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Académico advierte sobre efectos negativos del tabaco en embarazadas y adolescentes

Académico advierte sobre efectos negativos del tabaco en embarazadas y adolescentes

Tras la conmemoración del Día Mundial sin Tabaco, llevada a cabo el pasado 31 de mayo, la Organización Mundial de la Salud enfatizó en la necesidad de proteger a niños, niñas y adolescentes de la influencia de la industria tabacalera, cuyas nuevas estrategias, acusó, buscan atraer a dicho público mediante redes sociales y la promoción de nuevos productos, tales como los cigarrillos electrónicos. La Organización Panamericana de la Salud (OPS/OMS) subraya en que las y los infantes y jóvenes que hacen uso de estos últimos poseen el doble de riesgo de volverse  adictos a la nicotina en la adultez.

Para el Dr. Jairo Vanegas López, académico de la Escuela de Obstetricia y Puericultura de nuestra Facultad, el uso de cigarrillos electrónicos “se ha asociado a trastornos pulmonares e insuficiencia respiratoria, enfermedades cardiovasculares y problemas a nivel del sistema nervioso central, principalmente por neurotoxicidad”.

El doctor en Salud Pública y especialista en la materia, recalca que “la nicotina es capaz de aumentar la actividad neuronal con mayor efecto en el cerebro adolescente, en comparación con el adulto. La exposición crónica a este compuesto durante dicho periodo de vida tiene consecuencias negativas a largo plazo, reduciendo la función cognitiva, lo que podría conducir a una reducción de la capacidad de atención”.

Tabaco y maternidad

El investigador de la Usach enfatiza en que los peligros para la salud del consumo de tabaco y sustancias con nicotina se complica aún más cuando se trata de mujeres embarazadas, siendo un factor de riesgo para la salud materno infantil. “Múltiples estudios muestran un mayor riesgo de complicaciones obstétricas, tasas más altas de abortos espontáneos, embarazos ectópicos, desprendimiento de placenta y partos prematuros, en comparación con quienes no fuman”, asevera.

Vanegas explica que la exposición al humo del tabaco perjudica también la salud del feto, incrementando las probabilidades de muerte fetal y los problemas de crecimiento y desarrollo de este. “Además, las y los recién nacidos de mujeres fumadoras pueden experimentar un mayor riesgo de afecciones respiratorias, cánceres, problemas en el neurodesarrollo y el comportamiento”, señala el docente. A lo anterior, el académico agrega que “dichos niños y niñas poseen más riesgo de sufrir sobrepeso y obesidad en edad más avanzada”.

Aunque el experto destaca los avances en la reducción de las tasas de consumo de tabaco, “es relevante seguir desarrollando estrategias que lo regulen. Los niños, niñas y adolescentes deben ser el foco principal de las campañas antitabaco y se deben aplicar intervenciones en mujeres embarazadas, pues los efectos del tabaco se extienden más allá del periodo de gestación, impactando en la salud del recién nacido hasta la edad adulta”, expone Vanegas.

Mortalidad materna: ¿Cómo andamos por casa? Columna de opinión de Gonzalo Leiva

Mortalidad materna: ¿Cómo andamos por casa? Columna de opinión de Gonzalo Leiva

De acuerdo a datos disponibles, el año pasado, en el mundo murieron 273 mil 500 mujeres por causas del embarazo, parto ó el puerperio (período inmediatamente después del parto). Es decir, cada una hora en el mundo fallecen 32 mujeres. Llama la atención que el 65 por ciento de la mortalidad materna mundial se concentre en sólo once países: Afganistán, Bangladesh, Congo, Etiopía, India, Indonesia, Kenia, Nigeria, Pakistán, Sudán, y Tanzania.

Pero, ¿cómo andamos en la Región? América revela cifras muy dispares, por lo que presentar un promedio de la Región no tiene sentido. Chile ocupa el segundo lugar del continente con la tasa más baja de mortalidad materna, 16 por cada 100 mil nacidos vivos, sólo por debajo de Canadá que tiene una tasa de 9 por cada 100 mil. El país con la mayor mortalidad materna del continente es Haití, con 300 por cada 100 mil nacidos vivos.

