- La académica del Departamento de Ciencia y Tecnología de los Alimentos de la Facultad Tecnológica del Plantel, Marcela Zamorano, expresa que la iniciativa legal, que entra en vigencia el 26 de junio, ayudará a que la ciudadanía conozca lo que está comiendo.
La ley de etiquetado obligará a que los alimentos altos en grasas saturadas, azúcares, sodio y energía lo adviertan a través de un rótulo especial en las etiquetas; prohibirá la publicidad en lugares donde se encuentren menores de 14 años y eliminará la comercialización de estos alimentos en establecimientos de educación parvularia, básica y media.
La académica del Departamento de de Ciencia y Tecnología de los Alimentos de la Facultad Tecnológica del Plantel, Marcela Zamorano, expresa que la iniciativa legal, que entra en vigencia el 26 de junio, ayudará a que la ciudadanía conozca lo que está comiendo.
Explica que los escolares chilenos de 14 años hacia abajo representan “la población más vulnerable y la que presenta los mayores índices de sobrepeso y obesidad en América Latina”, por lo que se verán directamente favorecidos, porque en sus establecimientos se prohibirá la venta de productos que contengan altos niveles de azúcar o sal, por ejemplo.
“En ese contexto, además de ayudar a que las personas sepan lo que está comiendo, podrá enterarse de cuáles son los alimentos que podrían causar enfermedades crónicas no transmisibles como la diabetes, la resistencia a la insulina, el sobrepeso, la obesidad y las enfermedades cardiovasculares”, afirma.
La profesional, que también ha realizado estudios sobre actualización o verificación del rotulado de nutrientes, de grasas saturadas, grasas trans, de azúcares y de composición general de alimentos procesados, especifica que la nueva ley “complica y tiene en pie de alerta a los industriales que procesan este tipo de alimentos porque es difícil bajarles el contenido de azúcar o el contenido de sodio”.
Rotulación falsa
Si bien las grandes corporaciones alimentarias rotulan lo que realmente contiene el alimento, “algunas pequeñas industrias no lo hacen”, sostiene la experta, acotando que “entonces estas empresas menores temen que se fiscalice y se verifique que un alimento que, por ejemplo, no exhiba el logo, en realidad tenga mayor contenido de azúcar”.
“Yo creo que van a bajar las ventas, pero las empresas tendrán que reformularse e invertir para desarrollar un producto con características similares al original, pero con bajos índices de los nutrientes cuestionados”, sentencia.
Añade que “este proceso sin duda es caro desde el punto de vista económico”.
En ese sentido, la académica destaca que, por tanto, “hay todo un desafío para nuestros estudiantes ingenieros en alimentos que trabajan en ese ámbito. Por ejemplo, en la producción o utilización de nuevas y adecuadas materias primas se ha avanzado. También en la reducción del sodio. Los panaderos lo han logrado reducir valores de 600 mg a 400 mg, en un tiempo aproximado de tres a cuatro años”.
Debido a lo anterior, la vicedecana Zamorano reconoce que el cambio no se producirá en forma rápida, “porque también hay que considerar el acostumbramiento del paladar del consumidor. O la utilización de aditivos complementarios que permitan bajar los azúcares, por ejemplo”.
Sobrepeso en universitarios
Respecto a algunos estudios que confirman sobrepeso también en los universitarios, la académica recalca que a diferencia de los escolares, los estudiantes de nivel superior deciden qué comer.
“A mi modo de ver los universitarios son personas adultas y la decisión de consumir o no estos alimentos pasa por su criterio. Ellos deben aprender a seleccionar y comer bien, y eso es un poco lo que se está haciendo ahora, que es prevenir, de manera de educar a los niños. Tienen que entender que somos lo que comemos”, concluye.