- Según el académico del Departamento de Gestión Agraria de nuestro Plantel, Dr. Pablo Vergara Egert, la principal consecuencia de la deforestación en la biodiversidad de la zona central del país, es la reducción de los ambientes de las especies nativas ya sean plantas o animales.
Según el académico del Departamento de Gestión Agraria de nuestro Plantel, Dr. Pablo Vergara Egert, la principal consecuencia de la deforestación en la biodiversidad de la zona central del país, es la reducción de los ambientes de las especies nativas ya sean plantas o animales.
Ejemplifica el caso de la especie de ave llamada Carpintero Grande, que hoy se encuentra en escasos sectores, rodeados por el aumento de las zonas agrícolas y de uso urbano. “Eso es esperable en zonas de alta densidad humana y donde históricamente la población ha sobrevivido de una manera no sustentable”, enfatiza.
Desde los conquistadores
El retroceso del bosque nativo chileno desde sus orígenes hasta la actualidad es un hecho incuestionable, más aún cuando diversos estudios enfatizan que esta tendencia arremetió con fuerza desde la llegada de los conquistadores europeos hasta nuestros días, siendo además, una de las principales causas del cambio climático.
De acuerdo con el académico del Departamento de Gestión Agraria de nuestro Plantel, Dr. Pablo Vergara Egert, esta tendencia hacia la deforestación se da principalmente en los bosques esclerófilos, en los bosques nortinos de nothofagus, y en los bosques de la zona central, ecosistemas que evidentemente han declinado su superficie mayor, “aunque también se ha visto en otras regiones”, aclara.
“Eso es esperable en zonas de alta densidad humana y donde históricamente la población ha sobrevivido de una manera no sustentable. No hay una cultura que aplique una técnica de manejo de bosque que sea sustentable”, enfatiza el Dr. Vergara.
A pesar del diagnóstico, el académico puntualiza que existe un nivel de reversibilidad. “El retroceso del bosque tiene que ver con los retrocesos de niveles de biodiversidad. Ahora, el nivel de reversibilidad es posible; se puede reducir las tasas con que se está perdiendo la biodiversidad, pero es casi imposible incrementarla y volver al estado original, porque habría que eliminar las ciudades de la zona central”, precisa.
Usos de suelo incompatibles
El Dr. Vergara señala que una de las razones que impediría la reforestación son los actuales usos de suelo, al haberse optado por una zona agrícola o urbana en vez de mantener un hábitat con sus especies originales.
“Los usos de suelo son incompatibles. Esto quiere decir que muchos de los terrenos no pueden reconvertirse en bosque nativo porque simplemente están siendo utilizados para otros fines ya sea por un tema económico o de necesidades humanas”, subraya.
Más aún, acota, si las diferentes aproximaciones y fuentes de financiamiento para reforestar, impulsadas por la Conaf, son “insuficientes para recuperar lo que hubo algún día”.
Otro tema preocupante, agrega el Dr. Vergara, junto con el avance de la desertificación es la disminución de las precipitaciones desde la región central hacia el sur del país, ello porque “se han movido los niveles de precipitación; los niveles de Santiago de hoy en día probablemente son los mismos que tenía La Serena hace un siglo”.
La escasez de bosque nativo ha provocado que se impida la interceptación del agua de lluvia, la se evapora dirigiéndose a la atmósfera y se infiltra en el suelo, causando una disminución de las temperaturas.
Efectos en la biodiversidad
El experto detalla que la principal consecuencia en la biodiversidad de la zona central causada por la deforestación es la reducción de los hábitats de las especies nativas ya sean plantas o animales, acotando que este sector del país se ha caracterizado por el alto nivel de amenazas para esta diversidad, que en esta zona es amplia y variada, lo que también es denominado como “hotspot” o “puntos calientes” de biodiversidad con prioridad de conservación.
“Y eso significa que todos estos cambios históricos que ha habido de la vegetación, a su vez ha traído un retroceso en las poblaciones y las comunidades de animales y plantas nativos”, destaca.
En esa línea, el Dr. Vergara explica que estas poblaciones han retrocedido además, por el empobrecimiento de los bosques de la zona central.
“Estamos en el límite latitudinal de muchas especies y esos límites en la práctica podrían eventualmente retroceder y contraerse, porque la zona central ya no constituye una región donde está la cobertura suficiente para ciertos hábitat que son necesarios para la persistencia de estas especies que aún persisten en zonas más del sur”, recalca.
Entre estas especies, el experto destaca el caso del Carpintero Grande, que actualmente solo muestra registros en el sector de Altos del Cantillana, zona que califica como “isla”.
“En la zona central van quedando islas con biodiversidad pero que están siendo rodeadas cada vez más y aisladas del resto por zonas de intensivo manejo humano, como zonas agrícolas y sobre todo zonas urbanas”, sentencia.
El académico concluye que el crecimiento de las ciudades en el largo plazo produce un aislamiento de muchos de estos núcleos de biodiversidad que van quedando, puntualmente en la Cordillera de la Costa, y que reduce los niveles de individuos de las distintas especies que podrían ser de interés para la conservación, incluido el Carpintero Grande, especies que con dificultad logran desplazarse entre estas “islas”.