Es decir, Chile es el segundo país más seguro para ser madre, lo que en ningún caso significa que sea el segundo mejor país para serlo. Más adelante explicaré eso.

Cabe preguntarse: ¿siempre tuvimos estas buenas cifras? Hace poco, un grupo de investigadores chilenos publicaron un estudio en el que analizaban las tasas de mortalidad materna desde el año 1957 hasta el 2008. Chile pasa de una tasa de 270 por cada 100 mil a 16 por cada 100 mil, lo que representa un descenso de un 93 por ciento en 50 años.  Los investigadores señalan que los dos factores que más influyeron en disminuir la mortalidad materna fueron las políticas educacionales y los planes de atención prenatal implementados desde la década de los años 60’. Además, las principales causas de muerte también se han modificado en este medio siglo; ya las mujeres no se mueren mayoritariamente por condiciones propias del embarazo, sino por condiciones previas e indirectas como enfermedades cardiovasculares, hipertensión, etc.

En esta misma línea, en 2012 el informe anual de “Save the children”, ubicó a Chile en los lugares 15, 20 y 5 como mejor país pasa ser madre, ser mujer y ser niño respectivamente, todo esto en el grupo de los países en vías de desarrollo. Me quiero concentrar en analizar el ranking sobre el mejor país para ser madre, en el que ocupamos un pobre 15º lugar. Además, si hacemos un desglose en Latinoamérica, las sorpresas son peores, ya que sólo nos alcanza para ubicarnos en la séptima posición. La pregunta que surge de inmediato es: ¿cómo podemos ocupar un séptimo lugar como mejor país para ser madre, si en Chile tenemos la tasa más baja de mortalidad materna e infantil de toda Latinoamérica? La respuesta es simple, no sólo se consideran indicadores “biomédicos” para elaborar el ranking sino que también determinantes sociales, y son justamente ésas las que nos castigan. Si analizamos el estudio de “Save the children”, vemos que los siete países latinoamericanos que nos superan (Cuba, Brasil, Argentina, Colombia, Barbados y Costa Rica), tienen mejores indicadores en áreas como escolaridad materna, matrículas en atención primaria y secundaria, diferencia de sueldo hombre-mujer y participación política de la mujer. Es decir, este informe no nos viene a decir nada que no sepamos, las determinantes sociales son claves.

Hoy Chile, en términos biomédicos, ha llegado a estándares muy altos, pero cuando comenzamos a integrar salud y determinantes sociales, descubrimos que realmente las cosas distan mucho de ser óptimas.

Hace poco más de un año en unas jornadas de actualización en Obstetricia, los expositores señalaron que “es muy difícil disminuir las tasas de mortalidad actuales en términos significativos, y estamos llegando al límite de lo que podemos manejar”. Por lo tanto, más que concentrarnos en eso, hoy el foco debería ponerse en aquellos elementos que de manera indirecta afectan la salud y el bienestar de las madres en Chile.

(*) Gonzalo Leiva es obstetra; Magíster en Administración en Salud y académico de la Escuela de Obstetricia y Puericultura de la U. de Santiago.

 

Mortalidad materna: ¿Cómo andamos por casa? Columna de opinión de Gonzalo Leiva

Mortalidad materna: ¿Cómo andamos por casa? Columna de opinión de Gonzalo Leiva

De acuerdo a datos disponibles, el año pasado, en el mundo murieron 273 mil 500 mujeres por causas del embarazo, parto ó el puerperio (período inmediatamente después del parto). Es decir, cada una hora en el mundo fallecen 32 mujeres. Llama la atención que el 65 por ciento de la mortalidad materna mundial se concentre en sólo once países: Afganistán, Bangladesh, Congo, Etiopía, India, Indonesia, Kenia, Nigeria, Pakistán, Sudán, y Tanzania.

