- Bioquímica de profesión y con sólo 29 años, trabaja actualmente con el virus del SIDA, como parte de su primer año de postdoctorado, luego de haber desarrollado diversas investigaciones sobre salmones.
Daniela Toro Ascuy no sólo se tituló en la nuestra Universidad como bioquímica. También cursó el doctorado de Microbiología. Hoy, a sus 29 años, se desempeña como investigadora de postdoctorado. A pesar de su juventud, acumula una importante trayectoria en investigación y docencia.
Siempre con excelencia académica, su gran fortaleza en el colegio radicaba en las matemáticas. “Para mí siempre fue un juego. De hecho, todos pensaban que estudiaría ingeniería”, recuerda sobre su etapa escolar, agradeciendo el apoyo incondicional de su familia en todas sus decisiones.
Con mucho orgullo relata que su papá también se tituló en esta Casa de Estudios Superiores, como profesor de Matemática, aunque hoy trabaja como gerente de compras en una empresa que importa repuestos para autos. Su mamá, en tanto, trabajaba como secretaria de gerencia. A ellos se suma su hermano mayor, abogado, a quien considera su gran compañero.
De la medicina a la bioquímica
Sus primeras aproximaciones con la investigación no se dieron precisamente en un laboratorio. “Mi prima más cercana tuvo una enfermedad, que en ese momento era muy poco común, linfogestasis intestinal, considerada hoy como un cáncer. Los médicos no supieron tratarla”, lamenta. Fueron cinco complicados años para la familia. Su prima falleció cuando Daniela tenía 17 años. “Me propuse estudiar medicina para dedicarme a la investigación”, confiesa, iniciando así un camino ligado a los laboratorios.
Sin embargo, durante su proceso de postulación a la educación superior descubrió la Bioquímica. “Mi objetivo era la investigación y esta carrera me conduciría directamente a eso, por lo que no lo dudé, especialmente por tratarse de esta Universidad”, aclara.
A partir de su primer año académico, en 2005, son frecuentes los viajes desde y hacia su hogar en Puente Alto. “Salía a las 6:30 de la mañana y muchas veces llegaba a mi casa muy tarde en la noche”, rememora, añadiendo que “aunque te da una flexibilidad en los horarios, la investigación exige mucho tiempo. Hay experimentos que implican presencia permanente en el laboratorio”.
Y tal como agradece los vínculos de amistad generados con sus compañeros, también valora la calidad de los académicos. “Durante mi pregrado tuve excelente docentes e investigadores. Recuerdo a Kevin Maisey, quien impartía todos los ramos biólogos, incluidos los laboratorios”, explica. El mismo académico que se transformaría en su cotutor, junto a la Dra. Mónica Imarai, durante su proceso de tesis. “Gran parte de mi base como bioquímica es gracias a él”, reconoce. Su desafío era caracterizar el sistema inmune de los salmones.
Nuevas posibilidades: Despega Usach
En 2010 Daniela se titula de bioquímica. Ese mismo año postula al doctorado en Microbiología, junto a una beca de Conicyt. Al siguiente comienza sus estudios, cuya tesis, bajo la tutoría del Dr. Marcelo Cortez, académico del Departamento de Biología, también se centra en el ámbito de los salmones.
Paralelamente Daniela postula a un proyecto de Valorización de Investigación Universitaria (VIU) de Fondef. “Postulé con mi tesis de doctorado, que trata sobre el desarrollo de un sistema de genética reversa para el virus de la anemia infecciosa del salmón, es decir, el virus ISA. Entonces, a partir de varias moléculas de ADN, incorporadas en una célula, pude generar un virus y, conociendo sus propiedades, manipularlo, lo que me permite, por ejemplo, generar nuevas vacunas”, detalla.
Un sistema que se había intentado desarrollar en varios países, como Francia y Canadá, sin que nadie pudiera conseguirlo. “Incluso grupos de investigación con muchos recursos disponibles”, advierta la académica. Por ello, no duda en destacar el logro alcanzado junto a su tutor al hacer funcionar el sistema propuesto. De hecho, la investigación fue patentada. Daniela cursaba el segundo año del doctorado, cuando aparece una nueva posibilidad: el Concurso Despega Usach.
Una instancia organizada por la Vicerrectoría de Investigación, Desarrollo e Innovación para los estudiantes, y que hoy, en su segunda versión, se encuentra en etapa de selección entre los proyectos postulados. “Era importante aprovechar los seminarios y capacitaciones sobre modelos de negocios y así retroalimentarnos como equipo”, asegura. Finalmente, su proyecto fue uno de los cinco ganadores.
Investigadora, docente y futbolista
Luego de dos semanas en el Stanford Research Institute de San Francisco, Estados Unidos, Daniela confirma su excelente preparación como investigadora. “Me dijeron que la importancia de mi proyecto es de alcance internacional, por lo que debo desarrollarlo pensando no sólo en Chile”, advierte. De hecho, la patente también está en trámite en Canadá, Estados Unidos y Noruega.
Por ello no duda en definir su paso por la Universidad de Santiago como una gran experiencia, al recordar que “durante el doctorado tuve la posibilidad de hacer clases y codirigir a varios estudiantes del Dr. Marcelo Cortez, quien recién se había ganado un Fondecyt de iniciación”.
Ya suma varias publicaciones: papers propios y colaboraciones con otros investigadores, además de sus tesis de pregrado y doctorado y dos patentes de investigación. En lo inmediato, debería viajar a Francia y Estados Unidos por su actual proyecto de postdoctorado.
Hoy Daniela vive en Santiago Centro. Practica yoga y todos los miércoles por la noche juega fútbol en una liga. “Dentro de la cancha soy polifuncional. Puedo parchar todos los puestos, incluso en el arco, aunque me gusta más jugar de delantera”, reconoce. Actividades que le ayudan a mantener controlada la diabetes tipo 1 que le fue detectada hace tres años.
Actualmente, como Dra. en Microbiología y en su primer año de postdoctorado, se desempeña como investigadora en el Laboratorio de Virología Molecular y Celular de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, junto al Dr. Ricardo Soto Riffo, también bioquímico egresado de la Universidad de Santiago. “Él trabaja con el virus del SIDA, un tema que me atrajo muchísimo. Mi objetivo era estudiar e investigar para salvar vidas humanas. Por eso decidí retomar el foco inicial”, aclara.
Además, imparte clases de virología a estudiantes de doctorado y codirige a tesistas. “Soy feliz enseñando. Es algo muy gratificante”, concluye.