- Ante la reciente publicación de un estudio de la Universidad de Harvard, que plantea que el secreto del “amor eterno” está en el desarrollo de la empatía, la académica de nuestro plantel, Dra. Ana María Fernández, postula que la clave para una relación duradera no sólo radica en ello, sino en el desarrollo de un apego cercano y real con la pareja.
Recientemente, científicos de la Universidad de Harvard dieron a conocer que “el secreto del amor eterno es la empatía, capacidad de sentir como el otro”. Según la publicación, los resultados nacen en base a la conclusión de que la empatía es la capacidad de una persona de ponerse en el lugar del otro, de percibir y entender las emociones que no son suyas. “Algo que nos permite entendernos sin juzgarnos”, y esa, según Charlotte Pasquier, terapeuta francesa y parte del equipo de investigadores, podría ser la clave para dar con el amor perdurable.
Ante esto, la Dra. en Psicología Ana María Fernández -especialista en diferencias sexuales, selección de pareja y psicología experimental– plantea que los resultados son poco profundos, indicando que “es como si te dijeran que los psicólogos necesitamos empatía, eso es obvio. Lo que plantean en Harvard es razonable, pero complicado de desarrollar, porque la empatía es un concepto demasiado amplio”.
La investigadora postula que es mucho más importante tener un apego cercano que dé espacio para la independencia, porque la empatía es algo muy general. “El apego consiste en preocuparse por el otro, tener la necesidad del bienestar del otro, sentirse íntimamente ligado al otro, pero con los espacios necesarios para el desarrollo del sujeto. Cuando hay un apego seguro, se puede explorar el mundo personalmente de mejor manera”, explica.
Para la académica la empatía es clave en todas las relaciones humanas, pero su cuestionamiento surge al pensar en cómo desarrollar esta empatía que, según declara, tiene cuatro grandes dimensiones: la toma de perspectiva, la preocupación empática, la fantasía y el malestar personal, las que se pueden aplicar a cualquier tipo de relación humana, más allá de lo sentimental.
Además, afirma que hay otros factores que también ayudan a relacionarse de mejor manera con la pareja, como el buen manejo de conflictos, el apoyo mutuo, la buena interpretación de las cosas y la realización de apreciaciones y atribuciones positivas sobre el otro. “Si se fortalecen todas estas habilidades, las relaciones suelen perdurar en el tiempo”, plantea.
Sin embargo, la investigadora, quien obtuvo su post doctorado en La Universidad de California Santa Bárbara, Estados Unidos, es categórica en afirmar que se pueden entrenar ciertos factores del otro para la relación, pero no se pueden cambiar las características de las personas. “En una relación de pareja la base es quererse, pero es necesario desarrollar las habilidades de comunicación y el compromiso. Quedarse a pesar de saber que las cosas no van a ser buenas todo el tiempo. Se trata de acuerdos, proyectos de vidas comunes con distintos horizontes, distintas proyecciones pero con un punto de encuentro a un futuro y una vejez juntos. Las relaciones que no tienen paridad y donde uno da más que el otro- generalmente- son más dificultosas”, afirma.
Finalmente, agrega que todos estos son conceptos abstractos que se relacionan en pro de un buen espacio íntimo afectivo, al tiempo que refuerza la idea que “la empatía es importante, pero para todo”.