1849 - 2018
La comunidad de la Universidad de Santiago conmemora, este año, el 169º aniversario de su fundación y es señalada como una de las más antiguas y tradicionales corporaciones de educación superior del país.Concentra sus actividades en el Área Metropolitana y, en particular, realiza sus labores de docencia, investigación y extensión en su propio campus de 32 hectáreas, en el tradicional barrio de Estación Central.
En investigación, ha destacado por sus logros en la participación de proyectos nacionales e internacionales y en el aporte a diversos campos del conocimiento. Singular esfuerzo se ha puesto en la vinculación universidad-empresa con el propósito de que los trabajos de los investigadores tengan una estrecha relación con las necesidades socio-económicas del país y con la urgencia que demanda el sector industrial para mejorar y hacer más limpios y sanos para la salud humana sus procesos productivos.
En el ámbito cultural y de extensión, se desarrolla una vasta labor a través de la realización de una completa Temporada de Conciertos , programas de exposiciones, conferencias, temporadas de teatro, música folclórica y cursos diversos. Las actividades de extensión se complementan con múltiples encuentros deportivos en diversas disciplinas que se desarrollan en las complejas instalaciones propias y que se ofrecen diariamente a sus alumnos, funcionarios y académicos, pero también a los vecinos.
Se trata de una Universidad compleja y completa, que registra más de 22.000 estudiantes de pre y postgrado y cuenta con ocho facultades que cubren las principales actividades del conocimiento (Ingeniería, Humanidades, Ciencia, Administración y Economía, Química y Biología, Ciencias Médicas, Tecnológica y Derecho)
En suma, la comunidad de la Universidad de Santiago, corporación cuya tradición se registra en tres siglos, desde 1849 hasta nuestros días, mira con optimismo el futuro, sacando lecciones de su historia para proyectarse como institución de educación superior al servicio de las personas y la sociedad chilena.
Sus comienzos
El nacimiento de la Escuela de Artes y Oficios, Alma Mater de nuestra Universidad, está asociado a las necesidades de desarrollo del país. Las instituciones más importantes de mediados del siglo XIX, entre ellas la Sociedad Nacional de Agricultura, plantearon la introducción de la enseñanza técnico práctica en el menor tiempo posible, como una forma de superar los problemas que impedían a Chile entrar en la ruta del progreso.
Estas inquietudes culminaron con la creación de la Escuela de Artes y Oficios, mediante un decreto de fecha 6 de julio de 1849, bajo el Gobierno de Manuel Bulnes, siendo ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública Manuel Montt. En este documento se nombraba como superintendente de la EAO a Salvador Sanfuentes y como director al profesor francés Jules Jariez. Este documento fue la concreción de muchos trabajos que se habían realizado previamente: diseño de planes de estudio, contratación de profesores en el extranjero, búsqueda de recursos monetarios y físicos, entre otros.
Otro decreto estableció la apertura de la Escuela el 18 de septiembre de 1849, con Talleres de Carpintería, Herrería, Mecánica y Fundición, en los cuales se distribuyeron veinticuatro alumnos seleccionados, 12 de Santiago y 12 de provincia. La Escuela debía entregar los medios para que "se labrase la felicidad futura, constituyendo un factor importante para el progreso industrial".
Nuevo edificio
La Escuela fue adquiriendo cada vez mayor prestigio. La cantidad de alumnos, que iba en aumento, la obligaron a expandirse y a contar con mayor número de profesores. En 1886, se le asignaron terrenos en el costado sur de la Quinta Normal de Agricultura, en la Avenida Chuchunco -actual Ecuador- para la construcción de su nuevo y definitivo edificio, hoy monumento histórico.
Solidez institucional
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El proceso de evolución y desarrollo de la Escuela de Artes y Oficios en Santiago, se realizó simultáneamente con el de las Escuelas de Minas de Copiapó, La Serena y Antofagasta, que habían contribuido al crecimiento de la industria minera en el norte. Del mismo modo, las Escuelas Industriales de Concepción, Temuco y Valdivia cumplieron el propósito de preparar la mano de obra que requería el desarrollo industrial regional.
Estas Escuelas, que se fueron creando con posterioridad a la EAO, más tarde, pasaron a ser sedes de la Universidad Técnica del Estado.
En 1936 se aprobaron nuevos planes que facultaban a la EAO para otorgar los grados de oficio, de técnico y de ingeniero industrial. Con la creación de la CORFO en 1936 y el mayor esfuerzo industrializador por parte del sector público, se dieron las condiciones para que la institución tuviese un mejoramiento cuantitativo y cualitativo, pasando a ser parte de una planificación amplia del desarrollo del país.
De la Escuela de Artes y Oficios a la Escuela de Ingenieros Industriales
Los estudiantes que egresaban de la EAO anhelaban una formación más especializada, de acuerdo al desarrollo del país, por lo cual, poco a poco, se fue gestando lo que sería la Escuela de Ingenieros Industriales.
