Expertos de la Universidad de Santiago desestiman contagio significativo de COVID-19 a través del aire
A través de una carta dirigida a la comunidad médica internacional y a organizaciones de salud en el mundo, 239 científicos advirtieron que existe evidencia suficiente de que las microgotas cargadas con el COVID-19 pueden permanecer en el aire, por períodos más prolongados que lo asegurado oficialmente, convirtiéndose en una vía de contagio que, según consideran, no debe ser subestimada.
En línea con el planteamiento de la Organización Mundial de la Salud, académicos y expertos de la Universidad de Santiago, consideraron que, si bien, es posible la transmisión del virus SARS-CoV-2 vía aérea, esto ocurre generalmente en entornos hospitalarios, mientras que, para otro tipo de ambientes lo recomendable es mantener las medidas ya indicadas, como la distancia física y el lavado frecuente de manos.
El infectólogo y académico, Ignacio Silva, explicó que la mayoría de las infecciones virales respiratorias “se transmiten, principalmente, por gotitas que son secreciones respiratorias de mayor tamaño que se desplazan no más de dos metros y caen por su peso hacia el suelo o hacia cualquier superficie. No se mantienen suspendidas en el aire”.
No obstante, el especialista agregó que “se ha definido que existen procedimientos médicos o procedimientos en la atención de salud que pueden convertir estas gotas de mayor tamaño en gotitas más pequeñas que se llaman aerosoles, que pueden persistir más tiempo en el aire y se desplazan distancias más largas”.
“Se han descrito procedimientos muy claros que producen esto, como la ventilación mecánica, la reanimación cardiopulmonar, las broncoscopías, algunos procedimientos dentales y la intubación del paciente, que son acciones específicas que habitualmente se realizan en el entorno hospitalario y que pueden producir aerosoles que se transmiten por el aire”, agregó.
Sin embargo, ante la discusión de si estos aerosoles se mantienen por tiempos prolongados en el aire luego de que alguien tenga tos o hable en entornos cotidianos, Ignacio Silva, apuntó que “la mayoría de los expertos sugiere que esta vía de transmisión es muy rara, es poco efectiva, y que el principal mecanismo de transmisión son las gotas más grandes que se producen al toser o estornudar, que viajan poca distancia y se depositan en la superficie”.
“Existen algunos estudios que son en su gran mayoría experimentales, es decir, realizados en laboratorios, en situaciones ficticias, donde se ha visto que los aerosoles se generan en distintas situaciones y permanecen más tiempo de lo que pensábamos, pero es muy difícil demostrarlo en la práctica, en la vida cotidiana”, subrayó el infectólogo.
En el mismo sentido, el experto en salud pública y epidemiología, Christian García, enfatizó que la transmisión de Coronavirus por el aire, es decir, que se mantengan estas pequeñas gotas suspendidas por largos períodos, “es algo que, si bien es posible, se ha determinado que no es la principal vía y que no hay evidencia convincente para tomarlo como una de las formas más importantes de transmisión”.
“Lo que sí está muy claro, basado en la evidencia, es que las gotitas más gruesas, que caen a un metro de distancia, son la vía que contiene mayor cantidad de virus y que es más eficiente para transmitir (la enfermedad)”, señaló.
A juicio del también investigador del Magíster en Salud Pública de la Universidad de Santiago, la carta abierta escrita por los científicos, “no cambia mucho, en la práctica, lo que deben ser las medidas de prevención”.
“Ellos proponen ventilación, como se propone también en otras instancias, ante otras vías de transmisión; distanciamiento y uso de mascarillas. Por lo tanto, las medidas no cambian demasiado. Me parece interesante desde el punto de vista académico, pero se necesita mayor evidencia para determinar que esto es una vía importante desde el punto de vista epidemiológico”, remarcó.
De acuerdo a García, la propagación del virus por suspensión prolongada en el aire “puede darse en casos puntuales, bien excepcionales, pero no como una vía que nos pueda justificar las grandes curvas de contagio que hemos tenido”.