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Investigador del Grupo Epidemiológico Matemático Usach: “Seguimos en un escenario crítico por la pandemia”
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Vocera de Red de Enfermeras Feministas denuncia: “Nos obligan a hacer turnos de 24 horas donde hay condiciones paupérrimas”
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Opinión de la académica Paula Walker: La comunicación y la política
Opinión de la académica Paula Walker: La comunicación y la política
En el primer gobierno de la Presidenta Bachelet, aquel que ella prefiguró como el gobierno ciudadano, paritario y de caras nuevas, la gobernante levantó una idea que orientaba sus actuaciones y las de su gobierno: poner en el centro alas y los ciudadanos. ¿Qué significaba eso? Que la reflexión que había detrás de las actuaciones de la Presidenta, que a su vez ella instruía al gabinete, y luego cada ministro y ministra debía instruir en sus instituciones, era considerar de manera prioritaria a las personas en todo aquello que hacían. Parece increíble que esa idea simple y obvia fuera tan importante para aglutinar y ordenar (al menos discursivamente) las prioridades y las acciones de un gobierno después de 16 años de recuperada la democracia.
Poner en el centro a las personas significa muchísimo, pero sobre todo significa una declaración de principios: la política, el Estado y los gobiernos se deben a las personas y deberían dedicarse a proteger y promover su bienestar y sus derechos. Los gobiernos son lo que dicen y dejan de decir. Son también sus políticas y programas, las entrevistas de sus autoridades, las acciones permitidas, las omisiones y los apoyos.
Por ejemplo, dar permiso de vacaciones en plena segunda ola de contagios, con fronteras abiertas y verano candente, junto con vanagloriarse de ser campeones del mundo por las vacunas, ha sido una acción imprudente y negligente que nos tiene en una situación dramática. Esas acciones nos hablan de un gobierno que privilegia la economía por sobre la salud de las personas y su bienestar. Comunicaron normalidad y control, en vez de fomentar el cuidado, la prudencia y develar los riesgos.
En el caso de las y los candidatos presidenciales es lo mismo. ¿Qué rol debe tener la comunicación en una campaña presidencial que se da en un país incrédulo, cansado, abrumado, con problemas económicos, con miedo al contagio y a la vez con esperanza en lo que viene, pero que rechaza a los que han prometido impúdicamente durante tanto tiempo y no han cumplido con su palabra? ¿Cómo se enfrenta la comunicación en una elección política en medio de una cuarta revolución, la digital, que ha transformado completamente el escenario de las lógicas comunicacionales? Hoy los medios tradicionales están en crisis, cualquiera puede generar contenidos (algunos ciertos y otros no), irrumpen conversaciones nuevas que no controlan las elites, existe la “bidireccionalidad” en el proceso de la comunicación: las y los ciudadanos, autoridades o candidatos pueden conversar, criticarse, preguntar.
Las personas se detienen en medio de miles de mensajes para escuchar qué tiene “la política” para decirles, ver si alguien les habla de sus angustias, sus rabias, si lo hacen de forma clara, sin eufemismos.
Las palabras solas son vacías, las ideas complicadas que no logran explicarse son inútiles, y la sensación de vacío porque nadie “entiende lo que nos pasa” es caldo de cultivo para experimentos mediáticos que pueden resultar muy mal.
Opinion de Fernando Pairican: ¿Liberación nacional o proceso constitucional? La controversia al interior del pueblo mapuche
Opinion de Fernando Pairican: ¿Liberación nacional o proceso constitucional? La controversia al interior del pueblo mapuche
A partir de enero del presente año, el movimiento rupturista a la Autodeterminación intensificó sus acciones de violencia política contra empresarios forestales y agrícolas. También existieron otras formas de transgresión al orden, lo que la Historia Social denominaría el bandidaje social, expresado en una treintena de cabezas de ganado sustraídos de un fundo en Tirúa, los que posteriormente fueron muertos en el camino.
Para comprender el surgimiento de un nuevo ciclo del movimiento rupturista a la Autodeterminación, debemos poner el reloj en los hechos posteriores al asesinato de Matías Catrileo y la huelga de hambre de 2010. Es a partir de esos años que van surgiendo nuevas organizaciones autonomistas en el escenario político, como Aukan Weichan Mapu y la Resistencia Mapuche Lafkenche.
El emblema de la primera organización es un kultrün cruzado por una lanza y una escopeta. Reúne los símbolos de la cosmovisión y la política del pueblo mapuche en lo que podría ser considerado, en una perspectiva de Eric Hobsbawm, como una “invención de la tradición” que dota al nacionalismo de nuevos conceptos políticos. En el seno del movimiento mapuche rupturista, las forestales y los agricultores son declarados adversarios. A los primeros, la CAM los denominó en un documento de 2001 como “nuestros grandes enemigos”; y a los segundos “nuestros enemigos históricos”. Pero a la fecha jamás se había manifestado un acto hacia “chilenos corrientes”.
