a un dirigente del tradicional wiño o madera con que se juega el palín, y un cultrún a una estudiante.
“Lo ideal es que en los próximos años sean los estudiantes quienes convoquen a la celebración, por eso se hizo un traspaso de elementos simbólicos de la cultura mapuche”, señaló Elisa Loncon.
Sobre la amplia convocatoria que tuvo la actividad, la académica se mostró agradecida, destacando que el grado de participación responde a que los jóvenes hoy desean una universidad más inclusiva, y eso comprende a las culturas originarias.
“Los chicos son generosos y andan en búsqueda de un sentido distinto de la educación; que sea más abierta e inclusiva, abriendo espacio a los pueblos originarios y sus expresiones. Así se estrechan lazos culturales sólidos, los que deben cultivarse para que no desaparezcan”, concluyó.