- Investigador del Departamento de Historia, Dr. Maximiliano Salinas, fue invitado a Escuela de Verano de la Universidad de Concepción, donde abordó el significado de la fiesta como proceso histórico del país. “En la fiesta los pueblos se reencuentran con lo más primordial de su experiencia humana, espiritual y colectiva”, remarca el académico.
“La fiesta: el tiempo de Dionisio vuelve hacia nosotros”, se tituló la presentación que el Dr. Maximiliano Salinas, académico del Departamento de Historia de nuestro Plantel, dictó a la comunidad de la Universidad de Concepción en el marco de la inauguración de la Escuela de Verano 2014 de dicha institución.
La actividad, que se desarrolla ininterrumpidamente desde hace más de una década, tiene, en esta ocasión, como eje central “La fiesta: el arte de celebrar”, materia en donde el investigador de nuestra Casa de Estudios tiene mucho que aportar, ya que es experto en historia de la cultura popular.
Respecto al rol que juegan las celebraciones en la identidad local, el académico indica que en todas las culturas y civilizaciones, lo festivo es una dimensión esencial y fundamental de la vida de los pueblos, pues en la fiesta un pueblo se reencuentra con lo más primordial de su experiencia humana, espiritual y colectiva.
“En el caso de la historia de Chile, la fiesta, como en todas las dimensiones de su acontecer, está cruzada por contradicciones de origen colonial. Los pueblos originarios eran prodigiosamente festivos. El orden colonial, el absolutismo europeo, pretendió contener y reprimir ese espíritu”, explica el Dr. Salinas.
Sin embargo, esa idea fue imposible de concretar según el historiador, porque “la herencia festiva pasó al pueblo mestizo, amalgamándose con las propias influencias festivas de España y de África, de donde nos viene la cueca, la danza de la fiesta chilena. Aunque las aspiraciones coloniales –coercitivas, represivas- se reproduzcan hasta el presente, lo festivo volverá siempre de nuevo a representar la expansión de nuestra humanidad y de nuestro espíritu. Las protestas estudiantiles del presente han albergado indiscutiblemente un componente festivo que es parte de nuestra cultura más permanente”.
Ante la interrogante de cómo afectó la dictadura militar este rasgo característico de la cultura chilena, el Dr. Salinas plantea que ese proceso puede entenderse como un esfuerzo sistemático por apagar el espíritu de la fiesta popular, indígena o mestiza en el país. “Su ambición por imponer manu militari, el disciplinamiento neoliberal fue, en el fondo, una aspiración arrebatada por acabar con la vida comunitaria y la alegría de la convivencia entre los chilenos. Reducirnos a ser individuos consumistas, miedosos y endeudados”, relata.
Para el experto, hoy en día, constituye un desafío realizar una reflexión cultural sobre nuestra identidad como pueblo, sobre todo en un contexto en que ciertos sectores de la sociedad plantean la necesidad de establecer una nueva constitución. “En este sentido es clave una reflexión y un diálogo acerca de la fiesta, parte de nuestra constitución original, biológica, espiritual como pueblo. Esto es mucho más decisivo, animado y profundo que un texto jurídico, o que la discusión de los ‘peritos’ constitucionalistas”, sentencia.
Finalmente, para el Dr. Maximiliano Salinas debemos recuperar el espíritu religioso original de la fiesta, es decir, aquel que reposa en Dionisio, dios de la armonía cósmica, de la vegetación exuberante, de la alegría de una comunidad igualitaria y desnuda, sin enmascaramientos ni pretensiones ambiciosas. “Tenemos que recuperar ese ánimo, que vivieron y cultivaron por milenios los pueblos indígenas, y que heredaron legítimamente los pueblos mestizos. Dentro de ese espíritu debe percibirse el valor regocijado que recorrieron las reivindicaciones históricas de nuestras sociedades en los siglos XIX y XX. Y que lo expresó sobremanera el tiempo de la Unidad Popular, mucho más decisivamente que una particular coyuntura política. Allí radica la mística más profunda de la fiesta”, comenta.