El mismo libro ¡Escucha, winka! enfatizó en esa dimensión al publicarlo respecto a las relaciones interculturales que era “un grito de colonizados hacia otros colonizados, y al mismo tiempo, al colonizador”. Para el movimiento mapuche, el año cero de la historia mapuche es la Ocupación de La Araucanía, por ende, el conflicto se relaciona con la formación de la república chilena y cualquier aspecto que permita su consolidación, como relato histórico, es visto por este sector de manera crítica.
La Plurinacionalidad reafirmaría al Estado chileno por sobre el pueblo mapuche, impidiendo el desarrollo de la Autodeterminación. Esto ha llevado que miembros del movimiento sean críticos al proceso constitucional y a sus candidatos. Otros como el dirigente Galvarino Reiman, de la Asociación Ñancucheo de Lumaco, si bien no comparte el concepto Plurinacional afirma que el proceso constitucional es un buen momento para insertar el debate sobre Autodeterminación. “
Sin embargo, existe otra corriente del movimiento que no ve en este proceso el camino a seguir. A fines de febrero, en el fundo Los Pastales, la Coordinadora Arauco-Malleco ejerciendo el Control Territorial contra “la inversión capitalista que arremeten contra nuestro territorio ancestral”, hizo un llamado a distintas comunidades en conflicto para reafirmar el camino a Liberación Nacional. También expresaron al resto de las organizaciones formar un frente político para resistir a la militarización en un escenario de mayor beligerancia por parte del Estado¹.
Los hechos sucedidos en la ruta Cañete-Tirúa dan cuenta de la pérdida de influencia de esta organización, pero que a su vez da cuenta del surgimiento nuevas organizaciones rupturista del escenario. Acontecemos a lo que Alejandra Gaitán-Barrera y Ghovan Khalid denominan “autonomismo reivindicativo”, que toma distancia del autonomismo que se suscribe al lenguaje de los derechos internacionales.
El weichafe ha sido incorporado como parte de las autoridades tradicionales en el pueblo mapuche. Una innovación en la trayectoria del movimiento mapuche autonomista, que si bien no es un consenso colectivo, muestra los divergentes caminos, fruto del crecimiento ideológico. Ese llamado que hizo la CAM en febrero a “continuar por el verdadero camino de lucha, con las recuperaciones de tierras, con el Control Territorial, con los sabotajes a las forestales y grandes latifundistas” se expresa hoy en el escenario político del pueblo mapuche ante los últimos acontecimientos que demuestran, lo que el sociólogo mexicano César Pineda cataloga como “el drama de una lucha radical”. “.
Estamos ante una posible antesala de una tragedia que no es exclusivamente por las consecuencias punitivas que atraerán sobre quienes resulten responsables, sino porque tampoco considera la tendencia que se va surgiendo en el seno del mismo pueblo mapuche que es importante a considerar. A principios de enero, la CONADI registró 26 mil solicitudes de calidad indígena motivada por el proceso constituyente.
Los últimos datos dados a conocer por el Estudio de Opinión Pública: Pueblos Originarios y Nueva Constitución del Centro de Estudios Interculturales Indígenas, vuelven a reafirmar una tendencia vertida en las mediciones anteriores, donde la reconfiguración del actual Estado por uno de otra índole, que inserte como sujeto de derechos a los pueblos originarios, es una tarea compartida.
Esto último asociado a la devolución territorial, en que un 71% de los no indígenas encuestados se muestra a favor dentro de una tendencia a participar en las elecciones a favor de los escaños reservados de un 57% de los encuestados. De ellos, un 75% de los indígenas comparte la Autodeterminación como una reivindicación en la nueva Constitución, que es complementada por el 68% de los no indígenas que también ven en la reivindicación mapuche un anhelo compartido.
Asimismo, un 45% de los no indígenas y un 48% de los indígenas consultados comparte la restitución territorial como un mecanismo de superación de las problemáticas generadas en los últimos años. Bajo todos estos antecedentes, creo importante sugerir lo que sostiene el historiador Eduardo González Callejas en sus estudios sobre el uso de la violencia en los escenarios políticos. Primero que surgen dentro de un contexto cultural, político e histórico que le da origen. Segundo que no cesan de renovarse y cada generación intenta marcar una ruptura a menudo profunda y radical con los ciclos que la antecedieron. En ese marco de interpretación, si estamos ante el fin de un ciclo de hegemonía de la CAM, ¿cuál es el camino que se avecina para el movimiento rupturista a la Autodeterminación? Tal vez uno cada vez más complejo que lo puede encerrar en sí mismo.
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