- La investigación que lidera el académico del Instituto de Estudios Avanzados (IDEA), Dr. José Santos, rescata más de 60 testimonios, textos en su mayoría desconocidos, analizados como discursos colmados de pensamiento filosófico.
¿Cómo abordar la prisión política en el Chile dictatorial desde la perspectiva filosófica? Este fue el primer desafío que el académico del Instituto de Estudios Avanzados (IDEA), Dr. José Santos, se impuso cuando decidió trabajar este tema. Existen estudios en América Latina y registros de casos europeos, como los que han realizado Hannah Arendt y Giorgio Agamben en el caso de las prisiones nazi, pero respecto de los campos de prisioneros durante la dictadura militar en Chile, no hay investigaciones de orden filosófico.
Debido a ello, el académico califica su proyecto Fondecyt Regular “Campos de prisioneros en Chile. Reconfiguración de los lugares y las subjetividades”, como el “pago de una deuda’’. “Es necesario hacerse cargo de este vacío, en el sentido de que la reflexión filosófica tiene que asumirlo. En Chile no se ha hecho nada al respecto, y no sólo sobre los campos de concentración, sino que no hay nada que tenga que ver con la dictadura. Se hacen trabajos teóricos abstractos, algunos de gran nivel, pero acerca de lo que pasó con la filosofía durante la dictadura, o sobre lo que fue la dictadura misma, no hay casi nada escrito”, explica.
Sobre los testimonios, el Dr. Santos señala que “preguntar sobre la veracidad o no de los testimonios es una falsa pregunta. No tiene ningún sentido. Cuando se relata una experiencia traumática, son recuerdos resignificativos, y el mismo gesto de testimoniar es parte del proceso de elaborar, de dar sentido. Está claro que los autores hacen ficción, a veces, cambian incluso los nombres, porque así les quedó grabado en sus recuerdos, pero no quiere decir que la veracidad del testimonio esté en juego”.
Uno de los ejes centrales del proyecto es el estudio de los “lugares de prisión”. Lo que interesa es estudiar la resignificación de estos espacios. Una de las cosas que más llama la atención es que el mismo lugar, sin tener modificaciones físicas importantes, cambia radicalmente de sentido, transformándose en distintos lugares, sin moverse o agregar un clavo a su estructura. Un ejemplo claro de esto es el Estadio Nacional, que pasó de ser un centro deportivo, a un lugar de prisión, y luego se desocupó para jugar las eliminatorias del mundial: Todo eso en tan sólo unos meses. Es por ello que el académico no pretende hacer un catastro de cada lugar, sino que su interés es trabajar a partir de la representación que los sujetos hacen de los lugares y ver a partir de ahí los cambios y las reconfiguraciones.
Con respecto a la subjetividad, que es el segundo eje del proyecto, el doctor explica que “en el contexto de prisión hay una transformación del sujeto, y eso es sistemático, es planificado, porque el objetivo es transformar a la persona en lo más básico, y no solo quitarle su identidad, sino que anularlo como humano, volviéndolo en algo tan primario, que sólo se alimente y duerma. Es así como las pequeñas acciones se vuelven centrales. A eso me refiero con que hay una reconfiguración de la subjetividad”.
En este contexto de reconfiguraciones los conceptos de felicidad y libertad adquieren nuevas dimensiones y parámetros. Por ejemplo, “es interesante observar lo que pasa con el tema de la felicidad. Alberto “Gato” Gamboa (periodista) relata que luego de su llegada a Chacabuco y después de hacer aseo y limpiar las casas, se sintieron contentos. Por primera vez en meses, después de haber sufrido horrores, tenían un lugar que pudieron arreglar y se sintieron a gusto.
Entonces es bello observar cómo nosotros, que lo tenemos prácticamente todo solucionado, nos cuesta tanto ser felices, pero cuando lo pierdes todo, se altera el concepto”, comenta Santos. En las prisiones aparece la idea de una suerte de “felicidad negativa”, es decir, falta de dolor.
Dentro de las proyecciones - a corto plazo- está la de instalar el tema de los estudios filosóficos sobre la dictadura como una línea de investigación sólida, que interese a muchas personas, para contribuir con ello a elaborar una experiencia traumática y, a su vez, que no se olvide todo lo sucedido.
“Creo que este trabajo es necesario y tiene que ver con una cierta amnesia que tenemos como chilenos. Me refiero a ese típico discurso de que ‘si ya pasó, no hay que seguir desenterrando huesitos’, que es insoportable, porque no vamos a ser un Chile mejor mientras no reconozcamos y sanemos, y tú no sanas haciendo como que no pasó nada. De hecho, hay que trabajarlo mucho, y no sólo la dictadura, sino la UP, toda esa época, y fuertemente porque es una historia que se nos cerró. Fue clausurada y hasta el día de hoy hay un sector que se queja señalando que hasta cuándo siguen con esos temas”, afirma el Dr. Santos.
Para el investigador “el panorama político chileno actual se me ha vuelto otro desde que estoy trabajando en este tema, porque todos los sujetos adquirieron otras dimensiones. Por supuesto que eso se entiende pues aparece todo un aparato conceptual que permite ver cosas que antes no veía, y bueno, eres otro. Eso es lo importante de investigaciones como ésta: que te cambien y que cambien a quien las pueden leer”, finaliza.