En junio del próximo año comenzará a regir la segunda etapa de la Ley de Etiquetado de Alimentos que obligará, a empresas de productos procesados y envasados, a disminuir aún más los niveles de nutrientes críticos en alimentos sólidos y líquidos. Ello, para no tener que colocarles el sello “alto en” en sus envases.
Para la experta en análisis de los alimentos y académica del Departamento de Ciencia y Tecnología de los Alimentos, Marcela Zamorano, esta nueva disminución de nutrientes como sodio, azúcar y grasas saturadas es absolutamente necesaria para que “la industria reformule sus productos, incluyendo materias primas que permitan estar aún más bajo de esos límites que, se ha estudiado y demostrado, influyen en que la población presente obesidad”.
Sin embargo, descarta que la normativa provoque modificaciones inmediatas en los hábitos alimenticios de la población. “No tendremos resultados en cinco años”, asegura la especialista. “A más largo plazo”, continúa, “hay que ir cambiando los hábitos alimentarios, y para eso hay una intervención importante que tiene que hacer el Ministerio de Educación para que los niños elijan comer mejor en su adolescencia y adultez”.
La académica estima que, en un periodo de tiempo mayor, la norma sí repercutirá en cambios en la intención de compra de las personas, pero insiste que esto también va acompañado de los grados de información que manejen respecto de lo que se ingiere y cómo repercute en la salud. No obstante, valora que el reglamento limite aún más que las empresas produzcan estos alimentos, obligándolos a reformular aún más su oferta para evitar impactos en la salud.
“Cada uno de estos nutrientes está relacionado con enfermedades no transmisibles que en los últimos 50 años ha ido aumentando en nuestra población, y que son causa de muerte temprana y grandes costos para la salud pública”, explica. Entre estas, menciona la hipertensión, los infartos, la resistencia a la insulina, la diabetes y los accidentes vasculares.
Por eso, llama a la industria a reemplazar estos ingredientes usando otras materias primas que, aunque pueden ser más costosas, resultan más beneficiosas que los aditivos, considera.
En síntesis, “la obesidad, en las últimas encuestas de salud, demuestran que no ha disminuido. Por lo tanto, son políticas que van más allá, más a largo plazo. Con todo, sí es importante ir limitando y que la población se acostumbre”, concluye.