Docente del Dpto. de Ciencia y Tecnología de los Alimentos

Opinión de académica Marcela Zamorano: Nutrición en tiempo de coronavirus: algunas reflexiones y tips para una alimentación saludable

Modificar hábitos alimenticios en este tiempo de pandemia e incorporarlos a nuestra rutina, permitirá mejorar la nutrición y, por ende, evitar en un futuro enfermedades o condiciones relacionadas con la malnutrición, como diabetes, obesidad y enfermedades cardiovasculares.
La actual situación de pandemia que nos obliga a permanecer en nuestros hogares, se presenta como un gran desafío y también oportunidad para poder cambiar estos hábitos y nuestra dieta, esperando lograr el equilibrio necesario para tener una “buena salud”, en especial sin factores externos que induzcan a consumir en menor cantidad alimentos con alto aporte de nutrientes críticos como son azúcares y grasas.

Tener una buena alimentación y optima nutrición, se relaciona en forma significativa con la prevención de enfermedades crónicas no transmisibles, las que ocasionan un impacto negativo, tanto social como económico a las personas y al  país. Lo anterior, ha generado numerosas políticas estatales cuyo objetivo es dar a conocer  y  que la población integre en sus hábitos alimentarios, lo que se define como una “alimentación saludable”, más si se considera que hoy en día  hay una  coexistencia de malnutrición por exceso y por déficit.

Por otra parte, las últimas encuestas nacionales de salud (ENCA) , han mostrado un panorama bastante pesimista, dado que  el 64,7 %  de nuestra población adulta presenta  sobrepeso y/o obesidad, exponiendo  que hay un  alto consumo de alimentos híper calóricos que lleva a un gran aporte energético diario superior a lo recomendado.
Situación similar  y más preocupante se observa en los niños, en que el 60 % de  ellos también muestra sobrepeso y obesidad,  lo que seguramente se traducirá en mantener esta condición durante su adolescencia y adultez.

En este escenario, con una población que come mucho, pero no lo hace en la forma adecuada, además de incluir en su dieta muchos alimentos procesados de alta energía y que hace muy poca o nula actividad física y más bien lleva una vida sedentaria, se hace difícil producir cambios importantes en sus hábitos.
La actual situación de pandemia que nos obliga a  permanecer en nuestros hogares,  se presenta como un gran desafío y también oportunidad para poder cambiar estos hábitos y nuestra dieta, esperando lograr el equilibrio necesario para tener  una “buena salud”, en especial sin factores externos que induzcan a consumir en menor cantidad alimentos con alto aporte de nutrientes críticos  como son azúcares y grasas.

Entonces, qué se entiende por alimentación saludable. En forma general seria ingerir una variedad de alimentos que otorguen los nutrientes que  se necesitan para que el organismo funcione adecuadamente y brinden energía.

Las guías alimentarias de la población chilena, del MINSAL , nos permiten tener una idea de qué alimentos consumir y cuales evitar; es así como  recomiendan una ingesta de al menos 6 a 8 vasos de agua diario, al menos 5 porciones de frutas o verduras y 3 porciones de lácteos bajos en grasa y azúcares al día, incluir en la semana el consumo de pescado y legumbres y por otra parte evitar  frituras , alimentos con grasas como cecinas y mayonesa , azúcar,  dulces, bebidas y jugos azucarados.

Estas recomendaciones, que parecieron ser muy fáciles de realizar, están bastante alejadas de los hábitos de gran parte de  las y los chilenos, y por lo tanto si nos situamos en el actual contexto que vivimos de pandemia, que como se mencionó, ha producido cambios en nuestras usuales actividades, permitiéndonos  tener algo más de tiempo, una forma de aprovecharlo sería conocer a los alimentos que comemos, y su aporte en nuestra nutrición;  cambiar hábitos alimentarios al incluir alimentos que nos entreguen beneficios y reducir aquellos que no perjudiquen. 

Por lo tanto, si se pudiera dar algunos “tips” en torno a hábitos alimentarios y alimentos saludables, para considerarlos y hacerlos parte de nuestras rutinas, y asumiendo una dieta  que no supere las 2.000  a 2.500 calorías  diarias,  se podrían  mencionar:

-Respetar  las comidas diarias, esto es desayuno, almuerzo y comida, con alguna colación si la distancia entre ellas supera las 4 hrs, la que debe ser cereales integrales o  frutas  frescas o secas de un  bajo aporte calórico.

-Incluir en nuestra dieta alimentos pocos procesados, cocinar en casa, considerando alimentos como legumbres, papas, cereales integrales, fruta y verduras frescas. El aporte de estos alimentos radica en la fibra dietaria que contienen, nutriente que ha demostrado numerosos beneficios, en especial  la mejora de la función intestinal y  protección de  la flora en colon.

-De la misma forma consumir lácteos bajos en grasa y huevo,  que asegura el aporte de una proteína de  buena calidad.  Incluir  varios tipos de carne  bajos en grasa.
-Mirar etiquetas  de los alimentos que hay en la despensa, fijarse en vencimientos y sus aportes nutricionales, y puntualizarse en las porciones de consumo y el aporte de grasa, azucares y energía que ellos significan. 

-Y por último, considerar algo de actividad  física que permita salir del sedentarismo que significa el teletrabajo tan en boga últimamente en gran parte de las organizaciones del país.

Si se logra incluir algunos de estos hábitos en este tiempo, se logrará también hacerlos parte de nuestra rutina, mejorar la nutrición y, por ende, evitar que se presenten en un futuro enfermedades  o condiciones relacionadas con la malnutrición, como son la diabetes,  obesidad  y enfermedades cardiovasculares. No es fácil la meta, pero creo es una gran oportunidad, que debemos aprovechar.

Fotografía: 
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