Campaña “Universidades chilenas sin violencia de género”:

Conversatorio masculinidades y violencia hacia las mujeres: un llamado a repensar las relaciones de género

El evento que se realizó en el marco de la conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, fue organizado por la Usach, la Universidad Metropolitana de Ciencia de la Educación y la Universidad de Magallanes. Contó con saludos de los rectores de los tres planteles y la intervención de destacados investigadores.
“Nuestro objetivo ha sido llegar a toda la comunidad universitaria, a los distintos estamentos; a hombres, mujeres y personas de la diversidad sexual para que cuenten con un espacio de conversación y reflexión conjunta, que visibilice sus preocupaciones y se adquieran herramientas y buenas prácticas para erradicar de manera colaborativa la discriminación y violencia de género”, explicó la directora de la Dirección de Género, Diversidad y Equidad, profesora Karin Baeza.

Desmasculinizar las universidades repensando las relaciones de género para cambiar actitudes y prácticas discriminatorias y violentas, y permear la institucionalidad a través de un trabajo sistemático de sensibilización, son dos de las grandes reflexiones del conversatorio “Masculinidades y violencia de género hacia las mujeres”, realizado en el marco de la campaña “Universidades chilenas sin violencia de género”, con el que se conmemoró el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, el 25 de noviembre.

En la actividad, organizada por las universidades de Santiago de Chile, Metropolitana de Ciencias de la Educación y de Magallanes, participaron el sociólogo e investigador del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD, Sebastián Madrid, y el médico forense y asesor de la Unidad de Igualdad de la Universidad de Granada, Miguel Lorente.

Al inicio, se desarrolló una aproximación conceptual del término masculinidad y su vinculación con la violencia de género hacia las mujeres. Tanto Madrid como Lorente coincidieron en que se trata de un concepto relacional que deriva de los estudios de género y feministas, que refiere a un ordenamiento de género que influye en las formas de relacionarse de las personas y también en las maneras de ejercer poder.

“Es una construcción identitaria necesaria para garantizar un orden establecido, que comprende la violencia hacia las mujeres como ‘normal’, normal para mantener ese orden, para que los hombres mantengan sus privilegios sobre las mujeres y las desigualdades de poder”, enfatizó Miguel Lorente.

Advirtió que esa masculinidad reproduce modelos androcéntricos que no admiten que se traspasen ciertos límites; la violencia hacia las mujeres sería una forma de ir restableciendo esos márgenes cuando se rompen, por ello, la violencia de género no son sólo maltratos sino un modelo cultural.

Para Sebastián Madrid, la masculinidad en tanto ordenamiento de género, impacta en las prácticas de hombres y de mujeres. “Se percibe como una forma de ser hombre en su conjunto, que violenta a las mujeres y también a otros hombres. Por eso la prevención en violencia de género hacia las mujeres tiene que hacerse actuando con los hombres”, declaró.

Justamente la prevención y promoción de buenas prácticas ha sido una estrategia transversal del trabajo de la Dirección de Género, Diversidad y Equidad de la Usach este 2020 y con fuertes proyecciones para el próximo año.

 “Nuestro objetivo ha sido llegar a toda la comunidad universitaria, a los distintos estamentos; a hombres, mujeres y personas de la diversidad sexual para que cuenten con un espacio de conversación y reflexión conjunta, que visibilice sus preocupaciones y se adquieran herramientas y buenas prácticas para erradicar de manera colaborativa la discriminación y violencia de género”, explicó la directora de la Dirección de Género, Diversidad y Equidad, profesora Karin Baeza.

Así, se da cuenta del cierre de la primera versión de la “Escuela de voces contra la violencia de género”, en la que participaron activamente estudiantes; liderazgos clave para la comunidad universitaria, que replican conocimientos y herramientas concretas en la comprensión y abordaje de la violencia de género.

Las jornadas de sensibilización con docentes, funcionarios y funcionarias también se entienden como un aporte a la convivencia y a la transformación cultural que desafía a universidad. “Hemos diseñado una trayectoria de trabajo que busca al mejoramiento de la convivencia y de la comprensión de procesos de cambio asociados a prácticas y normativas dirigidas a los tres estamentos”, precisó Karin Baeza.

Respecto a las universidades, Sebastián Madrid las describió como espacios privilegiados de la razón, y de disciplinas vinculadas a lo masculino que reproducen violencia simbólica hacia las mujeres y personas no binarias.

 “Este contexto masculinizado es muy adverso. Por eso el camino que han tomado las direcciones de género, es largo y tiene dos vías. Una, cambiar actitudes y prácticas en las personas por medio de intervenciones que abarquen un trabajo de carácter sistémico, con recursos permanentes, participación de los distintos estamentos y compromiso decidido de las principales autoridades de las universidades”. Por eso, dijo, el saludo inicial de los rectores de las universidades organizadoras, fue clave. Y la segunda vía es apuntar a la transformación cultural, fortaleciendo las unidades de género y las políticas de igualdad.

En esta línea, Miguel Lorente comentó que no sólo es ”jugar” con el número de mujeres y hombres como elemento simbólico a equiparar. “Todo lo que sea pasar por contextos masculinizados, no sólo significa pasar por más acoso, más dificultades y violencias de muchos tipos (...) Queremos una manera de ser hombre, distinta. Si la violencia hacia las mujeres reproduce un mandato identitario, debemos modificar la identidad masculina, es decir debemos cambiar el sistema, debemos romper con él”.

Lorente advirtió que el machismo es adaptativo y que los cambios superficiales son dinámicas para evitar la critica frontal a ese sistema. “La jerarquía en la Universidad es muy fuerte y ella tiene que ser funcional para organizar el trabajo, para conseguir objetivos en docencia e investigación, no para acumular poder. La jerarquía tiene que usarse para el bien común, incorporando pluralidad, diversidad, democratizando la universidad”, agregó.

Los techos de cristal, ejemplificó, son manifestaciones de injusticias que mantienen la falacia del machismo, “que juega a perpetuar su modelo social injusto por esa incapacidad de los hombres de enfrentar la igualdad”.

Sobre este punto, Sebastián Madrid añadió más complejidad al hablar de las trayectorias profesionales de las mujeres como laberintos. “La metáfora del techo de cristal se queda corta, las mujeres no sólo encuentran barreras al final de su carrera. Se enfrentan a laberintos muy complejos desde la perspectiva organizacional, que les afecta desde que acceden y en todo su desarrollo”.

Autor: 
Mónica Maureira