Archivo Departamento de Comunicaciones

2020: el año del control civil sobre las policías

2020: el año del control civil sobre las policías

La preocupación por la delincuencia se transformó en un tema clave para el debate político, ciudadano y por ende también el electoral. A lo largo de estas cuatro décadas hemos pasado por aumentos de dotación, aumentos presupuestarios, aumentos de penas para ciertos tipos delictuales, ampliación de las capacidades de control de identidad, castigos mayores para los que se enfrenten a Carabineros. Pero también hemos sido testigos de aumentos de casos de corrupción pequeña, mediana y otra directamente organizada al interior de Carabineros de Chile que han tenido castigos inversamente proporcionales al rango del culpable. Es decir, si era un suboficial vinculado a un hecho de corrupción callejero las penalidades eran rápidas, serias y los castigos ejemplares. Cuando los casos involucran oficiales la respuesta ha sido más tenue, dubitativa, en fin... incluso con intentos de encubrimiento.

Si bien, en múltiples ocasiones en público y privado se hizo hincapié en estos problemas la respuesta del mundo político fue la sordera. ¿Cómo escuchar la crítica cuando los medios de comunicación presentaban diariamente los “éxitos” policiales?  ¿Cómo generar un problema en una institución que tenía el total respaldo y confianza ciudadana? Los bajos niveles de transparencia de información, la incapacidad civil para avanzar con estudios serios, la opacidad en la toma de decisiones eran elementos considerados secundarios ante el poder policial.

La violencia para controlar el orden público fue también evidente. Son muchos los informes del INDH que así lo confirman en diversos años, pero el silencio político y ciudadano fue también relevante.  Era la época en la que en Chile el derecho a transitar era considerado más relevante que el de protestar; que los permisos para manifestarse eran la puerta de entrada para legalizar o directamente criminalizar una vigilia callejera. Las marchas no son nuevas, la violencia policial para enfrentar a los “violentos” tampoco. Todos los hechos denunciados por diversas organizaciones fueron considerados casos aislados, errores involuntarios, producto de situaciones personales. Tampoco hubo apoyo político o ciudadano, espacio para debates serios en los medios de comunicación muy limitado y siempre concentrado en entender por qué alguien quisiera dañar a la policía.

Quiero creer que todo eso cambió el 2019, año en el que vimos que no se puede seguir tapando el sol con un dedo, que el abandono civil sobre los temas de seguridad ha traído serías consecuencias en una institución que requiere ser reformada en su totalidad, que requiere mayores niveles de control externo, que necesita transparencia y requiere liderazgo. Carabineros de Chile es una institución clave para la democracia siempre y cuando se enmarque en el Estado de Derecho, es decir, esté bajo la clara dependencia política de un Ministerio con el tonelaje técnico y político que se requiere para brindar seguridad bajo el claro respecto de los derechos humanos;ministerio que además debe entregar a los ciudadanos información sobre los presupuestos, las dotaciones y algunas decisiones policiales que pueden mejorar su calidad de vida, pero también potenciar la responsabilidad común sobre la seguridad.

El 2019 deja poco optimismo sobre el pasado de la seguridad pública en Chile. Evidencia que a veces el entusiasmo de algunos lleva a glorificar con anticipación prácticas e instituciones sin querer ver el contexto general; potencia la necesidad de una verdadera transformación policial.

Sin el estallido social estoy segura que esta columna estaría dedicada a la inutilidad de la Ley Antiportonazos, la limitación del reconocimiento facial o la poca evidencia sobre el control de identidad preventivo. Solo tímidamente, una vez más, dejaría unas líneas para recalcar la necesidad de una verdadera transformación del sistema de seguridad que incluye al Ministerio encargado, ambas policías y la agencia de inteligencia. Este año, sin embargo, estoy segura que no hay otro camino más que la transformación, una donde el ingrediente principal será el control civil sobre la seguridad.  Se vienen meses y años claves para construir el Estado de Derecho que nos merecemos.

¿Qué nos depara el 2020?

¿Qué nos depara el 2020?

Partamos por la economía. El nuevo ministro de Hacienda, Ignacio Briones, prevé un crecimiento entre 1 y 1,5% en 2020, es decir un segundo año de cuasi estancamiento. El Banco Central, por su parte, proyecta una disminución de la inversión el próximo año y un crecimiento entre 0,5% y 1,5%. El Instituto Emisor presenta un panorama sombrío sobre el empleo en su informe más reciente: “de mantenerse la relación histórica entre la demanda de trabajo y la actividad, y de no producirse cambios significativos por el lado de la oferta, la tasa de desempleo podría superar el 10% a inicios de 2020”. Pero, el Banco Central no ha demostrado mucha capacidad de anticipar la coyuntura. Nadie podría hacerlo con mucha exactitud, por lo demás, dada la volatilidad externa y ahora interna. Llegar tarde se ha hecho una costumbre para la política económica.

