Analizar el comportamiento de las empresas y cómo es la interacción entre industrias de diferentes tamaños es el principal enfoque de investigación, concentrándose en sectores específicos de la economía chilena para identificar a un nivel micro los potenciales encadenamientos productivos.
“También será pertinente estudiar cómo las empresas menos aventajadas, en el esquema de Cadenas Globales de Valor, pueden operar de modo que tengan que incrementar sus estándares de calidad para producir o para entregar servicios y si están preparados para este desafío el sector empresarial (de variados tamaños) y las agencias del Estado (las que promueven el desarrollo productivo)”, agrega el Doctor en Geografía Económica.
Las Cadenas Globales de Valor (CGV) son un sistema de producción internacional organizado para optimizar la producción, el marketing y la innovación localizando productos, procesos y funciones en diferentes países, ya sea por los beneficios en cuanto a diferencias de costo, tecnología, marketing y logística, entre otras variables.
Hace algunos años Chile implementó una política de Clusters (aglomeración de empresas con una actividad productiva común y/o relacionada). Esto es un conjunto de 8 sectores: fruta, vino, salmón, servicios turísticos, forestal, servicios financieros y minería.
“La lógica de esto es identificar los sectores con más potencial de la economía, y de alguna forma, señalizar que el desarrollo se materializa en estos sectores”, esclarece el experto añadiendo que por tanto se requiere una política pública ad hoc (subsidios, investigación y desarrollo, asistencia técnica, cofinanciamiento de inversiones, etc.) que logre escalar a estos sectores.
Ciertamente cualquier “industrial upgrading” en la economía requiere la interacción virtuosa de pequeñas y medianas empresas (PYME) junto a grandes empresas, pero esta interacción necesita un re direccionamiento de una clara política industrial que identifique las debilidades de los patrones de producción (empresas con tecnología rezagada, contratos de corto plazo y sin incentivos en mejoramiento, abuso de poder de mercado, etc.), aclara el académico, agregando que se debe considerar además la calidad en el empleo y capacitación, de modo que la política industrial pueda guiar a las empresas para cerrar esas brechas de productividad que el mercado por sí solo no es capaz de resolver.
Estos upgrading (mejoramientos en productos, procesos, funciones) que menciona el experto, deberían materializarse en la economía a través de políticas públicas específicas que buscan articular, complementar y acelerar el desarrollo del sector privado, comenta y que “esto además tenga una sostenibilidad social considerando al ámbito de PYME actuando en esas industrias así como también a la mano de obra que participa en estos procesos productivos”.
Además, indica que Chile debería considerar de forma más clara conectar su sistema educativo con los requerimientos de habilidades y destrezas que requiere una economía que aspira a crear las condiciones socio-productivas para generar un upgrading en muchos sectores de la economía.
“Esto es, mirar con detalle las habilidades que requiere el sector privado, mirar lo que se hace en el extranjero (casos que fueron exitosos) y tratar de replicar los casos que sí funcionaron”, aclara el académico así como interpreta que el sistema educativo nacional (educación secundaria y colegios técnicos profesionales) deberían abrirse al diálogo para generar los profesionales que requiere esta nueva fase de desarrollo.
El proyecto Dicyt Regular 2017 se titula “Encadenamientos productivos en la economía chilena: espacios para una activa política pública” y es financiado por la Dirección de Investigación Científica y Tecnológica (Dicyt) de la Vicerrectoría de Investigación, Desarrollo e Innovación.