Jaime Carter Hernández (1982) lleva años sumergido en el mundo de la música antigua. Estudió órgano, composición y contrapunto con el compositor Miguel Letelier, se tituló en la Universidad de Chile y luego inició un recorrido que lo ha llevado a tocar con las principales orquestas chilenas y múltiples ensambles de cámara. En ese camino, se ha presentado en ciudades de Argentina, Perú, Ecuador, Bolivia, Guatemala, Costa Rica, México y Francia.
En 2018 publicó el disco El órgano indiano en San Pedro de Atacama, enmarcado en un proyecto de recuperación del órgano de esa localidad nortina, pero buena parte de su actividad durante la última década ha estado dedicada a un nombre: Syntagma Musicum, el grupo de música antigua de la Universidad de Santiago de Chile (Usach), que tiene 46 años de trayectoria.
A partir de esta temporada, Jaime Carter ocupa también un nuevo rol en el conjunto. Además de tocar el clavecín y el órgano, está encargado de la dirección musical y liderar una temporada 2024 que se inició con el programa Vivaldi, el corazón del Barroco.
En esta entrevista, Jaime Carter anticipa los principales hitos de esta nueva temporada, que contempla casi una decena de programas y numerosas colaboraciones, y profundiza en la importancia de diversificar el repertorio de la música antigua, más allá de los compositores más interpretados y reconocidos.
- ¿Cómo se pensó la temporada 2024 de Syntagma Musicum Usach?
La temporada siempre se prepara respetando el canon de compositores que el público quiere escuchar y son muy conocidos, como Johann Sebastian Bach, Antonio Vivaldi, Georg Friedrich Haendel y Georg Philipp Telemann, y también pensando en obras y autores que no tienen esa celebridad. Syntagma Musicum Usach siempre ha tenido esos dos criterios: presentar esa música menos tocada, que muchas veces ha sido descubierta hace poco, y seguir tocando a los compositores que ya son célebres.
Ahora, a partir de esos criterios, se puede pensar en compositores, pero también en lugares geográficos o estilos. Por ejemplo, en 2024 tendremos un programa de música inglesa y otro de estilos que se establecieron a lo largo de Europa y Latinoamérica. También tendremos programas que van a presentar el intercambio que siempre existió entre las artes, por ejemplo, la pintura y la música. Eso lo presentaremos con un concierto que se llama Música en tiempos de Velázquez, dedicado al gran pintor español, donde se proyectarán algunas de sus obras. También tendremos otro concierto dedicado a la música francesa, donde habrá elementos de danza.
- ¿Cómo van a incorporar eso?
En algunos momentos vamos a tener danzas que son muy conocidas, que se encuentran en muchas obras y serán interpretadas por la bailarina Sonia Araus. Habrá gavota, minueto, sarabanda, todos estos nombres que son recurrentes y se conocen de manera diferenciada, pero originalmente eran danzas. Luego la música se perpetuó en el tiempo y quedaron como obras refinadas, pero originalmente eran para ser bailadas. Se independizaron, así como ahora puedes escuchar tranquilamente El lago de los cisnes, sin necesariamente ver el ballet. Especialmente en Francia, la danza tuvo un desarrollo particular y está muy relacionada con la música instrumental. Incluso la música sacra tiene esa influencia: si sacas el latín y escuchas la música, suena como una danza. Ya estaba en el inconsciente de los compositores.
En cuanto a estos repertorios menos conocidos, ¿qué ejemplos se verán en la temporada 2024?
Por ejemplo, Música en tiempos de Velázquez va a tener compositores como Lucas Ruiz de Ribayaz, José Marín o Andrea Falconieri, que no son de primera línea ni muy tocados. Similar es el caso de Bernardo Clavijo del Castillo, de muy pocas obras conservadas, pero muy célebre en su tiempo. Son personas que convivieron con Diego Velázquez también en un espacio cultural, porque el Imperio Español tenía tierras en distintas partes del mundo y abarcaba Latinoamérica, Nápoles, Países Bajos, etc. Toda esta música circulaba en esos lugares. Es algo importante, porque mucha de esa música está a lo largo de Latinoamérica y es lo que consideramos el folclor. En cada lugar de nuestro continente hubo una interpretación de lo que traían los españoles, se mezcló con ritmos y gustos indígenas, y eso produjo lo que encontramos hasta hoy. Las métricas folclóricas, por ejemplo, tienen mucho que ver con la música española de ese tiempo.
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