Un primer escenario en esta materia para 2020 es que el choque social de finales de 2019 consagre las debilidades de la economía. Entre estas se cuenta la persistencia de una falta de diversificación que limita el crecimiento de largo plazo y también de una concentración del patrimonio, los mercados y los ingresos que provoca una visible desigualdad y ausencia de movilidad social, lo que, a su vez, tensa las relaciones sociales y limita la innovación y la creatividad.

La mantención de un escenario externo poco favorable a las exportaciones chilenas podría acentuar la tendencia al estancamiento y consolidar una “trampa del ingreso medio”, con la consecuente incapacidad de insertarse en cadenas de valor de mayor productividad y la persistencia de una alta conflictividad social y política. Este escenario lleva a proyectar crecimientos no superiores al 2% para 2020 y 2021.

Otro escenario es el que se apoya en la resiliencia que han mostrado la sociedad y la economía chilenas frente a situaciones adversas, pero que requiere de un fuerte impulso keynesiano de corto plazo, con énfasis en la reconstrucción de las infraestructuras dañadas y programas de empleo para los jóvenes; como también basado en un nuevo pacto social en el que la revalorización sustancial de los ingresos mínimos del trabajo y de las pensiones, junto a activas políticas de inserción de los que no trabajan ni estudian, reestimulen la demanda interna en el corto plazo; y que en el mediano plazo canalicen el esfuerzo educativo de los últimos quinquenios para producir incrementos de productividad y acercarse al crecimiento potencial, que se puede estimar en un 3-4% anual.

No se puede excluir, sin embargo, que mayores turbulencias externas y eventuales pérdidas mayores del dinamismo del consumo afecten irremediablemente las perspectivas de crecimiento.

Sigamos ahora con la política. Para contener el acoso de la protesta social, y con la seguridad de contar con un veto si la derecha reune al menos 1/3 en el órgano que redacte una nueva Constitución, Sebastián Piñera dio el aval a una reforma constitucional -que fue aprobada por amplia mayoría en el parlamento el 19 de diciembre- para realizar, con voto voluntario, un plebiscito en abril de 2020. En este se preguntará, como sabemos, sobre la aprobación o rechazo a la elaboración de una nueva Carta Fundamental y, en caso de aprobación, sobre la opción de una convención constituyente con delegados especialmente electos o con una mezcla de parlamentarios en ejercicio y de delegados electos.

Las encuestas indican que ganará con creces tanto la opción de una nueva Constitución como la convención sin parlamentarios. Los delegados serán, entonces, elegidos en octubre de 2020 junto a la elección de las autoridades regionales y municipales. Está previsto que luego, durante 9 meses, extensibles a otros 3, se elabore la nueva Carta Magna con un quorum de aprobación de 2/3, cuyo resultado será también plebiscitado.

La pregunta que permanece sin respuesta es si las medidas sociales y políticas tomadas por el Gobierno serán suficientes para canalizar la rebelión social de octubre-diciembre de 2019 por las vías institucionales previstas. Permanecerá un ambiente de rechazo al gobierno y en especial al presidente Piñera, lo que es clave en un régimen presidencial. La herida provocada por la represión policial masiva en un amplio segmento de jóvenes -recordemos que en Chile existe en la actualidad 1,2 millones de estudiantes en la educación superior y medio millón de jóvenes que no trabajan ni estudian- los inducirá a mantener formas activas de movilización callejera periódica y eventuales violencias urbanas.

La clave del futuro político inmediato estará en si vuelve o no a producirse la confluencia de esas expresiones juveniles radicalizadas con el descontento de los sectores de trabajadores y segmentos medios que reciben bajos salarios y pensiones y acceden a servicios de salud y educativos de baja calidad, en un contexto de fuerte endeudamiento de los hogares. La amplia mayoría no verá su situación mejorada con las recientes medidas del Ejecutivo. Estas se remiten a los salarios y pensiones más bajos, mientras la suma de la desaceleración económica previa y los efectos de la crisis social agravarán el descontento y los factores de inestabilidad en las condiciones de vida de los sectores populares y medios.

El Gobierno propondrá en los próximos meses, al parecer, más reformas en pensiones, salud y Educación Superior, pero esto provocará una mayor división en su coalición, una parte de la cual sigue defendiendo el "modelo", que no quiere ampliar el rol del sector público ni redistribuir ingresos y que ve con recelo el cambio constitucional, aunque en él esté asegurado su poder de veto por el mecanismo de decisión por 2/3 en la elaboración de la nueva Constitución que le fue aceptado por la oposición.  Incluso, el 20 de diciembre, el partido UDI declaró que "congelaba" su pertenencia a la coalición de Gobierno, dado que sus partidos socios prestaron apoyo a la integración paritaria de la Convención Constitucional y con cuota para los pueblos indígenas, en caso de aprobarse esa opción en el plebiscito de abril. Este partido considera que estarían haciendose demasiadas concesiones a la oposición, en una actitud cada vez más ultraconservadora.

