- Usando lentes con tecnología Eye tracking, el Dr. Marco Villalta, académico de la Escuela de Psicología del Plantel, ayuda a los profesores a observar, reflexionar y aprender de su propia práctica en la sala de clases, en escuelas ubicadas en comunidades mapuche. En un primer acercamiento, según él, se puede “hipotetizar que las posibilidades de encuentro de mirada y diálogos cara a cara, son mayores en el aula rural”, advierte.
Investigadores de la Universidad de Santiago visitaron la Región de la Araucanía para observar las dinámicas educativas en las aulas de las escuelas rurales de las comunas de Carahue y Puerto Saavedra, con la finalidad de conocer los patrones comunicativos, conversacionales, la mediación pedagógica y el papel de la mirada en la construcción del aprendizaje de los estudiantes.
El equipo liderado por el Dr. Marco Villalta, académico de la Escuela de Psicología de esta Casa de Estudios, visitó la zona entre el 13 y 17 de junio, actividad que es parte de un proceso iniciado en abril del 2016 a través de su proyecto Fondecyt Regular (1150237) “Experiencias de aprendizaje mediado y análisis de la conversación en la sala de clases de escuelas de distinto contexto socio-educativo”.
Según relata el académico, una primera visita (9-13 mayo) fue dedicada a conocer la experiencia de educación rural desde la voz de los propios actores. “Esa ocasión dio pie también a establecer los nexos de confianza y compromisos éticos con directivos, profesores y apoderados, que nos permitieron ingresar al espacio donde se construye la identidad, lazos y conocimiento escolar: la sala de clases”, explica.
Escuelas en comunidades mapuche
Durante esos días, visitaron aulas de ocho escuelas rurales, de administración particular subvencionada y municipalizada, que atienden a población de alta vulnerabilidad social ubicadas en su mayoría en comunidades indígenas mapuche.
“Hemos apoyado nuestra observación con el registro de filmación de audio y video, y, además con el uso de lentes Eye Tracking, de seguimiento en milisegundos del comportamiento ocular a profesoras y alumnos de aulas multigrado, con niños de primero y segundo básico”, comenta el Dr. Villalta.
Es un estudio donde el alto desarrollo tecnológico, que cuenta con el apoyo del equipo profesional del Centro de Innovación en Tecnologías de la Información para Aplicaciones Sociales (CITIAPS), se pone al servicio de contextos sociales reales, laboratorio natural de las ciencias sociales y educativas para la construcción de conocimiento.
A partir de la experiencia de toma de registro en las aulas y la observación etnográfica de los espacios, la conversación con directivos, profesores y niños el investigador puede constatar que, aunque las aulas rurales y urbanas tienen similar organización del tiempo y del espacio escolar, las diferencias del entorno se filtran por ventanas, en las voces y memoria puesta en movimiento en el diálogo educativo.
Aula urbana versus rural
De acuerdo al académico de la U. de Santiago, en el aula urbana el material que usa la profesora para la construcción de conocimiento tiene el desafío de atender la diversidad de experiencias que traen los niños, en tanto, en el aula rural el docente tiene el desafío de contextualizar y hacer pertinente culturalmente el material educativo a la realidad de los niños rurales, donde ambos, profesores y alumnos, están rodeados de naturaleza, y de alguna forma también sometidos a ella.
Por ejemplo, cuando llueve no es posible que todos lleguen temprano a la escuela, y la diversidad cognitiva del aula multigrado que tiene la presión de logros de indicadores nacionales con material educativo diseñado de igual manera para todos los niños del país.
“Las habilidades docentes, tanto del sector urbano como el sector rural observado, tienen al afecto como un eje central para estimular el desarrollo cognitivo de los niños. Los profesores rurales encuentran que los niños son más respetuosos y expresivos de afecto que los niños de zonas urbanas. También los perciben más tímidos para expresar sus ideas y dependientes del adulto en comparación con los niños de zonas urbanas. Tal vez esta percepción lleva a que las clases –que además tienen grupos de niños entre 9 y 16 por sala, combinados entre 1° y 2° básico- estimulen la participación activa de los niños en la clase, aprovechando el entorno natural que los rodea, los recursos tecnológicos y el material educativo que les provee el Estado chileno”, indica el Dr. Villalta.
Tecnología Eye tracking
Junto al magíster Ariel Segovia, del equipo profesional del CITIAPS, realizaron una segunda visita para hacer registros del comportamiento ocular de profesoras y niños en el aula rural, quienes usaron lentes con tecnología Eye tracking.
El académico indica que están en la etapa de registro, pero solo considerando el tamaño de los grupos curso del aula rural es posible hipotetizar que las posibilidades de encuentro de mirada y diálogos cara a cara son mayores en el aula rural en comparación con las aulas urbanas donde el número de alumnos suele ser superior a 20 niños por sala.
Por otra parte, indica que las consecuencias en el proceso identitario y cognitivo de los niños es un fenómeno por estudiar.
“Estudios de este tipo estrechan la relación entre la universidad y las escuelas del país. No pretendemos decirles a los profesores cómo hacer sus clases, sino ayudarlos a observar, reflexionar y aprender de su propia práctica. Queremos reivindicar el saber docente, producto de la experiencia apropiada y construida. La idea es aprender de la práctica para hacer más pertinente la formación profesional que ofrece la universidad. Aportar a las escuelas con la mirada desde la investigación científica generada en la universidad”, indica el investigador.