- La concentración para visualizar el próximo movimiento que realizará el rival fue la característica que atrajo a Matías Pérez Gormaz (22 años) a inclinarse por el ajedrez, desde que era niño. El estudiante de la carrera de Ingeniería Civil en Minas de nuestra Universidad, en febrero pasado se consagró Campeón Nacional Absoluto, ya que el torneo fue organizado por las más importantes instituciones nacionales de la especialidad: Ajedrez Federado de Chile, Ajefech, y el Club de Ajedrez Valdivia-Chile.
El ajedrez, calificado como deporte ciencia, es un juego en el que dos oponentes se enfrentan en un duelo estratégico y donde el poder de concentración resulta decisivo para lograr el triunfo, ya que hay que visualizar el próximo movimiento que realizará el rival.
Aquella característica fue lo que atrajo a Matías Pérez Gormaz (22 años), estudiante de la carrera de Ingeniería Civil en Minas de nuestra Universidad, y que el 29 de febrero pasado se consagró Campeón Nacional Absoluto, ya que el torneo fue organizado por las más importantes instituciones nacionales de la especialidad: Ajedrez Federado de Chile, Ajefech, y el Club de Ajedrez Valdivia-Chile.
En la ocasión, el joven se alzó como el mejor entre doce competidores de altísimo nivel, quienes previamente habían sorteado una dura ronda clasificatoria para llegar a la instancia definitoria.
El espectacular triunfo tiene un sabor aún más agradable, considerando que entre los deportistas que Matías Pérez superó se encuentra el Maestro FIDE, Cristóbal Henríquez, figura prometedora y penúltimo monarca del certamen.
Admirador del legendario cubano José Raúl Capablanca, por su criteriosa forma de jugar ajedrez que no admitía errores, el joven comenzó desde pequeño a adentrarse en el tablero de 64 casillas, a través de textos. “Cuando tenía diez años, mi papá me compró un libro de ajedrez porque sabía que me gustaba. Sin embargo, tuve que aprender a leerlo solo, por lo que soy una especie de autodidacta”, expresa.
Respecto de su título enfatiza que “es un sueño, porque cuando empecé jamás se me cruzó por la mente que pudiese llegar a ser campeón de Chile. Es un reconocimiento que representa mucho sacrificio y la energía de numerosas personas que me han apoyado”.
Gracias a este triunfo, el estudiante de nuestra Universidad representará a Chile en las Olimpiadas Mundiales de Ajedrez, que se realizarán entre el 1 y 14 de septiembre en Bakú, capital de Azerbaiyán, país euroasiático de la región del Cáucaso.
Entusiasmo y pasión para enfrentar el juego
Matías cree que el entusiasmo y la pasión con que enfrenta el juego, han sido determinantes para entender sus éxitos. Aprender de las derrotas más que de los triunfos, es la receta que recomienda el ajedrecista para progresar en el deporte.
“Si tuviera que recapitular mi vida, quizás tendría que decir que he perdido más que ganado. Lo importante es que he sabido levantarme en los momentos difíciles siempre mirando hacia adelante”, confiesa el joven.
Añade que como cualquier deporte, “hay que tener disciplina porque es muy importante enfrentar los torneos descansado y manteniendo una buena alimentación”.
Sin embargo, la pasión y la constancia son fundamentales. En el ajedrez “hay que ser curioso, investigar y constantemente adentrarse en los libros especializados. Tiene que gustarte mucho, porque eso inevitablemente hará que le dediques mucho tiempo”, concluye.
Anticipar a lo que está pensando el oponente
Hoy, ya consagrado como monarca nacional en la especialidad, evoca sus inicios con un toque especial, absolutamente nostálgico e íntimo, cuando confiesa el deseo íntimo que lo introdujo en el deporte.
“Desde muy pequeño me llamó la atención que alguien se pudiera anticipar a lo que está pensando el oponente. Era seguro que en algún momento habría una movida más que permitiera ganar, y eso me encantaba”, dice Matías.
Sin embargo, su paso al profesionalismo fue un tanto azaroso. Un día, cuando fue a un supermercado cercano a su hogar, jugó unas partidas con unos señores que solían hacerlo en el lugar. Le ganó a uno y con ello logró la admiración de sus contrapartes, a tal punto que lo instaron a asumir la práctica del deporte formalmente, ante su manifiesto talento.
“Me invitaron a participar en torneos, y luego de un par de meses, me dijeron que si quería mejorar tenía que tomar clases particulares. Ahí me contacté con el maestro Job Sepúlveda quien me ayudó a progresar rápido”, recuerda.
Desde ese momento pasaron nueve años, que contemplan un camino en ascenso colmado de distintas participaciones a nivel nacional e internacional, cuyo corolario final fue el título nacional obtenido en febrero pasado.
Aprovecha de agradecer la ayuda del entrenador de la Universidad, Marcelo Llorens, de sus padres y su familia, y de la jefa de Unidad de Talentos Deportivos, María Elena Salas.
“La Universidad me ha ayudado mucho. Ha permitido que viaje en varias oportunidades cuando he participado en competencias internacionales”, dice Matías sobre el rol que nuestro Plantel ha desempeñado en su carrera.
“Tengo una beca de arancel y una de alimentación, las que son muy importantes para mí porque si no las tuviera tendría que trabajar y, por lo tanto, no podría dedicarme a mi pasión que es el ajedrez”, concluye.