Soy Usach
Gabriel Reyes, Licenciado en Estudios Internacionales: “La Usach te permite ser un agente de cambio a partir de experiencias como Servicio País”
Cerca de 4 mil descargas logra en pocos días nueva aplicación Soy Usach
Cerca de 4 mil descargas logra en pocos días nueva aplicación Soy Usach
José Manuel Palacios, alcalde y arquitecto: “Mi paso por la Usach me llena de orgullo. Marcó y definió mi camino profesional”
José Manuel Palacios, alcalde y arquitecto: “Mi paso por la Usach me llena de orgullo. Marcó y definió mi camino profesional”
Javiera González, Ingeniera Civil Industrial: “Estudiar en la Usach te entrega competencias humanas y sociales para ser profesional de excelencia”
Javiera González, Ingeniera Civil Industrial: “Estudiar en la Usach te entrega competencias humanas y sociales para ser profesional de excelencia”
Carlos Henríquez, Ingeniero Comercial mención Economía: “La Usach es mi alma máter y un espacio de formación y encuentro para aportar a la sociedad“
Carlos Henríquez, Ingeniero Comercial mención Economía: “La Usach es mi alma máter y un espacio de formación y encuentro para aportar a la sociedad“
Estudió Ingeniería Comercial mención Economía, en la Facultad de Administración y Economía, FAE, porque veía en esta carrera la posibilidad de dirigir proyectos que permitieran transformar las organizaciones y aportar a la comunidad. “Siempre fue un medio para aportar a lograr ese objetivo”, puntualiza.
Carlos Henríquez proviene de Putaendo, y sabía de la tradición de la Universidad de Santiago, “una de las mejores Casas de Estudios del país, que tiene un sello de diversidad y una mirada social que aporta al desarrollo. Por eso me vine a estudiar a la capital. Di la Prueba de Aptitud Académica. Si no quedaba en la Usach me iba a estudiar a Valparaíso, pero siempre fue mi primera opción”, recuerda.
Hijo de un profesor normalista y su madre dueña de casa, además de secretaria en parte de su tiempo, con una hermana enfermera, él fue primera generación en ingresar a la Universidad, pero fue toda una aventura instalarse en la capital siendo provinciano. Sus seis años de Ingeniería Comercial, que los vivió en la residencia universitaria Cardenal Caro con 100 estudiantes de otras carreras y universidades, los pagó con parte importante del Fondo Solidario.
“Más allá de que encuentro un gran paso la educación gratuita para los que tienen menos, yo cancelé 12 años mi crédito y creo que es una retribución generacional hacia los que vienen. Yo soy un agradecido de esas posibilidades”, sostiene.
Carlos Henríquez dice tener lindos recuerdos del día 1 de ingreso al Plantel; de amigos muy diversos, que provenían de lugares muy distintos, de Santiago, de regiones, con espacios de encuentro y aprendizaje. “Me gustó mucho la Facultad. Fui presidente del centro de alumnos de Ingeniería Comercial, participé de grupos de acción social en trabajos comunitarios. Terminé vinculado también como presidente de la Feusach y Consejero Académico. Recibí una formación universitaria integral donde debatíamos, conversábamos y aprendíamos de la diversidad, construyendo Universidad y pensando en una sociedad con bienestar para todos.
¿Adviertes diferencias entre el Ingeniero Comercial de nuestro Plantel y el de otras Universidades?
- Yo creo que hay una fuerte formación en habilidades y contenidos que uno tiene que desarrollar, pero esta impronta de una vinculación más con la sociedad y aportar desde la Ingeniería a proyectos públicos y privados, como también crear valor hacia la comunidad, diferencia a la Usach de otras universidades; además de ser un espacio de encuentro social que es muy importante donde si bien necesitamos tener identidad local, también debemos ser ciudadanos globales. Ambas ayudan a que los proyectos se implementen y también tengan el sello de un trabajo en equipo.
