Más de 40 episodios críticos de la calidad del aire en Santiago, en lo que va el año, han hecho reflotar la idea de aplicar restricción vehicular a automóviles con sello verde.
“Esperamos dentro del próximo mes presentar un proyecto, que se enmarca dentro de las ideas debatidas en la comisión de Pro Movilidad, para establecer una restricción permanente de catalíticos”, anunció el ministro de Transporte y Telecomunicaciones, Andrés Gómez-Lobo.
La comisión que hace mención la autoridad, fue creada en junio del año pasado, con el fin de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos a través de medidas que modernicen el transporte público y contribuyan a descongestionar los grados que existen en diversas ciudades del país.
El organismo que está encabezado por la Presidenta Michelle Bachelet y el ministro de Transporte y Telecomunicaciones, está integrado por una larga lista de expertos pertenecientes a diversos ámbitos, como el servicio público, la arquitectura, la ingeniería y las ciencias sociales.
Su propósito es instaurar mecanismos que permitan establecer “procesos ampliamente participativos de la ciudadanía y de los diferentes actores involucrados, las propuestas y consensos que permitan arribar a un conjunto de medidas de corto, mediano y largo plazo, ordenadas en torno a un plan, orientadas a mitigar la congestión en las ciudades de nuestro país”, como consigna su sitio en internet.
La situación actual
Para el académico del Departamento de Física de la U. de Santiago, Dr. Ernesto Gramsch Labra, la medida que vislumbra el gobierno, en su génesis es buena, pero no tendrá éxito si no se mejora el transporte público, en especial el Transantiago.
“En principio la idea es buena, pero tiene un problema grave: están prohibiendo una cierta actividad sin ninguna alternativa”, explica el Dr. Gramsch, mientras clarifica que “si no mejoran el transporte público, esta medida no va a servir” pues el sistema no está preparado para absorber el porcentaje extra de pasajeros que vendrán.
En otras palabras “están poniendo la carreta delante de los bueyes”, sentencia.
Los antecedentes positivos
En los días que se establece preemergencia, no pueden circulan autos con sello verde terminados en dos dígitos diferentes. En emergencia, en cambio, la prohibición aumenta al doble.
Concretamente aquello significa, en el primer caso, que un 6 por ciento menos de autos particulares transitan por las calles y, en el segundo, un 15.
Si bien las cifras son indudablemente positivas, para el Dr. Ernesto Gramsch es necesario adoptar medidas profundas, que ataquen el problema de fondo: el transporte público, en especial el Transantiago.
“Cuando se implementó el Transantiago, hubo mucha gente que dejó de utilizar el transporte público y, desde ese día, el número de vehículos ha aumentado más de lo que lo hacía antes del cambio”, explica el especialista. Enfatiza que, desde esa perspectiva, “el sistema de buses no cumple el objetivo para el cual fue diseñado”.
“Los mismos encargados de trasporte saben que, cuando se hizo el cambio del sistema de micros amarillas al Transantiago, bajó la cantidad de personas que utilizaban los autobuses. Por lo tanto el plan falló en lo más importante, es decir en transportar pasajeros”, expone el Dr. Gramsch.
Si bien lo ideal sería reducir a la mitad la cantidad de vehículos circulantes, se necesitan decisiones de largo plazo, enfatiza. Por ejemplo “aumentar las líneas de Metro, a muchas más o mejorar el sistema de buses cuya frecuencia actual es muy mala” propone el académico.
Aparentes soluciones que no funcionan
Cree el Dr. Gramsch, que de prosperar la restricción a vehículos catalíticos, se producirá un efecto totalmente diferente al esperado.
“Lo que ha ocurrido en muchos países, donde se ha implementado este tipo de medida, es que simplemente la gente empieza a comprar más autos, creando una alternativa para cuando corresponde restricción”, explica el investigador.
Turnos que incrementa el universo vehicular y contribuyen a congestionar las ciudades. “Cuando le toca a uno, usan el otro. Por lo tanto aumenta el parque vehicular y la medida no sirve”, reflexiona.
“Si es que no mejora el transporte público, esta medida no va a servir”, dice el Dr. Gramsch, insistiendo en su diagnóstico.
Respuestas como ‘usar el auto del vecino’ en días de restricción no funciona, estima el académico. Según éste, son adecuadas para lugares, donde los viajes son largos y aglutinan muchas personas.
“Si hay mucha gente que tiene que venir desde Buin a Santiago a trabajar, ellos podrían compartir auto”, sin embargo en la capital es difícil que pase eso, opina el Dr. Gramsch.
“Alguien que vive en Ñuñoa puede trabajar en Santiago, pero no necesariamente su vecino. Por lo tanto, no creo que sirva esa medida”, concluye.
El debate está abierto, y el académico de la Universidad de Santiago, Dr. Ernesto Gramsch, realiza un valiosísimo aporte a tan delicado asunto de contingencia nacional, como la contaminación atmosférica.