En marzo y abril el escenario será, entonces, de polarización plebiscitaria alrededor de la aprobación o no del proceso constituyente, en el que el partido de origen del presidente, Renovación Nacional, estará dividido en la postura a tomar, mientras el partido UDI estará virulentamente en contra del mismo, junto a la extrema derecha emergente de José Antonio Kast. Solo Evópoli prestará apoyo al cambio constitucional desde la coalición de Gobierno.

Este cuadro favorece los postulados comunes de la oposición en materia social y constitucional, aunque sigue dividida en casi todo y con una gran dificultad para ponerse de acuerdo. No se puede excluir que una parte del actual centro opositor preste aún más apoyo parlamentario al Gobierno y reconfigure el escenario político, lo que podría darle algún oxígeno al piñerismo.

El problema de la gestión política del Ejecutivo es la falta de liderazgo presidencial. Sebastián Piñera probablemente tendrá que inclinarse por apoyar el cambio constitucional, dado que éste reúne una adhesión mayoritaria de la sociedad. Sin embargo, será al costo de una posible fractura de su coalición y de la mantención de una gestión gubernamental improvisada al ritmo de las encuestas y análisis de “big data”, como acostumbra el actual gobernante.

Pasado el plebiscito de abril, se producirá una lucha electoral con el horizonte de la elección municipal y regional de octubre, junto a la probable elección de convencionales constituyentes. La incógnita es cuánto ese proceso será intervenido por las movilizaciones sociales y si se creará o no un ambiente de mayor inestabilidad política.

Todo listo para iniciar proceso de Admisión 2020 en la Universidad de Santiago

Todo listo para iniciar proceso de Admisión 2020 en la Universidad de Santiago

Con sus 72 carreras de pregrado, cuatro de ellas nuevas, la Universidad de Santiago de Chile se apresta a recibir a las y los estudiantes -“futuros cachorros”- que integrarán esta Institución estatal y pública.

Los días 28, 29 y 30 de enero se realizará, en nuestro campus ubicado en Av. Libertador Bernardo O'Higgins nº 3363, Estación Central (metro Estación Central), la Feria del Postulante, instancia en la que las y los jóvenes interesados en estudiar en el Plantel podrán conocer, a través de stands informativos, las características de la Usach y de cada una de sus carreras.

En esta edición, contará con especial cobertura en redes sociales. Además, el martes 28 y miércoles 29, se realizará la Feria Virtual, que consiste en la transmisión vía streaming por Facebook y Youtube (cuenta @FuturoCachorro) con entrevistas a académicos y estudiantes.

La Universidad también ha puesto a disposición el WhatsApp +569 9 333 61 66 para responder las preguntas de las y los postulantes. “No hay excusas para quedarse con dudas en este proceso”, afirmó la jefa de la Unidad de Admisión, Su Hsen Sun Muñoz.

“Están todas y todos cordialmente invitados a nuestra Feria del Postulante 2020. Tendremos el despliegue de nuestras carreras, con estudiantes, académicos y personal de la Usach para resolver sus dudas y acompañarlos”, agregó la encargada.

Sin embargo, pese a que la Feria del Postulante tendrá su dimensión virtual, la jefa de la Unidad de Admisión recomienda acercarse a nuestra Casa de Estudios y conocer, directamente, sus instalaciones.

“Aquí se encontrarán con un campus único, de 38 hectáreas, que alberga los servicios de docencia y apoyo a la docencia, como bibliotecas, gimnasio, centro de salud, casino, entre muchos otros. Además, podrán interactuar con estudiantes de distintas disciplinas, desarrollando verdadera vida universitaria”, afirmó Su Hsen Sun.

La jefa de Unidad también destacó las mallas de estudios, renovadas y actualizadas, con la que se encontrarán los nuevos estudiantes. “El año pasado teníamos 68 carreras en las distintas áreas del conocimiento y hoy son 72. Contamos con cuatro nuevas carreras: Ingeniería Civil en Telemática, Ingeniería Civil Mecatrónica, Ingeniería Civil Biomédica y Diseño en Comunicación Visual”, además, el paso de Ingeniería en Biotecnología e Ingeniería Ambiental, de 5 años a civil. “Tenemos una gama muy amplia, por lo tanto, los jóvenes pueden encontrar en nuestra oferta de programas de pregrado lo que estén buscando”, informó la encargada.

Finalmente, en referencia al sello que caracteriza a la Universidad de Santiago, Su Hsen Sun sostuvo que, en un año marcado por los temas sociales, nuestro Plantel se destaca por su rol permanente de contribución al país.

“Nuestro sello es el rol social de la Universidad y, dentro de ello, está el liderazgo y el emprendimiento, que también es una de las claves que nos define y que se encuentra dentro de las modificaciones que se hicieron en las mallas curriculares, principalmente en las ingenierías”, explicó.

