- Con el fin de avanzar en la diversificación energética, la investigadora del Departamento de Ingeniería Química de nuestra Universidad estudia el comportamiento de diversos hongos que tendrían la capacidad de convertir los residuos lignocelulósicos (desechos agrícolas, forestales y de la industria del papel) en materia prima para la generación de combustibles alternativos, como el bioetanol.
En Chile, la búsqueda de nuevas fuentes de energía es la tónica de los últimos años. Según estudios recopilados por el Ministerio de Energía, el desarrollo energético a partir de biomasa podría ser una alternativa para el país, permitiendo desarrollar entre 4 mil y 9 mil megawatts.
En esta línea, la académica del Departamento de Ingeniería Química de la U. de Santiago, Elsa Contreras, lidera el estudio “Adición de valor a residuos agroindustriales mediante bioconversión fúngica, utilizando fermentación en sustrato sólido", que busca aumentar la valoración de diversos residuos agro-industriales, utilizándolos como sustrato para el cultivo de hongos, con potencialidad para degradar los constituyentes de esos residuos -lignina, hemicelulosa y celulosa- lo que permitiría obtener azúcares fermentables a etanol.
El proyecto, financiado por el Departamento de Gestión de Proyectos de Investigaciones Científicas de la Vicerrectoría de Investigación, Desarrollo e Innovación, nace a partir de anteriores estudios con hongos realizados por la investigadora.
Considerando que el hábitat natural de los hongos son los tejidos de la madera, es posible lograr su adaptación para crecer en diversos residuos de tipo agro-industrial. La fermentación en sustrato sólido, utilizando hongos, es una alternativa para el tratamiento del material lignocelulósico en el proceso de producción de bioetanol de segunda generación. Si estos organismos se aclimatan de manera efectiva, podrían constituir un importante eslabón en la generación de nuevos combustibles.
La académica explicó que “si uno logra aclimatar estos hongos, conseguir que crezcan en una biomasa residual similar a la madera, se podría trabajar sobre un sinnúmero de residuos lignocelulósicos, liberando la celulosa, la cual posteriormente puede ser tratada para producir biocombustibles, en particular bioetanol”.
La investigadora agregó que se está “estudiando el comportamiento de los hongos y su capacidad de crecer y producir enzimas ligninolíticas y celulolíticas, utilizando residuos agrícolas como fuentes nutricionales, tales como la cáscara de nuez, cascarilla de arroz, paja de trigo, e incluso, algunos residuos sólidos provenientes del sector agro-industrial, como la cebada cervecera o sedimento de café, evitando la utilización de otros sustratos que encarecen el proceso de obtención de estos biocatalizadores. Luego, pretendemos diseñar un pequeño prototipo de un bioreactor de laboratorio que nos permita evaluar este proceso”, recalcó la académica.
En su estudio, la investigadora analizará el efecto de algunas variables como el tamaño de partícula de los residuos, la humedad inicial del sustrato y algunas modalidades de aireación, en la idea de establecer las mejores condiciones para el cultivo de los hongos mediante fermentación en sustrato sólido.
“Hace poco terminamos un trabajo en el que usamos cáscaras de nuez, pues tienen una composición bastante similar a las maderas duras, logrando detectar en éstas un promisorio crecimiento de los hongos”, puntualizó la investigadora.
El equipo de trabajo cuenta, además, con la participación de la profesora de la Facultad de Ingeniería, Luisa Sepúlveda, quien se desempeña como co-investigadora. El proyecto contempla tres etapas, sujetas a una duración de tres años, y su finalización se estima para 2014.