Analizan vínculo entre el estrés de los peces y mermas en la industria salmonicultora
Según la Subsecretaría de Pesca y Acuicultura, en el informe sectorial de octubre 2015, las exportaciones en agosto alcanzaron 93 destinos, destacando Estados Unidos, Japón, Brasil, Rusia, China y España, entre otros.
La importancia de este sector productivo estratégico en la economía del país, motivó al Dr. Claudio Acuña Castillo, director del Departamento de Biología e investigador del Centro de Biotecnología Acuícola (CBA), realizara -junto a colegas de la Universidad y otras instituciones- una revisión bibliográfica del tema para comprender los mecanismos de generación del estrés en peces, comparándolo con el modelo de mamíferos.
Según el investigador, los principales problemas de estrés que tienen los peces están provocados por el hacinamiento, el traslado, vacunas y el cambio de agua dulce a salada. Este último proceso es normal en la naturaleza, pero en contextos de producción provoca una situación de estrés y efectos en el sistema inmunológico.
“Por ejemplo, cuando los estudiantes están en los exámenes finales aumenta su estrés, por ende la posibilidad de que se resfríen son más altas, ya que el sistema inmunológico baja. La misma situación pasa con estos animales”, explica el Dr. Acuña.
La revisión bibliográfica ha tenido una alta repercusión en la comunidad científica, generando citaciones en otros trabajos de esta área y permitiendo ahondar en una temática poco estudiada.
Según señala el investigador tomaron los conocimientos que tenían sobre los mamíferos e hicieron una revisión exhaustiva de la literatura sobre peces, intentando hacer correlatos entre ambos.
“Esto ha servido para entender algunas cosas del estrés en peces y facilitar a otros investigadores que también quieren ir a buscar lo mismo, dándoles un poco más de literatura más digerida”, sostiene.
Estrés crónico y agudo
Al analizar el estrés en los peces, el Dr. Acuña enfatiza que se debe tener en cuenta que los peces no son mamíferos, por ende, no se comportan de la misma forma. Poseen diferentes mecanismos de regulación, son anatómicamente distintos y tienen una vida solitaria, no son animales gregarios a diferencia de los mamíferos.
No obstante, es necesario un grado de estrés para el desarrollo de todos los seres vivos, es por ello que este proceso se divide en dos fases. “El estrés crónico es el peligroso y dañino, ya que cuando se vuelve constante afecta al sistema inmunológico. En cambio, el estrés agudo es necesario y útil, permite la toma de decisiones en situaciones de conflicto”, explica.
Cuando el estrés deja de ser agudo y se profundiza en una fase crónica este puede apreciarse de distintas formas, por ejemplo, “en el pez se evidencia en cambios fisiológicos, conductuales, agresividad, algunos incluso dejan de comer y aumenta la susceptibilidad a enfermedades contagiosas”.
Impacto en la producción acuícola
El Dr. Claudio Acuña sostiene que el grado de estrés en los peces puede estar ocasionando pérdidas económicas en el país, añadiendo que “lo más probable es que el estrés esté influyendo en las pérdidas de producción en la industria salmonicultora. Cuando el estrés es demasiado se hace susceptible, por ejemplo, al piojo de mar. Frente a esto, cuando se muere la producción completa, que es algo está pasando, quizá no es solo genético, sino que además ligado al estrés”.
Asimismo el efecto que desencadena la pérdida de producción también preocupa al investigador, quien agrega que “el estrés debe estar ligado al efecto en las pérdidas de producción y lo más terrible son los efectos secundarios a nivel de empleos y cesantía. Para esto, las soluciones se dan al comenzar a entender el proceso y para eso necesitamos saber qué pasa y esos resultados compararlos y analizarlos”.
El académico espera que los efectos del estrés se mitiguen de forma natural, porque es necesaria su presencia en un grado menor. “Hay que tener cuidado en cómo palear el estrés, porque tampoco es bueno atacar de forma directa al cortisol (hormona que se libera como respuesta al estrés), porque si no queda sin capacidad de respuesta, por ello es interesante trabajar con plantas o elementos naturales”, enfatiza.
Esta publicación también tuvo como autor principal al Dr. Ricardo Fernández, investigador de la Facultad de Ciencias Biológicas y de la Facultad de Medicina de la Universidad Andrés Bello, a la cual se sumaron los doctores Gino Nardocci, Cristina Navarro y Paula P. Cortes, todos miembros de la UNAB, además de los investigadores de la Facultad de Química y Biología y del CBA de la U. de Santiago, doctores Mónica Imarai, Margarita Montoya, Beatriz Valenzuela y Pablo Jara.