El Proceso de Admisión que se desarrolla con la Feria los días 28, 29 y 30 de enero, continuará con el período de matrículas en marzo de 2020. Más información en https://www.admision.usach.cl/

Consulta Municipal y el voto ciudadano: ¿por qué algunos/as residentes quedaron fuera de este derecho?

Consulta Municipal y el voto ciudadano: ¿por qué algunos/as residentes quedaron fuera de este derecho?

A dos años de las últimas elecciones presidenciales, en Chile se vivió un inédito proceso ciudadano: la  Consulta Municipal que convoco a más de 200 municipios, cuyo objetivo principal fue preguntar a la ciudadanía acerca del cambio constitucional. Este proceso consultivo permitió, además, que los gobiernos locales identificaran las principales necesidades de la población residente en temas institucionales, agenda social, regionales y locales.

Es reconocible el carácter inédito de este proceso: en primer lugar porque por primera vez se acuerda en el nivel local realizar una consulta ciudadana de esta índole, aunando esfuerzos desde  la institucionalidad, los gobiernos locales, las universidades, las organizaciones de base, la comunidad cívica; y en segundo lugar porque, parte de la votación, fue mediante una modalidad de voto electrónico y presencial. 

¿Quiénes podían votar?, al igual que en todos los procesos eleccionarios, el padrón para esta consulta habilitaba a todos los ciudadanos que tuvieran 18 años, pudiendo ampliarse el rango de personas entre 14 y 18 años de acuerdo a la decisión de cada municipio,lo que lamentablemente no todos los gobiernos locales hicieron. Esta demanda desde la sociedad civil era importante ya que parte del estallido social ha sido promovido desde sus inicios por jóvenes secundarios.

Sin embargo, un punto no menor fue que el Servicio Electoral cerró el padrón electoral a diciembre del año 2017, por lo cual al estar desactualizado, quedó un colectivo de personas sin poder votar: todas las personas extranjeras que contaban con los requisitos de residencia en Chile, pero que sin embargo, por la desactualización del padrón quedaron sin este derecho.  Por ello, cabe preguntarse en este momento en que estamos redefiniendo un nuevo marco social para nuestro país,  ¿quién ostenta actualmente los plenos derechos políticos en Chile? La Constitución que aún nos rige, hecha en dictadura, nos muestra que la plenitud de estos derechos está relegada a la ciudadanía basada en la nacionalidad.

El derecho a tener derechos, no sólo sociales y económicos, sino también políticos plenos, incluye que personas extranjeras residentes en el país puedan votar en temas que incumben a la vida cotidiana y que trascienden las decisiones individuales. Esto es parte del ejercicio ciudadano. Entonces, ¿por qué no reconocer estos derechos a quienes viven en nuestros barrios, hacen uso de los medios de transporte, regeneran los espacios públicos comunitarios, tienen a sus hijos/as en los colegios comunales, que tributan y se atiende en consultorios médicos, quienes trabajan y contribuyen al desarrollo del país, y que por sobre todo son parte de una nueva comunidad barrial, independiente de donde hayan nacido?  Claramente creemos que debe asegurarse su derecho a opinar y ser parte de las decisiones mediante el instrumento político del voto, acerca de las problemáticas y decisiones que el municipio toma respecto de su entorno, como también a largo plazo, sobre lo que esperamos construir como país.

Las personas que han migrado y que hoy residen en los barrios de las comunas de Chile, aportan día a día de diferente forma. Y no sólo debemos pensar en una visión instrumental de la inmigración como mano de obra, sino desde sus respectivos marcos culturales contribuyendo a la diversidad de los modos de construcción de ciudadanía.  Existe un valor símbolo en el habitante migrante, no únicamente con la materialidad de su producción como agente económico, sino más bien referido al proceso de significación de la vida social en las comunidades barriales y en la sociedad.

Estamos en un momento histórico que implica repensar la forma de relación social, y esto implica incluir a todos/as quienes vivimos en el mismo territorio. El proceso constituyente que estamos abriendo no puede ser visto como un inicio, sino una meta que implique una mayor democratización de la sociedad. Cambiar los restringidos límites de la ciudadanía es una tarea importante, sobre todo considerando a aquellas personas que no nacieron en el país, pero que de hecho participan en la construcción social, cultural, económica y política de nuestra sociedad.

Narcos, anarcos, barras, delincuentes, lumpen

Narcos, anarcos, barras, delincuentes, lumpen

Hace unos días el Intendente de la Región Metropolitana explicaba con estos términos lo que estaba pasando en las calles. La violencia no merece ser analizada sino condenada. Si no condenamos los incendios, saqueos, robos y ataques quedamos fuera de la posibilidad de diálogo.


En múltiples espacios públicos y privados se reiteran las teorías sobre quiénes son estos “alienígenas” que aparecieron en nuestras ciudades muchas veces consideradas las mejores de toda la región.


