Desde los 14 años que María José Rojas Benavides disfruta arriba de un skate. La resistencia en su familia, por tratarse de una actividad poco femenina y por el peligro que representaba, era constante. En su colegio ocurría algo similar. Sin embargo, no cedió a las presiones.
Tampoco el accidente que le significó una operación a los 15 años. “Primero fue un esquince en un tobillo. Pero lo peor fue al intentar saltar por una escala. Hice mal un truco, el flip. Tuvieron que operarme, porque perdí mucha sangre”, relata contrariada por los malos recuerdos. Fueron seis meses sin skate. Su familia escondió la tabla. Parecía ser el fin de lo que tanto disfrutaba.
“Al principio lo acepté, porque apenas podía moverme. Pero la pasión seguía intacta. Entendí que esto no era un hobby”, prosigue. A los 18 años, un tercer accidente y otros seis meses alejada de su tabla. “Se me salió la rótula de la tibia. Pero esta vez no hubo tanta resistencia de mi familia. Comprendí la importancia de valorar la vida, al sentir la frustración, por ejemplo, de no poder subir una escala”, explica.
Desde el barrio al extranjero
María José es la tercera de cuatro hermanos. Solo ella es amante del skate. Su papá, ingeniero, y su mamá, periodista, si bien no lo comparten, finalmente han aceptado que es lo que ella más disfruta. “Cuando empecé a llegar con trofeos y medallas a la casa se dieron cuenta de que esto no era un juego”, dice.
Al principio se juntaba con otros adolescentes en Gran Avenida, cerca de su casa, en la comuna de La Cisterna. Luego en distintos skatepark, como el que se construyó en el Parque O'Higgins. De ahí en adelante ha participado en campeonatos nacionales, así como en Argentina, Ecuador y Perú.
Pero a sus 20 años, también ha tenido que rechazar importantes posibilidades. “Hace poco me perdí un viaje a Bolivia y otro a Europa, por no tener el dinero para viajar, lo que es muy frustrante”. Pero sus decisiones también van de la mano de su compromiso con los estudios.
La importancia de la Universidad
Sin saber muy bien qué estudiar, lo que de paso implicaría alejarse del skate, ingresó en 2014 a la carrera de Bioquímica, atraída por la Universidad de Santiago de Chile. “Me gusta el estilo de esta Universidad y tenía buen puntaje en la PSU, así es que podía elegir sin problemas”, cuenta. Pero luego de un semestre, decidió retirarse. No estaba convencida.
El segundo semestre lo dedicó exclusivamente a entrenar, ejercitar su cuerpo y participar en campeonatos de skate. Hasta que al año siguiente decidió probar nuevamente con los estudios. Esta vez, con un mayor conocimiento de lo que quería. María José se inclinó por la carrera de Tecnólogo en Administración de Personal.
“Aquí te enseñan el área de recursos humanos de una manera diversa. En esta Universidad descubrí mis capacidades emprendedoras. Me ha ayudado a entender que necesito otras cosas además del skate”, plantea la deportista.
“En las asignaturas que he cursado he visto muchas posibilidades para más adelante en este ámbito”, continúa. “De hecho, con esta carrera podré hacer todo lo que tengo pensado. La experiencia de los profesores y lo que transmiten ayudan a poder desarrollarse en lo que uno se proyecta”.
Además, agrega que no le gusta perder clases. “Valoro mucho la educación y a esta Universidad, por lo que trato de no faltar. No me sentiría bien si no hiciera mis trabajos. Siempre he sido responsable”.
Un estilo de vida con diversidad cultural
Con seis años como skater, María José no solo cuenta con auspiciadores que le aportan implementos para su práctica. Además es deportista destacada de la Federación. “El skateboarding es un estilo de vida que me ha ayudado mucho en mi desarrollo personal. Uno puede conocer distintas culturas y comunicarse con la diversidad que existe en la sociedad”, asegura. Fue así como conoció a su pololo argentino, radicado en Chile, quien le ayuda a preparar material audiovisual.
Por ahora, acepta que el tiempo para el skate sea escaso. La prioridad son sus estudios. Sin embargo, viajará a competir en Argentina el 9 de julio y luego a Brasil. “Nunca pensé que podría alcanzar todo lo que he logrado. Lo importante es no limitarse y hacer lo que a uno le gusta. Después de titularme en la Universidad me iré a California Estados Unidos, la cuna del skate”, anuncia entusiasmada.
Por ahora, prepara junto a la agrupación “Chicas del Sur” un campeonato femenino en Talca, para el 16 de julio. “Me ha costado mucho conseguir auspicios, por culpa del machismo”. Por ello, no duda en enfrentar lo que califica como una injusticia. “Mi mayor contribución sería formar una federación de skate femenino”, sueña.