- El académico y especialista en farmacología de nuestra Universidad, Dr. Miguel Reyes Parada, asegura que estos medicamentos, entre los cuales se encuentra el Metilfenidato (cuya marca más conocida es el Ritalín) no solo no cumplen lo que ofrecen, sino que pueden provocar un efecto totalmente contrario, generando incluso problemas cardiovasculares y de presión sanguínea.
El académico y especialista en farmacología de nuestra Universidad, Dr. Miguel Reyes Parada, asegura que estos medicamentos, entre los cuales se encuentra el Metilfenidato (cuya marca más conocida es el Ritalín) no solo no cumplen lo que ofrecen, sino que pueden provocar un efecto totalmente contrario, generando incluso problemas cardiovasculares y de presión sanguínea.
Añade que, muchas veces, estos psicoestimulantes son usados por estudiantes universitarios, quienes -para mejorar su aprendizaje- solo debiesen ir a clases, dormir lo que necesiten, tomar mucha agua y alimentarse bien. Además, sugiere, apagar celular, televisor, dejar Facebook y concentrarse en estudiar.
Contexto del consumo
El inicio de clases en la educación superior trae consigo que algunos estudiantes abusen del consumo de medicamentos que estimulan el sistema nervioso central, mejorando, en teoría, la memoria o la facilidad del aprendizaje, donde -entre los fármacos más comunes- destacan los elaborados en base a Metilfenidato y Modafinilo.
Al respecto, el académico de farmacología de la Escuela de Medicina de nuestra Universidad, Dr. Miguel Reyes Parada, asegura que no sólo no se ha demostrado en mucho de estos medicamentos que realmente cumplan con su propósito, sino que además podrían generar problemas a la salud.
“Hay reportes científicos que demuestran que el Metilfenidato (cuya marca más conocida es el Ritalín) facilitaría la concentración o la atención en los pacientes con déficit atencional, y que el Modafinilo ayudaría en el estado de vigilia o el estado de alerta en los pacientes con tendencia excesiva al sueño, sin embargo está claro que no mejoran la memoria o la facilidad del aprendizaje”, asegura el doctor.
Incluso, agrega que existen estudios publicados por profesionales de la Facultad de Química y Biología de esta Institución, encabezados por el Dr. Bernardo Morales y en los que participó el Dr. Reyes, que concluyen “que estos medicamentos no solo no mejoran la memoria a corto, plazo sino que incluso, testeado en algunos animales de experimentación, afectan la memoria, reduciéndola”.
Aumento en el consumo
En un reciente estudio, el ISP dio a conocer los efectos adversos que producen estos medicamentos, entre ellos paro cardíaco, hipertensión, vasculitis cerebral, infarto al miocardio y taquicardia.
A pesar de estas contraindicaciones, el experto sostiene que en los últimos años “ha habido una escalada en el consumo de estas sustancias, en función de estas supuestas mejoras en el aprendizaje, mejoras cognitivas, o mejoras en la capacidad de memoria”, sostiene.
“Como todos los fármacos estos medicamentos tienen efectos secundarios y las consecuencias del consumo más o menos permanente probablemente no se vean en forma aguda (a corto plazo) en los estudiantes de 20 años o poco más, pero van a tener una repercusión en el futuro, particularmente a nivel de presión sanguínea y de actividad cardiovascular”, subraya. Para el experto, estos fármacos en particular pueden ocasionar graves consecuencias en los estudiantes, coincidiendo así con el informe del Instituto de Salud Pública, ISP.
Recomendaciones
El doctor Reyes puntualiza que muchas veces estos fármacos, también llamados psicoestimulantes, son usados por los universitarios como excusa para no estudiar.
“Para mí, finalmente, se trata mucho de una búsqueda de excusas para no estudiar. Por eso mi recomendación es que los estudiantes vayan a clases, estudien, duerman bien, tomen mucha agua y se alimenten bien. Lo mejor es que apaguen el celular, que apaguen la televisión, que dejen el Facebook y que se concentren en estudiar. Seguro que con eso no van a necesitar Modafinilo ni Ritalín”, recalca.
“Además lo más probable es que una persona normal no vaya a conseguir mejor concentración o mayor atención que la que lograría si se toma una taza de café, por ejemplo”, agrega el especialista.
Explica que estos medicamentos sin duda van a generar algún grado de estimulación en el sistema nervioso central, “y, por tanto, probablemente un incremento de la vigilia o una disminución del sueño o del apetito y eso eventualmente puede ayudar a aumentar levemente la concentración. Pero si uno se alimenta bien y duerme bien, puede concentrarse más”, enfatiza.