Para muchos acostumbrados a tener respuestas o interpretaciones sobre todo, la desesperación del vacío los lleva a conclusiones basadas en imágenes de televisión, comentarios de redes sociales o sus propios prejuicios.


Dos cosas son ciertas. 1. Nadie tiene una explicación completa de quienes están en las calles ejerciendo la violencia y mucho menos de cuáles son los motivos que la generan.
2. La violencia nunca es “sin sentido”, tiene un contexto y una explicación para quien la ejerce. Necesitamos avanzar en entender este sentido para poder limitarla, reprimirla, transformarla, mudarla, complejizarla.


Múltiples son los estudios que reconocen los espacios que se han ido construyendo en el margen de nuestras sociedades, donde uno de los actores principales son los jóvenes (principalmente hombres, pero con creciente participación femenina). Jóvenes condenados a no-ser, a vivir detrás del telón de la ciudad de consumo que no es ni fue diseñada para incluirlos. El modelo económico busca justamente invisibilizar al pobre, convertirlo en una “clase media” emprendedora y pujante cuya salida de la pobreza se aseguraba por el apoyo estatal pero también por una capacidad de endeudamiento casi inmoral.


A estos jóvenes se les otorgó un lugar desde la marginación y la precariedad, tenían un lugar geográfico y simbólico bastante evidente. El lugar del afuera pero subordinado, afuera pero temerosos a la mano castigadora del Estado, a la policía. Jóvenes que muchas veces son expulsados de la educación formal, que son considerados “rotos”, “flaites”, “delincuentes” en una sociedad que ocultó su clasismo por medio de una estrategia muy efectiva, quitarles las características de sujetos y convertirlos en narcos, anarcos, barras, también lumpen.


Sin duda, las movilizaciones han abierto la puerta para que muchos de estos jóvenes expresen su descontento, pero también nos muestren sus rasgos identitarios marcados por lenguaje, símbolos, música, vestimenta. Aquello que previamente los avergonzaba se transforma en orgullo.


También ha permitido que muchos grupos distanciados, desconocidos, poco articulados encuentren en la lógica de la calle una épica que parece justificarlo todo. No están viviendo algo desconocido. En sus barrios no hay espacios verdes, no hay farmacias, no hay tiendas, mucho menos centros comerciales.
En sus vidas la relación con la policía es de abuso, maltrato e incluso violencia. Han visto el desarrollo de una democracia que no los incluye, de un Estado que tiene como principales caras el SENAME, la cárcel y la policía.


La violencia estructural, esa que muchos no queremos reconocer, los ha golpeado de forma directa durante toda la vida. La metáfora que desde la cuna se viven las desigualdades adquiere rostro en muchos de estos jóvenes. Nada de esto justifica los incendios y saqueos pero si nos permite empezar a hilar fino, a reconocer que llamando escoria a nuestros jóvenes no lograremos cambios, ni aplacaremos la violencia, ni construiremos una sociedad mejor.


Para la elite, los opinantes y opinólogos nos toca dejar de lado los prejuicios y los juicios apresurados, no es lo mismo la violencia que hemos visto en Lo Prado, Plaza Italia, Valparaíso, Coquimbo o La Serena. 

Lo que entró en crisis: una mirada retrospectiva

Lo que entró en crisis: una mirada retrospectiva

La rebelión social de fines de 2019 ha sorprendido por su intensidad y duración. Aunque a algunos no nos resulte tan inverosímil ni se aleja completamente de análisis previos, es necesario iniciar un esfuerzo de comprensión retrospectiva para intentar explicar lo que ha pasado en Chile. Esto, sobre todo si se considera que las élites dominantes se veían a sí mismas a cargo de una economía próspera que otorgaba más o menos espacios a todos en el camino de “llegar a ser un país desarrollado”, especialmente con la expansión de la educación de mercado, y de una política que producía arreglos estables y una competencia electoral periódica acotada y sin sobresaltos mayores.

Hasta que la mayoría de las certezas convencionales volaron por los aires por la fuerza de los hechos.

Aventuramos la hipótesis según la cual en primer lugar ha entrado en crisis el soporte económico de la vida social, y lo que denominamos el “modelo híbrido de mercado concentrado y de regulaciones débiles”. Ponemos el acento en el concepto de “hibridez”, pues nuestra estructura económica no es el resultado de un diseño abstracto de algún agente todopoderoso, interno o externo, sino de situaciones de poder relativo entre grupos sociales asimétricos que configuraron en las últimas décadas la esfera económica en un contexto internacional cambiante.

El actual modelo de crecimiento tiene su origen en la imposición violenta desde la dictadura de un sistema de asignación de recursos basado en mercados imperfectos que han tendido a una extrema concentración y que se extendieron hacia los servicios básicos, la educación, la salud y las pensiones, como en ninguna otra parte del mundo.

