- Así lo sostiene el Dr. Mario Garcés, académico del Departamento de Historia, quien analiza la explosión de la movilización social en nuestro país en su reciente libro “El despertar de la sociedad. Los movimientos sociales en América Latina y Chile”, publicado por Lom Ediciones.
En la oficina del Dr. Mario Garcés existen pocas referencias a su intenso y dilatado trabajo de investigación sobre los movimientos sociales en Chile. Sólo un pequeño detalle ayuda a vislumbrar el compromiso que tiene con este tema en el que ha trabajado por casi 30 años: una pequeña bandera del Movimiento Sin Tierra (MST) de Brasil que luce su llavero.
En su lugar de trabajo, declara que la figura del historiador como una fuente para explicar fenómenos actuales, tiene un rasgo curioso en nuestro país: “Creo que el impacto de la dictadura en Chile es tan profundo que muchos de los que estudiaron Historia están produciendo una historia distinta porque el Golpe quebró todas las formas de conciencia histórica nacional. Somos una sociedad que quedó en el descampado, en la niebla y hemos vivido años tratando de entender qué somos”.
Por eso quedó encandilado con las movilizaciones estudiantiles del año pasado: “Me sorprendió su masividad, su convocatoria y cuando vi que se repetían y que además incluían acciones tan diversas como las expresiones artísticas que acompañaban estas marchas dije: ´Aquí ocurre algo importante’ y comencé a escribir artículos relacionados”. Luego empezaría a vislumbrar su libro.
-¿Cómo las organizaciones sociales han podido ser capaces de desplazar a los partidos políticos en materia de representación?
-El tema de las organizaciones sociales y partidos es tan viejo como la acción colectiva y los movimientos sociales y populares en Chile. Lo que pasa es que por un largo periodo, que va desde los años 30 a la Unidad Popular, se estableció una división del trabajo medianamente aceptada: mientras los sindicatos u otros movimientos reivindicaban demandas específicas (salariales, vivienda, etc.), los partidos representaban esos intereses en el sistema político. Durante la dictadura se suprimió esta fórmula. En ese periodo de debilitamiento de los partidos políticos y en un clima de violencia, se fortalecieron las organizaciones sociales, produciéndose un hecho muy particular: la resistencia a la dictadura, que sobre todo en los 80’s queda en manos de los movimientos sociales. Pero, cuando se empieza a insinuar la transición, los partidos recuperan el papel protagónico y vuelven a subordinar a los movimientos sociales.
Sociedad invisibilizada
A través del libro, el profesor Garcés sostiene que la transición se hizo con predominio de los partidos pero sin consideración a los movimientos: “La sociedad está invisibilizada y claro, después de 20 años de administración del Estado con bastante distancia de los movimientos, la sociedad empieza a despertar y surgen nuevamente movimientos que se gestan con mucha desconfianza hacia los partidos y las instituciones”.
-La representación de los partidos políticos se torna muy débil…
-Con un Parlamento que apenas puede modificar las leyes porque está sometido a la Constitución del 80; y con un Presidente que escucha pero después hace lo que quiere, que va a las Naciones Unidas y dice que el movimiento por la educación es bueno, pero después no lo toma en cuenta… Son éstas y otras razones las que hacen que el sistema se vuelva inoperante, tanto en el sentido institucional como el de la representación y es en este espacio donde las organizaciones adquieren mayor fuerza.
_En sistemas democráticos avanzados, los movimientos sociales son parte activa en la toma de decisiones ¿qué tan lejos estamos de ello?
-Eso depende mucho de cómo se desarrollen los movimientos. En el neoliberalismo, la democracia casi es entendida como modelo de consumo. Por lo tanto, si la gente tiene acceso al consumo, al crédito, no se va a interesar en la política porque su bienestar está en otro lugar. La democracia y la vitalidad de una sociedad, implican reconocer ciertos temas colectivos, si eso no ocurre, las sociedades se despolitizan y se orientan mucho más al consumo y al bienestar personal.
El académico de la Facultad de Humanidades afirma que los temas que demandan soluciones por parte de la sociedad civil son antiguos, sólo que se han vuelto a politizar. “El caso de la regiones es un tema invisibilizado y, en ese sentido, los estudiantes ayudaron a Aysén y eso se da porque los movimientos sociales están legitimados socialmente, ya no son un grupo de vándalos: encarnan demandas de la sociedad y nadie puede discutir, por ejemplo, que no existen problemas en las regiones de Chile o en la educación”, puntualiza.
Vea AQUÍ la entrevista completa publicada en el sitio web de la FAHU.