Coro Sinfónico Usach estrena en Santiago la “Cantata Nuestra Madre Grande”, creada por prisioneros en Isla Dawson
En diciembre de 1973, Manuel Luis Rodríguez (1949) estaba en el campo de concentración que la dictadura había instalado recién en la inhóspita Isla Dawson, en el extremo sur de Chile. Detenido por su activa militancia en el gobierno de la Unidad Popular, escribió un conjunto de poemas alegóricos sobre Latinoamérica y los entregó a uno de sus compañeros de presidio: Fernando Lanfranco (1950), estudiante de la sede regional de la Universidad Técnica del Estado (UTE) y dirigente de las Juventudes Comunistas, quien asumió la misión de poner música a esos versos.
Guitarrista y cantante aficionado desde sus años escolares, Lanfranco dividió los textos en diez partes y los ordenó como relatos y canciones, a la manera de las cantatas populares de Luis Advis (1935-2004) que tanto admiraba. Luego le pidió a Marco Antonio Barticevic (1952), otro estudiante de la UTE recluido en la isla, que transcribiera esa música en partituras. Ese proceso duró un par de años, mientras los tres pasaban también por los regimientos Cochrane y Pudeto y por la Cárcel Pública de Punta Arenas, antes de ser exiliados y relegados. Con ayuda de familiares y amigos, lograron que textos y partituras salieran de esos centros de detención y tortura. Así se gestó una obra que tardó 50 años en ver la luz.
Nuestra Madre Grande, como se titula la obra, fue estrenada el año pasado en Punta Arenas, al conmemorarse medio siglo desde el golpe de Estado, y ahora se podrá escuchar por primera vez en Santiago: este miércoles 24 de abril a las 19:30 horas, en el Teatro Aula Magna Usach, será interpretada por el Coro Sinfónico Usach y un grupo de invitados, en un concierto que además contempla un conversatorio y un adelanto de un documental que el realizador Pablo Guzmán prepara sobre la obra. Las entradas son gratuitas y se pueden encontrar en Portaltickets.
“Más allá de lo musical, lo principal de esta obra es la historia que cuenta”, recalca Andrés Bahamondes, director del Coro Sinfónico Usach. “Es una música que sobrevive como símbolo de esperanza, de salir del cautiverio y sobreponerse a una situación que no todos superan. Sacar la música desde los campos de prisioneros es una gesta y el recorrido que hicieron esos papeles hasta convertirse en una obra musical es una historia que había que contar. Después, la música es muy linda”, agregó.
En poco más de 35 minutos, la Cantata Nuestra Madre Grande toma elementos de géneros como la cueca, la refalosa, la zamba y la guajira, que el coro abordará junto a tres solistas y un ensamble de guitarra, tiple, charango, tres cubano, zampoña, quena, bajo y percusión. “Eran ritmos comunes en la época, con la influencia de la Nueva Canción Chilena. Hay una reminiscencia de Víctor Jara, Quilapayún, de la misma Violeta (Parra) y de Rolando Alarcón, porque eran los músicos y escritores que nos llamaban la atención”, describe Fernando Lanfranco. “Cuando estaba en el liceo, yo tuve un grupo al mejor estilo de Las Cuatro Brujas y Los Cuatro Cuartos, donde lo más rico era la armonía vocal, y eso también se traslada a la cantata”.
Para Lanfranco, la cantata también tiene un valor que va más allá de lo estrictamente musical: “No construimos algo desde la rabia y la revancha, a pesar del horror que nos tocó vivir: la tortura, el maltrato físico, la mala salud y alimentación, la constante vigilancia. En esas condiciones, para enrostrarle el terror a la dictadura, decidimos construir belleza. Eso nos llena de orgullo y ahora estamos convencidos de que era importante mostrarlo”, explica. “Decidimos construir esto y dejarlo como una muestra de que la belleza es posible en las condiciones más negativas”.
Conversatorio y documental
El programa se iniciará con el himno de UTE, que tiene varios vínculos con la Cantata Nuestra Madre Grande. No solo dos de sus autores eran estudiantes de la universidad, sino que el propio rector Enrique Kirberg (1915-1992) fue uno de los prisioneros que estuvieron en Isla Dawson.
Al finalizar, el Coro Sinfónico Usach interpretará “Tamo daleko”, una canción tradicional serbia de inicios del siglo XX, que era conocida entre los inmigrantes que llegaron a la región de Magallanes y fue cantada por los detenidos en el campo de concentración.
Antes del concierto, Fernando Lanfranco y Manuel Luis Rodríguez participarán de una conversación en la que introducirán la obra y profundizarán en algunos de sus elementos. De la instancia también participará el realizador Pablo Guzmán, quien mostrará un anticipo de un documental que prepara sobre la cantata.
Conoce el programa en el siguiente link.