Carlos sacó su carrera en seis años porque dedicó un año a la Federación de Estudiantes el 2001, tiempo que, a su juicio, fue un aporte y un servicio que quiso brindar a la Universidad. “Todo ese proceso fue un gran aprendizaje para mí, en debatir, conversar y liderar, que te ayudan a crecer y desarrollarse plenamente cómo profesional más adelante, en lo público o en lo privado. Son habilidades que adquieres para adoptar rasgos distintivos que te apoyan para aportar más valor a la organización donde estés”, destaca el ex presidente de la Feusach.
Recuerda que la Federación de entonces compartía tres intereses: “Venir a la Universidad no solo a sacar su carrera, sino que a aportar a la transformación, con conversaciones desde las mallas curriculares, pasando por el tema social, político y una línea de profesores y estudiantes que trabajaban en esa dirección. Un segundo objetivo era atender las demandas para que nadie dejara la Usach por razones económicas; y tercero, la proposición de propuestas hacia la Universidad y el sistema educativo, que corrió la línea para dar un poco de aire, transformar la educación en un derecho y por otro lado la responsabilidad social de todo profesional de retribuir desde donde esté a la Universidad y al país”.
Carlos tras egresar, fue docente en la FAE, hizo un diplomado en Gerencia Pública y un Magister en Gestión y Políticas Públicas de Ingeniería Industrial en la Universidad de Chile. Fue consultor, pero la pasión por lo público y lo educativo, lo llevó a la Seremi de Educación en Valparaíso; fue gerente general de la Corporación de Educación Municipal de Maipú; arribó luego al Ministerio de Planificación, dirigió el Centro de Evaluación de la Universidad Católica, MIDE UC y lideró durante casi seis años la Agencia de Calidad de la Educación.
Actualmente tienes el privilegio de aportar desde la Unesco a las transformaciones educativas con un sentido más ciudadano y un mundo más inclusivo.
- Sí, estoy a cargo del Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación, LLECE. Es una instancia de cooperación sur-sur hace más de 25 años. Tiene una evaluación que es el ERCE, más antiguo que PISA y que nace con un sentido que no es el de hacer ranking entre países, sino que entregar información de qué estamos haciendo bien y en que mejorar. No es igual a calidad, pero busca aportar a la toma de decisiones para la mejora en todos los niveles.
El próximo año vamos a lanzar los resultados del estudio aplicado, y nos sentimos privilegiados de haber sido los últimos en recoger información antes de la pandemia, para saber dónde están los aprendizajes y establecer una caracterización para que, sobre la base de eso, le haga sentido a los países y a los gobiernos y distintas entidades, qué decisiones priorizar para avanzar. Por otro lado buscamos liderar espacios, encuestas e intercambios de información para caracterizar hoy día las demandas del sistema escolar, las cosas que apremian a estudiantes y profesores, como también ayudar a movilizadores de la agenda educativa y de equidad para nadie se quede atrás.
En esta trayectoria profesional, ¿cómo ves a la Universidad de Santiago de hoy?
- Es difícil decirlo en pocas palabras porque yo tengo una muy buena experiencia de lo vivido. La Usach es un espacio de formación, de encuentro, de desarrollo para aportar a una sociedad con proyectos, pero también transformarlos en microespacios. A mí me gusta la mirada social de la Usach, porque además si tenemos que meter los zapatos al barro nadie se resta, en todas las carreras y en equipo. Lo que ha hecho la Usach en el último tiempo permite ir profesionalizando, para seguir dando pasos en esa dirección.
En esa misma línea, nuestra Universidad ha recibido el reconocimiento de sus pares y de la ciudadanía por su gestión de poner fin al subcontrato. ¿Has seguido este proceso?