Este nuevo establecimiento nació bajo la presidencia de Pedro Aguirre Cerda, y su Decreto de fundación, de fecha 6 de julio de 1940, señalaba las condiciones de ingreso a las especialidades de Mecánica, Electricidad, Metalurgia, Química y Minas. Esta Escuela dio origen a la "Facultad de Ingeniería" de la Universidad Técnica del Estado, cuyo Primer Director fue Enrique Froemel. En dicha Facultad se formaron distinguidos académicos que han enseñado en nuestra Universidad y profesionales que han demostrado reconocidas capacidades intelectuales y valóricas.
El Instituto Pedagógico Técnico
El crecimiento e importancia de la enseñanza técnico profesional llevaron a las autoridades educacionales a crear en 1944 el Instituto Pedagógico Técnico para "preparar los profesores de las Escuelas Industriales y de Minas, de Artesanos, Técnica Femenina y comercial".
La misión del Instituto Pedagógico Técnico (IPT) estaba establecida en el Reglamento Interno del establecimiento: "formar al profesorado para la enseñanza profesional de Chile, dándole fundamentalmente la orientación económica y técnica que caracteriza a esta rama de la educación. La orientación social y cívica que proporciona a los futuros profesores tiende a formar la personalidad del verdadero maestro dinámico y realizador, con afán de perfeccionamiento, con espíritu de responsabilidad, de servicio y solidaridad social y con sólidos fundamentos morales".
Más tarde, el Instituto Pedagógico Técnico, cuyo primer director fue Eliodoro Domínguez, pasó a ser parte de la Universidad Técnica del Estado y, actualmente, su heredera es la Facultad de Humanidades.
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Entre los objetivos de esta nueva entidad estaba el impulsar la enseñanza técnico-profesional, el cultivo de la ciencia y mantener relaciones con la industria. La premisa gubernamental era clara: la economía nacional tenía que orientarse al aprovechamiento total de los recursos.
En el salón rojo de La Moneda, el Presidente González Videla firmó el 8 de febrero de 1952 el decreto promulgatorio del Estatuto Orgánico de la UTE. En su discurso señaló la importancia de este paso, que en sus palabras, daba inicio a "una nueva jornada fecunda en la historia del progreso industrial y cultural de Chile".
La Universidad Técnica del Estado congregó a las principales escuelas politécnicas del país. Éstas fueron la EAO y la Escuela de Ingenieros Industriales, en Santiago, la Escuela de Minas de Copiapó, la Escuela de Minas de Antofagasta, la Escuela de Minas de La Serena, la Escuela Industrial de Concepción y la Escuela Industrial de Valdivia. Más tarde, se agregaron la Escuela Industrial de Temuco y el Instituto Pedagógico Técnico. En 1963 se crearon, además, sedes en Talca y Punta Arenas.
La minería, la industria del acero y del petróleo, el impulso y desarrollo de la empresa nacional de electricidad, la industria metalmecánica y el perfeccionamiento de la industria pesquera fueron, entre muchas otras, las actividades beneficiadas con las nuevas generaciones de técnicos e ingenieros de la UTE, quienes además de una sólida formación demostraron un fuerte compromiso país, sello que marcaría a egresados y egresadas de la Institución.
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Por disposición gubernamental, en 1981, la Universidad pierde todas sus sedes regionales y se concentra en la Región Metropolitana. La sede de Punta Arenas dio origen al Instituto Profesional de la ciudad y más tarde a la Universidad de Magallanes. El Instituto Tecnológico de Puerto Montt se convirtió en el Instituto Profesional de Osorno, y el de Valdivia quedó traspasado al Instituto Profesional de esa ciudad.
La sede de Temuco originó la nueva Universidad de La Frontera, la de Concepción pasó a formar parte de la Universidad de Bío-Bío y la de Talca se integró al Instituto Profesional que daría origen a la Universidad de Talca.
En el norte, la sede Copiapó se transformó en el Instituto Profesional de Copiapó y luego en la Universidad de Atacama. Finalmente, la sede de La Serena se convirtió en la Universidad de La Serena y la de Antofagasta en la Universidad de Antofagasta.
Con el advenimiento de la Democracia se acabó la modalidad de los rectores designados para volver a ser elegidos por los académicos del Plantel y ratificados por el Ejecutivo.
La normalización de la vida democrática trajo aparejado para la U. de Santiago la creación de nuevas carreras que modificaron el perfil científico que le caracterizaba. La primera en aparecer fue Periodismo, en 1992. Le siguieron en 1993 las carreras de Psicología, Arquitectura, Medicina, Enfermería, Obstetricia y Puericultura, y en 1994 el programa de Bachillerato en Ciencias y Humanidades.
Actualmente el Plantel cuenta con ocho facultades: Administración y Economía, Ciencia, Ciencias Médicas, Humanidades, Ingeniería, Tecnológica, Química y Biología, y Derecho (creada en 2016).