Por tercer año futuros arquitectos ganan concurso Corma con innovador diseño inclusivo y sustentable
Visualizar nuestras ciudades y las oportunidades de intervención que mejoren la calidad de vida de sus ciudadanos a través de un anteproyecto materializado en madera, fue el objetivo de la convocatoria “Madera en la Ciudad”, que en su décimo segunda versión, liderada por la Corporación Chilena de la Madera (Corma), buscó resolver un problema clásico de infraestructura urbana: dar acceso a personas con movilidad reducida a zonas altas de un cerro.
Fue así, como tras una estrecha votación del jurado, que evaluó 83 proyectos con un excelente nivel y aporte tanto a la ingeniería estructural como a la construcción, el proyecto “Nexo Urbano” de los estudiantes de la Universidad de Santiago: Tamara Díaz, Santiago Contreras y Ayami Nakamura, obtuvo el primer lugar en la categoría Arquitectura.
La maqueta, compuesta por cuatro torres de 21 metros conectadas al cerro mediante un puente, con un mirador y módulos de comercio, busca dar acceso a las zonas altas de los cerros de Coquimbo, caracterizada por elevadas pendientes que dificultan el acceso a personas con movilidad reducida o de avanzada edad.
Según explicó el director del concurso de Arquitectura, Martín Hurtado, “la discusión del primer y segundo lugar se dirimió por un problema técnico y no arquitectónico”, enfatizando en que la labor pedagógica del concurso es precisamente dar señales a los estudiantes “de lo que está correcto hacer en madera”, en donde el equipo de nuestra Casa de Estudios, destacó por resolver el problema de “manera inteligente”, según afirma el experto.
Al respecto, el académico de la Escuela de Arquitectura y guía del proyecto, Rodrigo Aguilar puso de relieve la importancia de ser considerados en este tipo de concursos.
“Para nosotros es motivo de orgullo participar en este evento, lo que significa que estamos trabajando con problemas país, que tienen que ver con aspectos sociales, y que representan el sello de nuestra Universidad”, afirma. El Plantel ya había ganado el premio en dos oportunidades anteriores.
Propuesta arquitectónica
El concurso nace el año 2006 al alero de Madera 21, asociación de Corma (Corporación Chilena de la Madera), con el objetivo de involucrar a estudiantes de arquitectura en el conocimiento y uso de la madera.
En su décimo segunda versión, la convocatoria se extendió durante el primer semestre académico de este año, donde los estudiantes debían resolver un problema clásico de infraestructura urbana: dar acceso a personas con movilidad reducida a zonas altas de un cerro, realizando propuestas que constituyan un aporte en la sustentabilidad de los proyectos arquitectónicos.
Sobre el concurso, la estudiante de 5º año, Ayami Nakamura, explica que eligieron Coquimbo por su topografía similar a la de Valparaíso, “incluso sus pendientes llegan a ser mucho más bruscas y es bastante dificil para acceder”, sostiene.
Por su parte, Santiago Contreras, indica que “Coquimbo es de esas ciudades que se ven un poco abandonadas pese a tener un gran potencial: situarse en el borde costero y ser un importante productor de cobre. Entonces, creemos que además de contribuir al problema de accesibilidad, podría otorgar una oportunidad turística económica que la caracterice y la haga atractiva”, puntualiza.
Cada torre de 20 metros de altura, consta de un ascensor panorámico urbano y escaleras de emergencia, además de cuatro módulos de comercio distribuidos al interior para promover la artesanía local y activar el turismo de la zona.
Según indica el equipo en la memoria del proyecto, la zona seleccionada cuenta con un lenguaje arquitectónico inserto en la tradición de los carpinteros del mar, influenciados por técnicas constructivas en base a madera que les otorgaron los primeros grupos de inmigrantes europeos y le brindaron al sector una valorable identidad.
Es por ello, que rescataron el oficio y la técnica de la construcción en madera amoldándola a las técnicas constructivas actuales, atreviéndose a trabajar con un material sobre el que no tenían mayor conocimiento.
“Con el diseño, buscamos fomentar el turismo en la zona y reactivarlo, ya que se encuentra muy deteriorado, como ocurre con el eje del Barrio Inglés”, explica la estudiante Tamara Díaz.
Mientras que la estructura principal está diseñada de madera, el ascensor tiene piezas metálicas, y la cubierta está recubierta de cobre, al ser un material de característica perdurable y propia de la zona.
El proyecto que trasciende el lenguaje arquitectónico destaca por la intención social pensada por el equipo: “generar una gran mejora en la calidad de vida de los habitantes de Coquimbo mediante una intervención sencilla y factible”, comenta Ayami Nakamura.
Futuros arquitectos que sueñan en grande
La premiación del Concurso se realizó en dependencias del Centro Cultural Gabriela Mistral, el 23 de agosto, instancia en la que participaron altos directivos de Corma, representantes del entorno de la Madera, el ex Ministro de Economía, Luis Felipe Céspedes, y el prestigioso arquitecto canadiense Michael Green, quien en la oportunidad felicitó a los concursantes y animó a construir una relación más estrecha con Canadá y Estados Unidos en torno a la madera.
En la jornada resultaron ganadores un total de 17 proyectos en las categorías de Arquitectura, Diseño, Innovación e Ingeniería.
En cuanto a la categoría de Arquitectura, el académico Rodrigo Aguilera, puso de relieve la tradición de la Escuela al explorar problemáticas de carácter urbano.
“Fomentamos que los estudiantes sean capaces de formular propuestas de diseño arquitectónico asociadas al material, en este caso la madera, buscando establecer una relación virtuosa entre ella y la forma en que se puede asociar a respuestas de diseño arquitectónico dentro de la ciudad”, sostiene.
Los estudiantes sostienen que esperan desempeñarse en el área de diseño al finalizar la carrera, a fin de concretar propuestas innovadoras para mejorar la calidad de vida de la ciudadanía.
Por su parte, Ayami Nakamura resalta el aporte otorgado por la Universidad durante su formación, lo que asegura, permite a sus pares obtener un lugar privilegiado en este tipo de eventos.
“La Universidad nos prepara otorgándonos consciencia respecto al rol que cumplimos para solucionar un problema y como ejecutar un proyecto, teniendo como resultado un prototipo que es realmente viable, siendo destacado por el jurado por su buena resolución técnica y de materiales, que no todos los proyectos pudieron ejecutar”, puntualiza.