- Yo tengo el mejor recuerdo de la gente de servicios generales, que nos ayudaba mucho a cuidar los espacios porque son para todos. Muchas veces la externalización hace que sus derechos sean menoscabados y la posibilidad de relevarlos es un avance muy sustantivo. En su momento se veía muy inviable. Creo que es un avance importante para que se pongan al servicio de la Usach, y que reciban este realce es muy merecido, pero por cierto creo que es necesario hacerles un llamado a cuidar estas iniciativas para que sean sustentables en el tiempo. Que lo público sea sinónimo de derechos para los trabajadores, pero también de servicios bien prestados. Este es un sello imprescindible que debemos cuidar y tener todos aquellos que hemos trabajado en organizaciones públicas, para generar valor público al servicio de los ciudadanos.
Alejandra Izquierdo, profesora de Estado para la Educación Técnico Profesional: “En la Usach adquirí un gran crecimiento personal y profesional”
Alejandra Izquierdo, profesora de Estado para la Educación Técnico Profesional: “En la Usach adquirí un gran crecimiento personal y profesional”
Patricio Nayan, Ingeniero en Agronegocios: “La Usach es un oasis dentro de la educación chilena; una Universidad de calidad que innova y evoluciona con los tiempos”
Patricio Nayan, Ingeniero en Agronegocios: “La Usach es un oasis dentro de la educación chilena; una Universidad de calidad que innova y evoluciona con los tiempos”
Cecilia Iriarte, Bachiller en Ciencias y Humanidades. Licenciada en Enfermería: “Donde voy digo con orgullo que soy de la Usach. Soy promotora de cambios”
Cecilia Iriarte, Bachiller en Ciencias y Humanidades. Licenciada en Enfermería: “Donde voy digo con orgullo que soy de la Usach. Soy promotora de cambios”
Cecilia Iriarte estudió su enseñanza media en el Liceo 7 de Providencia. Sus profesores las guiaban para que sus próximos pasos académicos fueran en la Universidad, sin embargo en su caso eran tantas las áreas de interés que no tenía mucha claridad de su decisión: profesora, psicóloga o enfermera. Por eso fue tan importante para ella ingresar al Programa de Bachillerato de la Universidad de Santiago. Si bien no le fue mal en la PSU, el puntaje no le alcanzaba para estudiar enfermería en la Universidad Católica, que era su primera opción. Había un antecedente que sería potencialmente poderoso para ingresar a nuestro Plantel. Sus padres se conocieron en la Universidad Técnica del Estado, pololearon allí y tras estudiar las carreras de Pedagogía en Mecánica Industrial en Herramientas y Pedagogía en Ciencias Naturales con mención en Química, se casaron. Recuerda que en su hogar era frecuente ver fotografías de ellos en los jardines de rosas o en el casino de la Universidad donde nació el amor, así que fue emocionante para ella ingresar al Programa de Bachillerato y caminar por esos mismos lugares donde sus papás orgullosos sacaron adelante sus carreras y donde surgieron los cimientos de una bella familia.
Bachillerato su primera estación
Cecilia, ¿Cuál es la importancia que le asignas al haber ingresado al Programa de Bachillerato?
-Tras rendir la PSU mis deseos eran estudiar enfermería o psicología. Entrar a Bachillerato me permitió tomar una decisión consciente; vivir la experiencia académica universitaria y elegir desde adentro. Estudié con Fondo Solidario y con la Beca Hijo de Profesor, que era un aporte al arancel. Lo que tiene de especial la Usach es que su Bachillerato es en Ciencias y Humanidades, entonces no lo divide. A uno lo educan en filosofía, en pensamiento matemático, en desarrollo del lenguaje y en el área científica. En el segundo semestre escoges electivo y comienzas a diferenciarte. Con las notas del primer año uno ya postula y los mejores van quedando. En segundo año puedes tomar los créditos de la carrera y es como si estuvieras cursando las dos carreras. Por ende, tú sales como Bachiller en Ciencias y Humanidades, y luego como Licenciada en Enfermería en la Facultad de Ciencias Médicas con el título de Enfermera, en mi caso.
