- A pesar de que existen normas entre las regiones de O’Higgins y Los Lagos, falta fiscalización para controlar el uso del fuego en la eliminación de los residuos agrícolas, lo que contamina el aire y afecta el bienestar de las personas. Para solucionar este problema, el experto en ingeniería ambiental y académico del Departamento de Ingeniería Química de nuestro Plantel, Dr. Luis Díaz Robles, expresa que urge reforzar el control de los organismos correspondientes y, a la vez, estimular a los vecinos que aprovechen esos rastrojos como fuente de energía o biomasa.
Es común que en esta época del año se dé inicio a una indiscriminada quema de residuos agrícolas, entre ellos grandes cultivos de cereales, hortalizas y otros; principalmente desde la zona centro sur del país hasta la región de Los Lagos.
La actividad, que genera un impacto en la calidad del aire y, por tanto, en la salud de las personas, se ha agudizado cada vez más en los últimos años. Sin embargo, aún no cuenta con la suficiente fiscalización por parte de las autoridades, lo que que ha provocado, incluso, serias consecuencias en la población susceptible, especialmente niños y ancianos, emplazados en los poblados y ciudades aledañas.
El experto en ingeniería ambiental y académico del Departamento de Ingeniería Química de la Universidad de Santiago, Dr. Luis Díaz Robles, explicó que lamentablemente estas quemas, algunas ilegales, se repiten todos los años, aunque reconoció que se han reducido en un número considerable en el último tiempo, pero que aún falta mayor información para los agricultores.
“Estas quemas agrícolas siempre coinciden con el inicio de clases donde la mayoría de los niños que pertenecen al grupo susceptible, ya están en la calle o en el colegio”, puntualiza el Dr. Díaz.
Agrega el especialista que, de hecho, en algunos casos la contaminación podría llegar hasta zonas urbanas. “En esos casos, cuando el humo llega a estas zonas, puede generar un grave episodio de contaminación atmosférica, que podría alcanzar niveles críticos y catalogarse como emergencia ambiental”, subraya.
Las quemas agrícolas tienen su apogeo entre marzo y abril, y en algunas regiones pueden extenderse hasta mayo, una vez que la mayoría de los agricultores ya han terminado su cosecha.
Como se conoce, las entidades responsables de la fiscalización son el Ministerio de Medio Ambiente, Ministerio de Agricultura y Conaf, quienes tienen contempladas las quemas agrícolas dentro de los planes de descontaminación atmosférica.
Al respecto, “debiese haber un mayor control y coordinación entre los estamentos que están llevando estos temas”, sostiene el académico.
Enfatiza que “es probable que falte fiscalización o a veces el empresario o el agricultor no se informan, o simplemente queman; sin considerar lo que indica la autoridad”.
Biomasa
El experto sostiene que los residuos agrícolas que son quemados -como rastrojos o la paja de los predios- eliminan o reducen plagas y agregan cenizas fertilizantes al suelo, para beneficiar el próximo cultivo.
Añade que esos residuos podrían no quemarse y aprovecharse como biomasa “desde un punto de vista energético, para producir otro tipo de bienes como briquetas o pellets”.
El Dr. Díaz enfatiza que ante los problemas locales de cambio climático o energéticos “hoy se está mirando con buenos ojos esta abundante biomasa” que considera de “relevancia nacional”.
Este tipo de energía renovable está contemplada dentro de un proyecto Fondef (Fondo de Fomento al Desarrollo Científico y Tecnológico) recientemente adjudicado, y que es liderado por la Universidad de Santiago.
La idea de la iniciativa busca caracterizar la biomasa de relevancia nacional y posteriormente tratarla en un reactor “proceso que le permitirá a la biomasa tener características muy privilegiadas para generar un pellet de alta calidad”.
La idea es que este energético pueda reemplazar a la leña reduciendo considerablemente las emisiones en las ciudades contaminadas por quemas agrícolas.