Desde 1990 se produjo un cuestionamiento inicial a parte de la herencia dictatorial, con la idea del “crecimiento con equidad” de Aylwin y luego del “crecimiento con igualdad” de Lagos, incluyendo reformas tributarias, laborales y territoriales junto a aumentos del gasto y coberturas sociales y el reforzamiento de algunas regulaciones.

Persistió el desarrollo de actividades estatales directas en parte de la banca (Banco del Estado y Corfo), minería (Codelco y Enami), energía (Enap) y transporte (Metro) que los economistas neoliberales siempre contendieron, esta vez sin éxito. Pero, ese contramodelo en ciernes, morigerado sistemáticamente por la ausencia de mayoría parlamentaria, perdió fuerza por el acomodo y en algunos casos creciente conversión al neoliberalismo de la coalición de gobierno y algunos de sus máximos líderes.

Resultó emblemática la expansión de la actividad minera transnacional y la captura privada de su renta, la mantención de un oligopolio en la pesca y la privatización de parte de los servicios sanitarios (en Santiago, Valparaíso y Concepción y la licitación de la operación en el resto del país) y de la infraestructura de transporte a partir de los años 90.

Este modelo híbrido produjo resultados de crecimiento generalizado de los ingresos y de mejoría sustancial de algunos indicadores sociales (baja mortalidad infantil, alta esperanza de vida, baja criminalidad relativa), los que generaron la autocomplacencia de economistas antes críticos del neoliberalismo.

Se dejó de lado como algo molesto, pero no determinante la muy alta desigualdad de ingresos y la estructura de propiedad hiperconcentrada que multiplicó e hizo cotidianos los abusos de mercado frente a un Estado mínimo, crecientemente capturado por el capital corporativo y sus grupos de presión en detrimento de los intereses de la mayoría social. Esto fue lo más grave del proceso político post-90, aunque una minoría nos opusiéramos desde dentro.

La prevalencia del maridaje de intereses con el gran empresariado preparó lentamente la rebelión actual. La etapa dulce del alto precio del cobre y del resto de las exportaciones primarias, empujadas por la demanda china, alimentó la ilusión de que no eran necesarias reformas estructurales ni un proceso intensivo de diversificación económica. El desdén por la inversión en investigación y desarrollo y por la recuperación del control sobre la renta de los recursos naturales fue tal vez la ceguera mayor de los arrogantes economistas del modelo que hoy entra en crisis, y no por falta de advertencias suficientes.

Cito el siguiente diagnóstico: “Considerando la poca complejidad económica de Chile, el crecimiento económico de largo plazo se proyecta a solo 1.9% entre el 2013–23. Estas proyecciones de crecimiento están muy por debajo de sus pares, incluyendo Canadá (2.7%), Perú (2.8%), Colombia (3.0%), y México (4.4%)”.

Y agrega: “La segmentación de la prestación de servicios en educación, cuidado de la salud y seguridad social (...) ha generado una importante disparidad en el acceso a servicios de calidad. Las limitaciones en el acceso a una educación de calidad se traducen en desigualdades en el mercado laboral, lo que también influye en la participación en el sistema de salud y contribuciones al régimen de pensiones. Considerando el segmentado mercado laboral, solo una pequeña proporción de la fuerza laboral percibe niveles sostenidos de ingresos, crecimiento de ingresos, y una participación y tasa de aportes constantes en el sistema de pensiones”.

¿Otro diagnóstico heterodoxo más que no reconoce las virtudes del “modelo chileno” y de los logros de sus economistas y defensores políticos? No, se trata de un informe del Banco Mundial de 2017.
También entró en crisis en 2019 la sociedad del 10-50-40, estable por largo tiempo, pero estructuralmente polarizada. Se consolidaron las fronteras entre el 10% más rico (y en su seno el 1% cada vez más rico, articulado en grupos económicos con control de buena parte de los recursos naturales, una amplia base financiera y alianzas con el capital internacional), el 50% constituido por grupos intermedios tradicionales y emergentes (con empleos formales pero con un tercio más cerca de los bajos ingresos que de los medios) y el 40% de menos ingresos, con empleos precarios, poco calificados y todavía mal pagados, aunque hayan aumentado sus ingresos promedio más que el resto.

Este 40% de menores ingresos incluye un 20% en estado de "pobreza multidimensional" y del orden de un 5% en situación de exclusión y marginalidad. No considerar la “heterogeneidad estructural” de la estructura socioeconómica chilena fue otro de los grandes errores de los economistas del modelo, así como desdeñar que su utopía básica, la movilidad social, simplemente en Chile existe apenas.

Finalmente, languideció una economía que desde 2014 crece poco, reduce la creación de empleo y lleva a perspectivas de aumento de ingresos que se esfuman y aceleran el endeudamiento de los hogares para sostener su consumo. El trabajo informal es de un 30% de los asalariados y el trabajo precario con rotaciones constantes de empleador es la realidad cotidiana de la mayoría de los asalariados y sus familias.