Tú provenías de un liceo emblemático con una base más sólida de la enseñanza media, pero me imagino que también tenías compañeros en Bachillerato a quienes les costaba un poco más.
-Sí, observaba que había diferencias de comprensión propias de la enseñanza que te ha dado el colegio. En el año que ingresé, también fue el primero del Propedéutico, que tomó a estudiantes de colegios de nivel técnico de colegios rurales, de comunas más alejados que pudieron sumarse a Bachillerato. La hipótesis era que los talentos estaban igualmente repartidos, independiente de donde provenías. Yo tenía compañeros de estudios cercanos que venían del Propedéutico, pero en el fondo el esfuerzo y la constancia en el estudio ayudó a que saliéramos todos adelante. Esa mixtura fue positiva para ambas experiencia.
Me comentabas que la Universidad de Santiago no era tu primera opción para seguir tu Educación Superior. ¿Cambió tu opinión con el paso de los días?
-Debo reconocer que una vez adentro no pude haber estudiado en mejor Universidad que en la Usach. Realmente uno ve la universalidad en nuestra Casa de Estudios. Somos partícipes de una ciudad universitaria donde están todas las carreras juntas. Eso enriquece mucho el compartir. Al final con Bachillerato terminamos todos repartidos por la Universidad y generando contacto entre las carreras después. Se amplía mucho el pensamiento y uno se transforma en un agente y promotor de cambio. Creces mucho mentalmente. Se hace la diferencia entre ser estudiante hijo de obrero y ser cliente. Yo no iba a la Usach solo a estudiar, sino que a ser una promotora de cambios, que tú aprendes no solo en el aula, también en los pasillos del Plantel. Eso es muy importante en tu formación.
¿En qué momentos decides que Enfermería será tu profesión?
-Va a sonar infantil tal vez, pero desde niña quise ser un poco súper héroe y la búsqueda de mi profesión iba por ese lado; quería ser un aporte a la sociedad; quería ser profesora o psicóloga. En Bachillerato distintos profesionales nos hablaban de sus carreras. Cuando fue la enfermera a explicarnos lo que hacía, yo casi me puse a llorar de emoción. Eso era lo que quería para mí, la profesión englobaba todos los talentos que poseo. Me preguntaba por qué tenía que decidir entre lo científico y lo humanista si no están separados. Enfermería integraba ambos mundos. Fueron cinco duros años estudio, donde si bien había falta de recursos, por ejemplo no teníamos sala de simulación, en el aula nacía el criterio y el arte. Para practicar punción lo hacíamos entre nosotros. No había muñeco. El hecho de prestar el brazo al compañero para que te pinchara, hacía que viviéramos en carne propia, en la práctica, lo que siente un paciente temeroso. Son 4 años de teoría y práctica. A partir del segundo año comienza ya la labor al interior de los hospitales. Íbamos desde las 8 de la mañana hasta el mediodía a los hospitales, para después volver a la Usach a clases hasta las 7 de la tarde. En cuarto año hice la tesis y en quinto año los internados. Mi generación no hizo examen de grado.
¿Cómo fue tu primer internado?
-Mi primer internado lo tuve en oncología infantil. Trabajar con niños con cáncer es fuerte, pero es una especialidad en que aprendes tanto que al final uno crea facilidades. El Instituto Nacional del Cáncer es para adultos (donde trabajo hace seis años), está orientado a personas mayores de 15 años en adelante. El cáncer también tiene su lado especial. Es duro, pero los niños tienen mejor resiliencia que los adultos. Generalmente son ellos los pilares que soportan a sus padres. En mi trabajo siempre he querido demostrar con conocimiento y con mi presentación que soy una profesional íntegra. Nuestros académicos nos inculcaron desde el internado que somos los mejores. Cuando compartíamos con compañeras de otras universidades, las mismas profesoras guías, las enfermeras clínicas nos decían que a ellas podían pedirles cierto límite, pero a nosotras que veníamos de la Usach nos exigían el doble o el triple porque nosotros dábamos mas, rendíamos más. Es que el usachino y la usachina se notan en la parada. Saben lo que quieren. Mis colegas en el Instituto que provienen de nuestra Universidad generalmente son más resueltas, mas proactivas, siempre innovando. Son jefaturas o son subrogantes. Por eso siento que la Universidad de Santiago es mi alma máter. Fue una gran experiencia estudiar allí. Hasta el día de hoy, con mucho orgullo digo que soy egresada de la Usach, porque se nota el sello de mi Universidad.
