El proyecto de Ley de Eutanasia y Cuidados Paliativos sigue siendo materia de discusión en el Congreso Nacional. La Comisión de Salud de la Cámara de Diputados aprobó los pasados 23 de abril y 7 de mayo las indicaciones que permiten el suicidio asistido y la incorporación de menores de entre 14 y 18 años, respectivamente.
No obstante, la iniciativa ha abierto el debate sobre si es correcto o no permitir un ‘buen morir’ a pacientes terminales o postrados con dolores psicológicos. Para la Doctora en Filosofía y especialista en bioética de la Universidad de Santiago, Diana Aurenque, la discusión en torno a la eutanasia debe centrarse en que las personas “autónomamente” puedan decidir si quieren poner fin a su vida.
En conversación con el programa Conecta2 de la Señal Internacional de TVN, agregó que lo esencial de un proyecto de ley como este es “asegurar que las personas, así como decidimos cómo vivir, también podamos elegir cómo fallecer”, dada la dificultad de resolver en qué consiste una ‘muerte digna’ y cómo brindarla, señala. “No es algo que podamos encontrar escrito en alguna parte por la medicina, la familia ni los Estados”, enfatizó.
Con respecto a la inclusión de menores de edad de entre 14 y 18 años, la también especialista en ética filosófica indicó que, si bien depende de la edad, estos pueden “determinar la autonomía de sus acciones”, siendo capaces de tomar dicha decisión con “claridad”. Cabe destacar que la aprobación de este alcance en la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados fue de siete votos a favor y seis en contra.
“Decisión personal”
El rol que podría jugar la familia de un paciente en la aplicación o no de la Eutanasia también fue abordado por la experta en bioética. Para Aurenque, tanto en este caso como en la donación de órganos, por ejemplo, estas decisiones son netamente personales. Por lo mismo, puntualizó que “la familia está ahí para hacerla valer, pero no para tomar esa decisión por uno”.
Aurenque destacó también la importancia de contar con una regulación de este tipo, especialmente en sociedades heterogéneas en cuanto a los valores ético-morales. “Lo que es bueno, malo, lo que es una buena vida y una buena muerte son (visiones) muy personales, y tienen que ser protegidas para que uno pueda decidir, apoyadas por una legalidad y una institucionalidad que esté detrás”, concluyó.