Pero, también existen factores culturales y generacionales en la crisis. Aventuramos la hipótesis de que terminó por difuminarse la pretensión de reemplazar la construcción –siempre necesaria y en continua reformulación– de un destino común por la idea neoliberal según la cual la sociedad no existe, en la que la única utopía posible no es algún proyecto de significado colectivo sino la mera movilidad social personal.
Del orden de 500 mil jóvenes no estudian ni trabajan y la deserción escolar adolescente aumenta. Hay hoy 1,2 millones de jóvenes en una educación superior que no ofrece para la mayoría un destino de inserción con un mínimo de certeza y genera en muchos casos aún amplias deudas. Esto se traduce crecientemente en la ansiedad colectiva y más bien en el cuestionamiento del orden social antes que en la confianza en un destino de movilidad social ascendente.

Parece, asimismo, haber entrado en tensión el sustrato solidario que se expresa ancestralmente en las familias y los grupos de pertenencia con la cultura individualista negativa, la descalificación de lo público vehiculada por los grandes medios (el Estado es ineficiente, los pobres reciben demasiados subsidios, nadie apoya a la clase media, etc.) y la representación de la sociedad como una supuesta cadena de oportunidades de mercado a lo largo de la vida, con la correspondiente ideología “emprendedorista”.

Parece haber perdido capacidad hegemónica el incentivo sistémico a la prevalencia del yo, en vez de la tríada del yo y mi mundo, pero junto al nosotros social y el nosotros del género humano en la tierra y su comunidad de destino, siguiendo las distinciones de Edgar Morin. Y aumentó el rechazo al ancestral clasismo y discriminación social ("los flaites") y de género –con inéditas movilizaciones feministas masivas– que proviene de la cultura patriarcal y de la herencia de la hacienda.

La demanda por más protección social y estatal ha recuperado, poco a poco, derechos de ciudadanía frente a la sociedad de consumidores individuales y de supuesta movilidad social. Según la OCDE, en Chile nacer en un hogar de ingresos bajos puede afectar negativamente el salario en cerca del 40% en relación con el promedio, mientras las personas provenientes de familias con una mejor situación económica ganan un 50% más. Solo un 4% de jóvenes cuyos padres no habían completado la educación básica pudo obtener hacia 2015 un título profesional, en comparación con el 25% en el caso de hijos(as) de al menos un padre-madre profesional.

Desde el sistema político, las fuerzas que habíamos protagonizado los esfuerzos de retorno a la democracia no pudimos/supimos transformar el Estado mínimo, mientras terminaron prevaleciendo los que optaron por "hacer de necesidad virtud" y se resignaron y adaptaron al modelo híbrido de mercado concentrado y regulaciones débiles a cambio de espacios en la esfera pública y burocrática, degradando todavía más la capacidad estatal con muchos miles de puestos públicos clientelares.

Todo esto provocó desde al menos 1997 el desplome progresivo de la legitimidad de las fuerzas democráticas y una primera victoria electoral de la derecha –sociológicamente minoritaria– en 2009 y luego en 2017, cuando la coalición de gobierno se transformó en un campo de acciones incoherentes con un amplio espacio para el boicot interno a las reformas institucionales, sociales y económicas comprometidas.

Una parte mayoritaria de esa coalición ya no estaba dispuesta a salir del modelo descrito, defraudando a sus electores, provocando su molestia o su abstención, y constituyéndose en contramodelo de conducta política para las nuevas generaciones, que construyeron su propia expresión política. Resultó emblemático que la demanda por gratuidad y educación pública terminara transformándose en un capitalismo educativo subsidiado de alto costo fiscal y en la mantención de un mercado de la educación escolar y superior en vez de un servicio público republicano.

También entró en crisis un sistema político en el que las opciones mayoritarias permanecen cercenadas por los quorum supramayoritarios y el Tribunal Constitucional, el gran guardián del orden neoliberal (con los casos de la gratuidad educacional para los privados y de la desprotección del consumidor como emblemas de decisiones por encima de las leyes aprobadas por el Parlamento). Y que fue crecientemente condicionado y financiado legal e ilegalmente de manera corrupta por el poder económico.
La acción política mutó poco a poco desde ser la expresión de valores, visiones, proyectos e intereses colectivos a ser un mecanismo de acceso al poder estatal (y en ocasiones privado) y a ser una fuente de acceso a privilegios y prebendas clientelares.

Esto provocó la frustración de una parte de la militancia –la tradicional y sobre todo de la más joven– movida por valores y proyectos comunes e inserta en el tejido social. Y terminó en la descomposición interna de los partidos y la pérdida de vínculo con el mundo social y territorial más allá de aparatos electorales clientelares.

Buena parte de la izquierda absorbió mal la crisis final del socialismo burocrático en 1989, la necesaria renovación de ideas y la sintonización con el mundo contemporáneo. Y sobre todo abandonó la representación del mundo del trabajo y de la cultura y prefirió ser un canal de acceso a cargos burocráticos y de ascenso social mediante la lucha electoral.