Dr. en Biotecnología, Cristián Vilos: “La Usach me abrió las puertas para iniciar mi carrera científica y descubrir nuevos horizontes”
Dr. en Biotecnología, Cristián Vilos: “La Usach me abrió las puertas para iniciar mi carrera científica y descubrir nuevos horizontes”
Cristián Vilos proviene de Romeral donde fue declarado hijo ilustre en 2015. Es que su vida representa un camino inspirador para muchos estudiantes que pese a nacer en una zona rural, con esfuerzo y tenacidad se abren paso en la vida. Visita regularmente su comuna natal para estar con su familia, y también colegios dando charlas de nanotecnología para hacer difusión de la ciencia. El doctor en Biotecnología de la Facultad de Química y Biología de la Universidad de Santiago fue primera generación de su familia en ingresar a la Educación Superior. Tiene tres hermanos. Su papá falleció cuando él era muy pequeño, su mamá como dueña de casa sacó adelante la familia, siendo hasta el día de hoy un pilar en su vida. Reconoce que de ella heredó el chip de la tenacidad y del trabajo. “Yo estudiaba y leía mientras otros dormían”, recuerda. Fue justo leyendo una revista sobre biotecnología cuando se interesó por el doctorado de la Universidad de Santiago. Era una entrevista en que la Dra. Ana María Sandino, entonces directora del Programa de Doctorado de la Usach, describía las potencialidades de su programa recientemente acreditado.
Cristián sentía el llamado de la ciencia y estaba buscando posibilidades. Dio las pruebas y veía pocas posibilidades de quedar, “porque el perfil de las personas que entran a estudiar ciencias está enfocado en alguien que tiene experiencias en publicaciones y haber pasado por laboratorios de investigación, no clínicos. Yo tenía las puras ganas. Me aceptaron, pero me enviaron a hacer nivelación con varios cursos de pregrado, entre ellas biología molecular. Tomé el desafío. Fue un cambio personal, viniendo de región decidí quedarme en Santiago. Solo tenía una beca que me daba la Universidad. No era mucho dinero, pero afortunadamente ya instalado, me llamaron de la Clínica Alemana para hacer un reemplazo por un año y las cosas cambiaron. Tuve que compatibilizar el trabajo y el estudio”, destaca.
¿En qué momento aparece el Cedenna y Harvard en su trayectoria académica?
-Entré al doctorado el 2006, al año siguiente postulé a una beca de Conicyt y junto a un compañero ganamos el proyecto de financiamiento de tesis en la industria. Mi tutor de entonces fue uno de los investigadores que postularon al Centro para el Desarrollo de la Nanociencia y la Nanotecnología en esos años. Yo automáticamente pase a ser alumno de doctorado del Cedenna y la línea de investigación que estaba trabajando estaba enfocada en hacer un sistema de liberación lenta de antibiótico para aplicarlo en la industria de producción animal, pero no había laboratorio en Chile dedicado a ello. Revisando artículos, encontré a un profesor del MIT y le pedí que me aceptara 6 meses en su laboratorio. Le dije que quería hacer nanopartículas para liberar fármacos porque su fundamento fisicoquímico era muy similar a lo que estaba desarrollando en la tesis, y me dí cuenta que el mundo ya llevaba varios años en este emergente dominio de investigación.
