- El humor como un arma de rebeldía de pobladores, durante la dictadura militar, es el tema principal de la obra “¡El que se ríe se va al cuartel! Risa y resistencia en las poblaciones de Santiago de Chile 1973-1990”, de los académicos de la Facultad de Humanidades de nuestro Plantel, doctores Maximiliano Salinas y Jorge Rueda. El volumen está basado en testimonios de habitantes de emblemáticas poblaciones como Lo Hermida, Villa Francia, La Victoria, La Bandera y José María Caro. Para el Dr. Rueda, la risa “funcionó en ese acotado momento histórico, como una herramienta de cohesión comunitaria”.
La risa es un bálsamo que el ser humano utiliza para superar momentos de gran complejidad. Bajo esta interesante premisa, los académicos de la Facultad de Humanidades de nuestro Platel, doctores Maximiliano Salinas y Jorge Rueda, escribieron ‘¡El que se ríe se va al cuartel! Risa y resistencia en las poblaciones de Santiago de Chile 1973 – 1990’, obra que fue presentada en la última edición de la Feria Internacional del Libro FILSA 2015.
La pieza literaria se adentra en la risa como forma de resistencia durante la dictadura militar y está basada en testimonios de habitantes de emblemáticas poblaciones de Santiago como Lo Hermida, Villa Francia, La Victoria, La Bandera y José María Caro, entre otras.
Para el Dr. Maximiliano Salinas, el fenómeno de la risa es fundamental para entender socialmente al país. El experto, que ha investigado en profundidad el humor político chileno del siglo XIX y XX, sostiene que esta expresión humorística “es parte de nuestra tradición cultural chilena”.
“La risa es muy potente cuando es comunitaria, porque es en esa expresión cultural donde constituye una suerte de expresión que ayuda a la convivencia, y al bienestar colectivo”, agrega el Dr. Salinas.
“Nos interesó la risa como signo de vida, regeneradora. Es un signo vital potente, que se asocia con la confirmación de la vida, justamente en momentos de obstrucción de ella”, complementa.
“Queríamos ver cómo en una situación especialmente de muerte social, como una dictadura, la vida puede resignificar experiencias vitales”, sostiene el Dr. Jorge Rueda.
Las entrevistas
Explica Salinas, que al principio algunos entrevistados se sintieron incómodos frente al tema, porque “era raro preguntar sobre cómo era el humor durante la dictadura, hasta de mal gusto”.
Sin embargo, “cuando los pobladores entendieron el sentido de nuestra investigación, y empezaron a percibir la vitalidad que tiene la risa, ellos mismos comenzaron a reencontrarse con esa expresión que había sido cotidiana y que no habrían podido resistir sin el humor y sin la risa”, complementa Rueda.
Explican que un ejemplo claro es el testimonio de la reconocida activista de derechos humanos, Ana González de Recabarren, “quien nos expresó” que a través del humor pudo sobrellevar la desaparición de su esposo, hijos y una nuera.
“Ella nos contó que, una vez, estando detenida en una comisaría, cantó una canción con doble sentido, ambigüedades, juegos de palabras, donde el otro se vuelve un cómplice del lenguaje, porque lo entiende pero no lo dice directamente”, evoca el Dr. Rueda.
El Dr. Salinas complementa que “a Ana González la toman detenida y se le cae un zapato en una manifestación. Le dice a un carabinero que va a ir a buscarlo y después volverá a la comisaría. Le dan permiso, ella busca el zapato en medio de las protestas, lo encuentra y regresa a la comisaría. Ella no podría haber resistido sin el humor, con cinco deudos”.
Conclusiones
Mediante la investigación, explica el Dr. Rueda, “se constató que la alegría siempre estuvo, durante la dictadura, Es parte del ethos comunitario, que posibilitó resistir dolor, hambre, tortura, desapariciones y muerte. La risa funcionó en ese acotado momento histórico, como una herramienta de cohesión comunitaria. Recuerdo el testimonio de unas pobladoras de Lo Hermida donde enfatizaban que era muy agradable juntarse en la noche a contarse chistes, y descubrir cosas nuevas. Por ejemplo pensar en sus derechos, en cómo organizarse mejor para la olla común. En ese sentido, la risa acompañó una serie de valores comunitarios, que a veces el mismo poblador no lo había conocido antes”.
“Es increíble como descubrimos, por la risa, y particularmente producto de esta investigación, que era en las poblaciones más emblemáticas de la resistencia en Santiago, lo opuesto a lo que representa en la sociedad de hoy, donde existe un afán tan individualista y excluyente de la sociedad chilena”, enfatiza el Dr. Rueda.