Formada como profesora en Educación General Básica en la Universidad del Bío-Bío, Natalia Ferrada transita – según sus propias palabras- entre una personalidad extrovertida y a la vez introvertida. No obstante, reconoce que tiene profundamente arraigada la necesidad de estar siempre aprendiendo. Ella es la autora de una investigación dedicada a conocer más del status de los profesores inmigrantes en Chile, tema en que no se ha profundizado y que requiere- a su juicio – de un análisis destacado y de políticas públicas, como lo entendieron algunos países de la Commonwealth, pero ya hablaremos de ello.
Estudió su Magíster y Doctorado en Métodos de Investigación y Diagnostico en Educación, en la Universidad Santiago de Compostella, España. Antes de ello, conoció a fondo las necesidades de los colegios de zonas precarizadas y de difícil acceso, donde advirtió situaciones de vulnerabilidad extrema.
Luego de sus estudios en Europa volvió a Chile para integrarse como profesional de la Universidad Católica de Valparaíso; tuvo un breve paso por la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación, hasta que ingresó como profesora por hora a la Pontificia Universidad Católica de Chile. El destino la llevaría a ganar un concurso público y emigrar al norte del país para sumarse como académica a la Universidad Arturo Prat en Iquique, donde permaneció por casi cuatro años. “A mí me encanta la docencia y la investigación, y allí estaba adquiriendo responsabilidades directivas de liderar equipos, de proyectos del Mecesup. Sentí que fueron tantos años de sacrificio estudiando, que aquello no era a lo que yo aspiraba”. Volvió a Santiago y se integró a una universidad privada, hasta que en marzo se presentó a un concurso en la Usach, fue pasando etapas y desde agosto del año pasado pertenece al Departamento de Educación.
En la Universidad de Santiago de Chile dictó la asignatura de taller de necesidades educativas especiales en Pedagogía Básica y, en Historia, metodología de investigación educativa, también dirigió tesis en el Magíster en Curriculum y Evaluación y ha estado comprometida apoyando a la jefatura de carrera con una de las fases de la acreditación, que es la visita de pares. “Estoy construyendo en este momento mi identidad usachina. Llevo poco tiempo. Comprender las culturas institucionales no es de un día para otro y además en una Universidad tan grande. Este ser usachino es lo que me motivó a volver a la educación pública, al espacio público. Ahí está mi compromiso. Comparto la profunda convicción de los hijos de la educación pública, y yo soy uno de ellos, estudié en escuela, liceo y universidad “con número”, así que creo que por ahí va la cosa”, remarca.
-Tras su paso por diferentes planteles de Educación Superior, ¿cuál es su impresión del estudiante de la Usach?
. Mis estudiantes acá son comprometidos y la forma de ver la profesión docente es distinta en la Universidad de Santiago por su sello social. Son muy críticos y reflexivos. En la universidad privada era muy raro que me saliera de la clase planificada para hablar de temas de contingencia, de hecho no podía manifestar creencias de ningún tipo, lo que era como extraño cuando la pedagogía es de cercanía.
Docencia e inmigración
Sobre su primer estudio, de tres que está realizando, y será publicado en la revista Estudios Pedagógicos de la Universidad Austral, e indexada en Scopus, comenta que su interés junto a otras colegas de la Universidad de Chile y Universidad Arturo Prat fue analizar la inmigración de profesores y profesoras a nuestro país, con datos fehacientes, que pudieran aportar a establecer una caracterización de ellos y ellas. Si bien hay muchos textos con datos sobre inmigración están focalizados en las familias, en la inclusión de estudiantes, en las políticas para esta población, etc., no ha habido interés, hasta ahora, de investigar esta nueva configuración en el profesorado.
-¿Cómo surge este interés por conocer más de esta presencia de profesores extranjeros en el país?
-El profesor inmigrante transita en un mundo que no es el de las altas empresas ni en el de los servicios. Algunos autores los llaman inmigrantes medios. Mi interés partió al leer una noticia en 2019 que destacaba que más de 900 profesores extranjeros habían sido habilitados en los últimos cinco años gracias a un programa del Gobierno. Me llamó la atención la cantidad, pero no había una radiografía de quienes eran. Había entonces un nicho importante de investigación: quiénes son, dónde están, dónde trabajan, cuál es su situación.
¿A qué conclusiones llegaron?
-Llegamos a obtener varios datos. Por ejemplo que no existe programa de Gobierno, sino que es un trámite administrativo en que el profesor extranjero muestra su título, recibe un timbre y es habilitado. Eso no es un programa de inducción ni de acompañamiento y ahí está el escaso entendimiento al que hago mención. Un docente extranjero, por mucho que tenga experiencia, es nuevo en nuestro sistema. No sabemos de su calidad; simplemente lo habilitan. En Chile nuestras/os maestras/os deben rendir la Prueba de Evaluación Nacional Diagnostica de la Formación Inicial Docente. En el caso del inmigrante su único requisito es presentar el título homologado y si no, tiene plazo de 5 años para hacerlo. Eso responde y, es también una de las conclusiones a las que llegamos, a una contratación de condiciones precarias y de satisfacer la demanda existente por la escasez de profesores en muchas disciplinas. Postulamos que los profesores inmigrantes deben ser tratados como profesores nobeles cuando llegan al país.
Parte de la proyección de nuestra línea investigativa es formular un programa de acompañamiento o inducción como tienen países de larga tradición inmigrante como algunos países de la Commonwealth, entre ellos Australia y Canadá. Hace 4 años no había literatura sobre profesores migrantes en Suecia y ahora hay bastante, porque reaccionaron. Entendemos que cada vez hay menos profesores porque muchos se están jubilando, hay menos interés por estudiar pedagogía, hay mayor retiro temprano de la profesión y esto ocurre a nivel mundial; hay que cubrir las plazas, pero la respuesta del Estado tiene que ser a una política de inmigración moderna. La política pública tiene que estar preparada para los cambios.
-¿Los profesores inmigrantes dónde están geográficamente? ¿Ganan menos que el chileno?
-No sabemos si les están pagando menos porque esa variable no aparece en la base de datos que nosotros estudiamos , pero si detectamos que son más móviles; se cambian continuamente de trabajo y eso significa que tienen contrato de honorarios, de reemplazo, tienen menos oportunidades de situarse en otros roles como profesores jefes, directivos. En otro estudio cualitativo que desarrollé y que estoy analizando, confirmé que estos profesores tienen cero ayuda, no conocen el sistema, lo poco que saben de Chile es por sus parientes que están acá y sus experiencias están mediadas por el tipo de colegio donde se desempeñan. Por ejemplo, los profesores de colegios particulares y europeos tienen una situación más acomodada y su capital simbólico es distinto al del profesor venezolano, colombiano o mexicano. Los docentes migrantes están en su mayoría en la región metropolitana y en el norte del país; trabajan en colegios particulares subvencionados, porque al sector municipalizado se entra por concursos que tardan meses, en cambio en uno particular acceden con el curriculum y la entrevista psicológica, nada más.