En ese contexto recibí apoyo de Cedenna, de la Universidad y me fui a una pasantía a Boston derivando en un laboratorio de Harvard. Retorné a la Usach a terminar mi doctorado y terminé mi tesis en el 2012. Meses antes firmé con la Universidad Andrés Bello porque mi profesor tutor había migrado a ese Plantel para hacer un centro de investigación y me ofreció trabajo. Allí estuve como docente. Ese año postulé a un proyecto postdoctoral y fui nuevamente a Estados Unidos para reencontrarme con mis profesores de Harvard y del MIT.
Fue investigador bastante joven, ¿siguió vinculado a la Usach?
-Volví el 2015 a la Universidad Andrés Bello. Luego de haber sido investigador jóven pase a ser investigador asociado del Cedenna. Actualmente soy investigador titular y jefe de la Línea-4 en NanoBioMedicina. Llevo dos años en esta función. Soy un profundo admirador del trabajo que realiza la Dra. Dora Altbir, Premio Nacional de Ciencias Exactas, una distinción tremendamente merecida. También soy profesor asociado a la Universidad de Talca en la Escuela de Medicina, pero no olvido que también hice docencia como profesor instructor en la Usach durante el periodo que estudiaba mi doctorado.
La investigación en Chile
Doctor, ¿coincide usted que en nuestro país estamos al debe con el presupuesto destinado a la investigación?
-Gracias a que siempre han existido programas formales del Gobierno en apoyo a la investigación tenemos una data de excelencia y calidad. El problema es que la globalización ha generado un crecimiento tecnológico explosivo yo diría que los últimos 15 años, pero el Gobierno se ha estancado en materia presupuestaria. No hay las plazas suficientes para los investigadores, no hay recursos incrementales y eso genera un loop de financiamiento solo para ciertos sectores que son más experimentados, más vinculados o con mayor apoyo institucional, lo que impide a los investigadores incipientes se establezcan. Si usted analiza en EE.UU los investigadores jóvenes tienen oportunidades en estapas iniciales de su carrera científica, por lo cual en pocos años están generando investigación de frontera. El apoyo no es suficiente para estar a la altura. Hoy aparecemos bien posicionados, pero gracias a la astronomía y a los cielos que tenemos.
El panorama parece sombrío, pero pese a ello las universidades han jugado un tremendo papel en la lucha contra el Coronavirus.
-Así es, pero por ejemplo si hubiésemos contado con mayor financiamiento en todos lados existiría un PCR y de 20 mil exámenes al día estaríamos haciendo un millón o dos millones. Hacer 20 mil exámenes al día es insuficiente. En una condición más robusta habríamos sido capaces de detectar a tiempo los focos y haber prevenido el contagio masivo de la población. Se tiende a dejar de lado las ciencias básicas y sin ellas no hay ciencias aplicadas. Además nuestros empresarios no tienen cultura de apoyar la investigación. Aportan tres pero esperan que en menos de 6 meses recuperen 12. No entienden que la ciencia en el área de la biología toma tiempo y no están dispuestos a invertir en ciencia básica.
La Usach como referente
Profesor, a la luz de su trayectoria ¿qué representa en su vida profesional la Usach?
-Cuando conocí la historia, el significado social entendido en las personas que componen esta Casa de Estudios a través de sus académicos y estudiantes, se fue moldeando una nueva visión que me hace sentir orgulloso de ser parte de la Universidad de Santiago. En este Plantel convergen sueños, problemas sociales, tenemos grandes pensadores, hay espacio abierto para expresarse, para la integración. La Usach es líder en hacer que haya igualdad de género, en cambiar sus estatutos para que los funcionarios y los administrativos sean parte de la cadena de toma de decisiones y está presente en cada una de las encrucijadas del último tiempo, donde se transforma en líder. Es un orgullo ver cómo ha protagonizado la discusión sobre cambios constitucionales. Por meses he sido testigo de cómo se levantan propuestas solidas en todos los ámbitos. En la Universidad de Santiago encontré la oportunidad de hacer que mi ciencia, trabajo y esfuerzo dieran frutos, trasladar estos saberes a otra Universidad Pública pero regional, como la U. de Talca y que no se transformara en solo números, sino que se enfocaran en generación de conocimiento y contribución a la sociedad. Eso nació con mi doctorado en la Usach, el fundamento de las bases de mi compromiso científico-social.
