- Para el especialista en geofísica, geología y geotermia de la Universidad, Alonso Arellano, la erupción del Calbuco sólo dejó de manifiesto que en Chile el control del comportamiento de los volcanes “es bastante precaria”. Asegura el experto, que aplicaciones usadas en dispositivos móviles o incluso la avanzada tecnología de los drones, podría ayudar a tener registros que aportaran en el cálculo de algunos datos.
Chile se ve nuevamente enfrentado a una catástrofe natural, que a estas alturas, parecen pan de cada día por estas tierras. Fue a principios de marzo cuando el Volcán Villarrica hizo erupción y los ojos del mundo se posaron sobre nuestro país. Luego, a finales de ese mismo mes, varios aluviones y cerca de una treintena de víctimas fatales, centraron la atención y la ayuda en Copiapó y sus alrededores.
A menos de un mes de dicha tragedia, el volcán Calbuco, en la región de Los Lagos, sorprendió con una erupción tras 54 años de latencia y se ha determinado, por parte de las autoridades, del estado de excepción constitucional y se decretó alerta roja a 20 kilómetros a la redonda del volcán y la evacuación de más de 4 mil personas, mientras la ‘pluma’ de cenizas amenaza a varias zonas del país y también de Argentina.
Pero si hace apenas un mes la atención estaba centrada precisamente en los cordones volcánicos del sur, ¿qué explica que lo del Calbuco haya sido tan sorpresivo?
Para el ingeniero experto en geofísica, geología y geotermia de la Universidad, Alonso Arellano, la respuesta está ligada directamente con la cantidad de instrumentos que están monitorizando los distintos volcanes. Tarea nada fácil, dice el académico, ya que Chile posee el 10 por ciento de los volcanes activos de todo el planeta.
El experto comenta que en países como México o en Centro América, él ha trabajado con equipos donde se invierten millones de dólares en equipos y en especialistas, en el estudio de los volcanes. “Allá se envían, durante 2 semanas o más, equipos de científicos, entre los que está geofísicos, geoquímicos, geólogos, vulcanólogos. Además de toda la instrumentación. Entonces hay recursos y personas preocupadas del tema”.
Sin embargo, advierte Alonso Arellano, “la situación chilena es bastante precaria. La inversión en monitorización es muy poca. Primero, porque los volcanes son muchos. Pero además, como no ha pasado nada trágico, con riesgo para la vida humana, se ha dejado de lado la monitorización”.
Y al parecer, ahí está la clave, ya que, según Arellano, “un volcán siempre avisa”. Explica que lo tradicional es que haya, al menos un ‘enjambre sísmico’, “debido a la presión que se genera en la cámara magmática. Eso va rompiendo lo que está en estado sólido y crea fracturas que, a su vez, generan sismos”. Es decir, las erupciones volcánicas “no debieran ser tan sorpresivas, porque si los tuviéramos monitorizados como corresponde, se verían esos aumentos de sismos”, lamenta.
Nuevas tecnologías
Sin embargo y entendiendo que el costo de los instrumentos especializados es muy elevado, el experto de la Universidad de Santiago, plantea que hoy existen soluciones paralelas.
Aplicaciones usadas en dispositivos móviles o incluso la avanzada tecnología de los drones, podría ayudar a tener registros que aportaran en el cálculo de algunos datos.
Igualmente, finaliza Arellano, “Chile debería aprovechar el satélite FASat- Charlie, cuya información y resolución es muy buena para la monitorización de volcanes chilenos. Toda esa tecnología unida, nos permitiría tener antecedentes de más bajo costo”.