Pero, ¿cómo andamos en la Región? América revela cifras muy dispares, por lo que presentar un promedio de la Región no tiene sentido. Chile ocupa el segundo lugar del continente con la tasa más baja de mortalidad materna, 16 por cada 100 mil nacidos vivos, sólo por debajo de Canadá que tiene una tasa de 9 por cada 100 mil. El país con la mayor mortalidad materna del continente es Haití, con 300 por cada 100 mil nacidos vivos.

Es decir, Chile es el segundo país más seguro para ser madre, lo que en ningún caso significa que sea el segundo mejor país para serlo. Más adelante explicaré eso.

Cabe preguntarse: ¿siempre tuvimos estas buenas cifras? Hace poco, un grupo de investigadores chilenos publicaron un estudio en el que analizaban las tasas de mortalidad materna desde el año 1957 hasta el 2008. Chile pasa de una tasa de 270 por cada 100 mil a 16 por cada 100 mil, lo que representa un descenso de un 93 por ciento en 50 años.  Los investigadores señalan que los dos factores que más influyeron en disminuir la mortalidad materna fueron las políticas educacionales y los planes de atención prenatal implementados desde la década de los años 60’. Además, las principales causas de muerte también se han modificado en este medio siglo; ya las mujeres no se mueren mayoritariamente por condiciones propias del embarazo, sino por condiciones previas e indirectas como enfermedades cardiovasculares, hipertensión, etc.

En esta misma línea, en 2012 el informe anual de “Save the children”, ubicó a Chile en los lugares 15, 20 y 5 como mejor país pasa ser madre, ser mujer y ser niño respectivamente, todo esto en el grupo de los países en vías de desarrollo. Me quiero concentrar en analizar el ranking sobre el mejor país para ser madre, en el que ocupamos un pobre 15º lugar. Además, si hacemos un desglose en Latinoamérica, las sorpresas son peores, ya que sólo nos alcanza para ubicarnos en la séptima posición. La pregunta que surge de inmediato es: ¿cómo podemos ocupar un séptimo lugar como mejor país para ser madre, si en Chile tenemos la tasa más baja de mortalidad materna e infantil de toda Latinoamérica? La respuesta es simple, no sólo se consideran indicadores “biomédicos” para elaborar el ranking sino que también determinantes sociales, y son justamente ésas las que nos castigan. Si analizamos el estudio de “Save the children”, vemos que los siete países latinoamericanos que nos superan (Cuba, Brasil, Argentina, Colombia, Barbados y Costa Rica), tienen mejores indicadores en áreas como escolaridad materna, matrículas en atención primaria y secundaria, diferencia de sueldo hombre-mujer y participación política de la mujer. Es decir, este informe no nos viene a decir nada que no sepamos, las determinantes sociales son claves.

Hoy Chile, en términos biomédicos, ha llegado a estándares muy altos, pero cuando comenzamos a integrar salud y determinantes sociales, descubrimos que realmente las cosas distan mucho de ser óptimas.

Hace poco más de un año en unas jornadas de actualización en Obstetricia, los expositores señalaron que “es muy difícil disminuir las tasas de mortalidad actuales en términos significativos, y estamos llegando al límite de lo que podemos manejar”. Por lo tanto, más que concentrarnos en eso, hoy el foco debería ponerse en aquellos elementos que de manera indirecta afectan la salud y el bienestar de las madres en Chile.

(*) Gonzalo Leiva es obstetra; Magíster en Administración en Salud y académico de la Escuela de Obstetricia y Puericultura de la U. de Santiago.