Miguel Bezares, Magíster en Ciencias, mención Matemática y Doctor en Física: “La Usach me dio la oportunidad de cambiar mi vida, de romper la brecha social”
Miguel Bezares, Magíster en Ciencias, mención Matemática y Doctor en Física: “La Usach me dio la oportunidad de cambiar mi vida, de romper la brecha social”
Miguel Bezares estuvo a punto de no pasar a primero medio, curiosamente porque la matemática hasta ese momento no era lo suyo. No entendía nada de porcentajes, ni proporciones - reconoce-. Gracias a una prueba especial lo logró y fue un profesor cubano que conoció en el Colegio Oratorio Don Bosco Salesiano, quien se transformó en su mentor. Afirma con humor que aún le cuestan las operaciones básicas, pero para eso están las calculadoras, dice.
Miguel rindió la PSU lleno de sueños como todo joven que desea mejorar la situación económica de su familia, aunque sus aspiraciones iban más allá. Quería estudiar Ingeniería Civil Industrial y ser gerente. Le fue bien en la prueba de Matemática, pero el puntaje total se transformó en un nuevo obstáculo. Sin embargo, optó por Ingeniería Matemática, porque esa carrera le transmitía una sensación de mayor dificultad que se transformó en su plus de la elección, para cumplir sus metas.
“El perfil laboral del Ingeniero Matemático de la Usach me gustó mucho porque te da la oportunidad de ser científico o ser ingeniero; científico en el sentido de seguir la academia, que es el camino que tomé yo al hacer el Magíster en Ciencias mención matemática y luego el Doctorado en Física de la Universitat de les Illes Balears, con el fin de transformarme en académico. Y está el otro camino que es ser Ingeniero, estar en una oficina, abrir tu consultoría y trabajar como un ingeniero en modelos matemáticos o cosas así”, explica desde Trieste-Italia donde realiza su postdoctorado.
¿Qué fue lo primero que te llamó la atención de la Usach?
-Lo grande que era. Lo linda que es por dentro, pero también lo feo que es el entorno de Alameda. Como anécdota me correspondió en un curso de Introducción a la Ingeniería exponer sobre la estructura superior de la Estación Central. En la Usach la carrera era más bien machista, muchos hombres y pocas mujeres, pero me llamó la atención la diversidad. Había gente del Instituto Nacional que era muy buena, pero otros como yo que no entendíamos qué hacíamos sentados allí, unos con dinero y otros más pobres, pero no había distinción de clases. La diversidad social que tenemos en la Usach es lo mejor. Te encuentras con el joven becado en todo y con el que su papá le paga la carrera. Es algo de nosotros. Cien por ciento social.
Como la carrera era nueva te permitía con los años ir inventando cosas. Por ejemplo con cuatro amigos incorporamos a la Ingeniería Matemática la mención en modelos astrofísicos, porque nos gustaba mucho en general la teoría de la relatividad general de Einstein y la astrofísica. Hablamos con 4 académicos y le propusimos la idea al jefe de Carrera, quien aceptó. En ese entonces la última etapa de la carrera – no sé si la han cambiado- tenía algunos ramos libres, depende de lo que tú quieras hacer.
Cuéntame como fuiste armando tu perfil profesional en la Universidad, que permitió transformarte en docente, posteriormente.
