- Estudio liderado por el académico, Dr. Jaime Pereda, y que es financiado por el Departamento de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Dicyt), indaga en el rol fundamental que cumple el saco vitelino en la posibilidad de supervivencia del embrión entre la cuarta y la séptima semana de gestación. El embriólogo remarca que con estas investigaciones “contribuimos a un mejor conocimiento del embrión humano, demostrando, en los hechos, que a pesar de su fragilidad, es capaz de llevar adelante su existencia y sobrevivir autónomamente hasta nacer”.
Existe preocupación en la actualidad por la disminución en los índices de lactancia materna. Según cifras del Ministerio de Salud, sólo el 77 por ciento de los bebés la reciben durante el primer mes de vida. Eso genera muchas dudas en relación a la nutrición de los infantes, incluso antes del nacimiento mismo. Se ha constatado que el cordón umbilical se forma durante la quinta semana, que la circulación feto-placentaria sólo se inicia hacia el final del primer trimestre de la gestación y que el embrión tiene la capacidad de producir su propia sangre una vez que el hígado se forma en la sexta semana de desarrollo. Antes de esto, ¿cómo sobrevive el embrión?
El especialista en embriología, Dr. Jaime Pereda, académico de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Santiago de Chile, ha tomado esta pregunta como eje de su investigación “Rol del saco vitelino en la nutrición embrionaria humana temprana”, que financia el Departamento de Investigaciones Científicas y Tecnológicas (Dicyt) del Plantel.
Este trabajo apunta, específicamente, a conocer cómo se nutre el embrión entre la cuarta y séptima semana post fecundación. “Antes de la quinta semana de desarrollo, no existen órganos funcionales, y menos alguno que produzca sangre. El único órgano que funciona en el nuevo ser es el corazón, pero no pulsa sangre. Este bombea un líquido tipo plasma que contribuye al establecimiento de una red de vasos sanguíneos, todos necesarios para la distribución posterior de las células sanguíneas”, explica el académico.
Es aquí donde surge la duda del investigador: la nutrición del embrión previo a la producción de su propia sangre. Si bien, ya se conocía la capacidad del saco vitelino de producir nutrientes, no se sabía sobre la vía de transporte ni del mecanismo usado por el embrión para utilizarlos. El objetivo del estudio fue entonces determinar qué nutrientes producía el saco vitelino y cómo estos eran conducidos al embrión para su utilización.
El equipo de investigadores está formado por el Dr. Jaime Pereda, investigador principal, la doctora Lorena Sulz y el profesor Carlos Godoy, como co-investigadores; todos miembros de la Unidad de Embriología Humana.
Tras llevar más de un año de investigación, han logrado llegar a algunas conclusiones. Como indica el Dr. Pereda, “estos estudios han demostrado cuatro cosas esenciales. Primero, el rol vital que cumple el saco vitelino en la sobre-vida del embrión. Segundo, que no existe una circulación vitelina arterio-venosa, como se pensaba, sino que sólo una circulación vitelina venosa y unidireccional hacia el embrión, sin retorno. Tercero, la existencia de un nuevo foco generador de células eritropoyéticas en el saco vitelino: el endodermo que genera los eritrocitos no nucleados. Por último, la existencia de un nuevo mecanismo nutricional del embrión por eritrofagocitosis a nivel del tubo digestivo”.
Según plantea el Dr. Pereda, estos son sólo algunos hallazgos, ya que la multipotencialidad de las células que forman el saco vitelino son enormes y queda, por lo tanto, mucho por hacer y conocer.
En relación al aporte de esta investigación a la sociedad, el académico expresa que “el mejor aporte que nuestro trabajo hacia a la comunidad es contribuir a un mejor conocimiento del embrión humano entre la cuarta y séptima semana del desarrollo. Nosotros demostramos, en los hechos, cómo el embrión, a pesar de su fragilidad, es capaz de llevar adelante su existencia y sobrevivir autónomamente hasta nacer”.