 

Mortalidad materna: ¿Cómo andamos por casa? Columna de opinión de Gonzalo Leiva

Mortalidad materna: ¿Cómo andamos por casa? Columna de opinión de Gonzalo Leiva

De acuerdo a datos disponibles, el año pasado, en el mundo murieron 273 mil 500 mujeres por causas del embarazo, parto ó el puerperio (período inmediatamente después del parto). Es decir, cada una hora en el mundo fallecen 32 mujeres. Llama la atención que el 65 por ciento de la mortalidad materna mundial se concentre en sólo once países: Afganistán, Bangladesh, Congo, Etiopía, India, Indonesia, Kenia, Nigeria, Pakistán, Sudán, y Tanzania.

Pero, ¿cómo andamos en la Región? América revela cifras muy dispares, por lo que presentar un promedio de la Región no tiene sentido. Chile ocupa el segundo lugar del continente con la tasa más baja de mortalidad materna, 16 por cada 100 mil nacidos vivos, sólo por debajo de Canadá que tiene una tasa de 9 por cada 100 mil. El país con la mayor mortalidad materna del continente es Haití, con 300 por cada 100 mil nacidos vivos.

Es decir, Chile es el segundo país más seguro para ser madre, lo que en ningún caso significa que sea el segundo mejor país para serlo. Más adelante explicaré eso.

Cabe preguntarse: ¿siempre tuvimos estas buenas cifras? Hace poco, un grupo de investigadores chilenos publicaron un estudio en el que analizaban las tasas de mortalidad materna desde el año 1957 hasta el 2008. Chile pasa de una tasa de 270 por cada 100 mil a 16 por cada 100 mil, lo que representa un descenso de un 93 por ciento en 50 años.  Los investigadores señalan que los dos factores que más influyeron en disminuir la mortalidad materna fueron las políticas educacionales y los planes de atención prenatal implementados desde la década de los años 60’. Además, las principales causas de muerte también se han modificado en este medio siglo; ya las mujeres no se mueren mayoritariamente por condiciones propias del embarazo, sino por condiciones previas e indirectas como enfermedades cardiovasculares, hipertensión, etc.

En esta misma línea, en 2012 el informe anual de “Save the children”, ubicó a Chile en los lugares 15, 20 y 5 como mejor país pasa ser madre, ser mujer y ser niño respectivamente, todo esto en el grupo de los países en vías de desarrollo. Me quiero concentrar en analizar el ranking sobre el mejor país para ser madre, en el que ocupamos un pobre 15º lugar. Además, si hacemos un desglose en Latinoamérica, las sorpresas son peores, ya que sólo nos alcanza para ubicarnos en la séptima posición. La pregunta que surge de inmediato es: ¿cómo podemos ocupar un séptimo lugar como mejor país para ser madre, si en Chile tenemos la tasa más baja de mortalidad materna e infantil de toda Latinoamérica? La respuesta es simple, no sólo se consideran indicadores “biomédicos” para elaborar el ranking sino que también determinantes sociales, y son justamente ésas las que nos castigan. Si analizamos el estudio de “Save the children”, vemos que los siete países latinoamericanos que nos superan (Cuba, Brasil, Argentina, Colombia, Barbados y Costa Rica), tienen mejores indicadores en áreas como escolaridad materna, matrículas en atención primaria y secundaria, diferencia de sueldo hombre-mujer y participación política de la mujer. Es decir, este informe no nos viene a decir nada que no sepamos, las determinantes sociales son claves.

Hoy Chile, en términos biomédicos, ha llegado a estándares muy altos, pero cuando comenzamos a integrar salud y determinantes sociales, descubrimos que realmente las cosas distan mucho de ser óptimas.

Hace poco más de un año en unas jornadas de actualización en Obstetricia, los expositores señalaron que “es muy difícil disminuir las tasas de mortalidad actuales en términos significativos, y estamos llegando al límite de lo que podemos manejar”. Por lo tanto, más que concentrarnos en eso, hoy el foco debería ponerse en aquellos elementos que de manera indirecta afectan la salud y el bienestar de las madres en Chile.

(*) Gonzalo Leiva es obstetra; Magíster en Administración en Salud y académico de la Escuela de Obstetricia y Puericultura de la U. de Santiago.

 

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