-Yo estudié con la Beca Bicentenario y como siempre hay un delta que hay que pagar, para el resto tuve que optar al Fondo Solidario. Fui ayudante de cátedra desde segundo año hasta que terminé. Fui profesor por hora de la Usach siendo estudiante. Con cuarto año de la carrera rendido puedes sacar la Licenciatura en Matemática y ser docente. Fui profesor de cálculo 1 para los Ingenieros. El currriculum en la Usach me permitió hacer ayudantías en las privadas. Hice clases en las Universidades Finis Terrae, del Pacifico y Andrés Bello. Fui un profe taxi, mientras terminaba la carrera y hacía el Magíster. Me casé joven, queríamos comprar una casa y había que esforzarse.
Tus aspiraciones eran altas y ya mirabas en esa época hacia el extranjero. ¿Cómo lo lograste?
-Llevamos 9 años casados. Ella siempre me ha apoyado en todo y cuando tomé la decisión de estudiar en Europa se vino conmigo. Es técnico en imagenología. Yo siempre quise estar en la Academia, quería ser científico y para ello debes tener un Doctorado. Quería irme a hacerlo a Alemania, pero se me cerraron las puertas. Sin embargo, tuve una oportunidad en Mallorca, España. Postulé a la Beca Conicyt para un doctorado en ese país que duró tres años y medio. Soy experto en relatividad numérica, simulaciones numéricas de las ecuaciones de Einstein. Terminar el Doctorado en Física fue uno de los momentos más felices de mi vida, pero aún tenía metas que cumplir para llegar a mi objetivo final. Para ser académico, tengo que demostrar mi experiencia acumulada que se mide en publicaciones, citas, congresos, etcétera. Estas carreras pequeñas de dos o cuatro años son los postdoc que añades a tu curriculum. Yo ahora en Trieste, Italia no tengo que rendir exámenes ni nada, sino que solo investigo. Mi jefe se ganó un proyecto muy bueno que se llama ERC, un proyecto gigante que obtienen científicos reconocidos y pueden armar equipo contratando para sus investigaciones a postdoctorados y estudiantes de doctorado. Somos nueve. Ahora estamos viendo la viabilidad de las teorías alternativas a la gravedad de Einstein. Lo que hago yo es importante para ellos por las simulaciones. El proyecto es de ondas gravitacionales.
¿Tienes pensado volver a Chile para entregar esos conocimientos a nuevas generaciones de Ingenieros Matemáticos?
-Sí, mi beca es de retribución, tengo que regresar. Conicyt te entrega el aporte económico para que seas un científico y tú tienes que volver a buscar una posición de académico en Chile. Mi retribución será enseñar todo lo que aprendí acá.
A la luz de todo este extenso curriculum que has alcanzado con esfuerzo y tenacidad, ¿qué papel cumplió la Universidad de Santiago en tus aspiraciones?
-Fue la que me dio la oportunidad de cambiar mi vida, de romper la brecha social. Me dio todo. Gracias a sus profesores soy quien soy. Soy científico por ellos. No soy inteligente, soy un tipo esforzado, pero a la Usach le debo mi curriculum, mis valores. Somos diferentes a otras universidades. Se nota quienes somos de la Usach. El sello distintivo de sus estudiantes es la conciencia de clases. No se nos olvida de dónde venimos. Me siento preparado para competir con cualquiera, gracias a una formación de alto nivel. La diferencia la hace uno. Depende de las personas. Yo tuve la oportunidad de cambiarme a la Universidad de Chile en primer año y no lo hice porque me enamore de la Usach.
Tienes que regresar al país a enseñar. ¿Cuáles son tus planes?
-Creo que volvería a una región. En Europa conocí esa paz de localidades que no existe en la urbe como Santiago. Buscaría trabajar en una universidad regional para descentralizar el conocimiento, entregar todo lo que la U. de Santiago me dio a las nuevas generaciones y aportar además con todo lo que aprendí en Europa. No me veo viviendo nuevamente en la capital con el ritmo tan agitado que implica.