“Mide condiciones, pero no calidad de la educación deportiva”, asegura Eugenio Ducoing, académico de la Licenciatura en Ciencias de la Actividad Física y experto en alto rendimiento deportivo. A su juicio “un mejoramiento de esta área, debe ir acompañada de un proceso educativo que genere un cambio cultural, incluyendo a la familia y el entorno”.
La obesidad es una triste realidad en Chile y el mundo. Considerada por la OMS como pandemia, sólo en nuestro país afecta a un 40% de los niños que el año pasado midió la prueba Simce, y que por estos días rinden nuevamente cerca de 29 mil estudiantes de octavo Básico.
La prueba, que se aplica en 667 colegios del país hasta el 30 de noviembre, mide algunas de las destrezas físicas que niños y niñas deben realizar (número de flexiones de brazos en 30 segundos, abdominales cortos, saltos a pies juntos, entre otros), sumadas a un registro del peso, estatura y diámetro de la cintura.
Educación deportiva
Si bien valora la medición, el especialista en alto rendimiento deportivo y jefe de la carrera de Licenciatura en Ciencias de la Actividad Física de la Universidad, Eugenio Ducoing, considera que “la prueba es necesaria, pero insuficiente. Esto porque los verdaderos cambios que se necesitan para mitigar los altos índices de obesidad y sobre peso infantiles, deben ir acompañados de una educación deportiva de calidad”.
El especialista advierte que contar con los índices que arroja el Simce, es sólo el comienzo para la aplicación de políticas que aborden la materia en su real y compleja dimensión, lo que “debe traducirse en un enfoque integral, que incluya un proceso educativo que genere un cambio cultural e incluya a la familia y el entorno”.
El académico de la Facultad de Ciencias Médicas, enfatiza que “no se obtiene nada con tener los datos, pues las evaluaciones son para preparar próximas intervenciones”.
Consultado por los principales factores que han determinado los altos índices de obesidad en Chile, Eugenio Ducoing puntualiza que “tiene mucho que ver con los hábitos, y éstos, con los agentes socializadores, es decir, la familia. Un profesor puede hacer su mejor esfuerzo, pero si la segunda mitad del día, el niño o niña pasará frente al televisor o en el mall comiendo chatarra, no hay nada que hacer”.
Sobre por las diferencias económicas y el consecuente equipamiento de los colegios en las diferentes comunas, el especialista es tajante al decir que es sólo cuestión de voluntad y hábitos y no de sofisticados equipamientos. “En la Universidad de Santiago formamos un profesional que pueda hacer la mejor clase y rutina deportiva, en una cancha de tierra o en un centro de alto rendimiento”, concluye.