Con este trasfondo estructural, cultural y político se desencadenó desde el viernes 18 de octubre, a los dos años del gobierno de Piñera II, una rebelión social masiva y con altas dosis de violencia urbana, no inducida ni dirigida por nadie en particular. Ya el movimiento estudiantil de 2011 había sido un prolegómeno de la incapacidad de la derecha para generar gobernabilidad suficiente en la sociedad chilena actual. La rebelión de fines de 2019 es el fracaso de la representación política y parlamentaria de los intereses de la mayoría social y la respuesta más global y autónoma de la mayor parte de la sociedad a la desigualdad de ingresos y de trato, a los abusos contractuales, al Estado arbitrario en lo económico, judicial y represivo y a la cultura del individualismo negativo.

El rechazo al orden existente se condensa en la figura de Sebastián Piñera, que encarna la idea del privilegio y del abuso de las minorías dominantes, aunque su representación del mito del "emprendedor exitoso que gestiona con eficiencia" le haya permitido ganar dos elecciones presidenciales en medio de una amplia abstención y de la adhesión de sectores medios y populares conservadores o "aspiracionales".

En cinco semanas se han movilizado millones de personas. Este es el dato fundamental: una sociedad que reconstruye y resignifica su propio discurso y que no acepta más el orden desigual existente. Y que reivindica la dignidad como valor fundamental a consagrar y mantener frente al abuso de las minorías dominantes en la economía y el sistema político.

Pero el partido del orden, sus medios de comunicación y sus seguidores de todo el espectro ponen el acento en la parte minoritaria pero persistente de los movilizados que provoca condenables destrucciones (incluso de la infraestructura pública que sirve a la mayoría social) o reacciona con destrucciones frente a la violencia policial. Y que resalta hasta el paroxismo, dado el explicable rechazo y temor que provoca, el saqueo por parte de grupos de delincuencia común u ocasional, que suelen colarse en las revueltas sociales inorgánicas. Recordemos que existe además un micronarcotráfico relativamente extendido, que controla ciertos territorios en las urbes. Hay 80 mil enjuiciados por narcotráfico en Chile.

Pero no nos equivoquemos: el partido del orden busca negar o minimizar las intolerables violaciones de Derechos Humanos y sus respectivas responsabilidades políticas y anular la rebelión social masiva y legítima tratando de asimilarla a las estrucciones y al saqueo, generando el mayor pánico posible. El peligro de una salida autoritaria a la crisis basada en el temor a la delincuencia que justifique derivas represivas crecientes está muy presente, y existe una alta probabilidad de que Sebastián Piñera adopte ese camino.

También está en curso la búsqueda de una salida gatopardista, en la que todo cambie para que todo siga igual. Es lo que parte de la derecha intenta y parcialmente ha logrado con un acuerdo parlamentario para un plebiscito en abril 2020 que permita la elaboración en 2021 de una nueva Constitución en una convención constituyente elegida para el efecto, lo que es un gran logro y un desafío a ser ganado mediante una amplia movilización electoral.

Sin embargo, funcionará con el veto de 1/3 sobre los otros 2/3, lo que anulará con una alta probabilidad su potencialidad democrática, con un alto riesgo, mediante el bloqueo mutuo, de que termine colapsando el nuevo proceso constituyente, al estilo de la disolución sin pena ni gloria del proceso constituyente de Bachelet II. Algunos consideran esto inexplicablemente como un gran avance, con una especie de "emoción de la página en blanco" que, a otros, centrados en los resultados institucionales que se debe obtener como respuesta a la crisis y sus causas, no nos conmueve mayormente.

La lucha política dirá si se produce alternativamente una salida con participación y representación social, territorial, de género y de los pueblos originarios, más allá del pacto parlamentario. Y si esa salida es capaz o no de promover un nuevo orden político que consagre una democracia sin veto de la minoría dominante. Y que, por tanto, permita de una vez al pueblo chileno dotarse, mediante una Constitución que no sea una camisa de fuerza y sucesivas legislaciones de futuros gobiernos, de un Estado de bienestar en forma y de un modelo de economía dinámica pero equitativa y sustentable.

¿Estará en el horizonte el pleno control público de los recursos naturales, la desmercantilización de los servicios sociales, un ingreso mínimo universal, los derechos efectivos de los trabajadores en la empresa, las ciudades más integradas, los servicios públicos en todo el territorio y una economía social y cooperativa que provea espacios de cohesión social, de disminución de las desigualdades y de acción persistente contra la exclusión y la marginalidad?

Construir un modelo de funcionamiento social de este tipo no es imposible y tendría el mérito de dar una respuesta más eficaz que la salida autoritaria o aquella gatopardista a la crisis social y política y a las demandas de la mayoría popular. Estas respuestas parecen no lograr detener la crisis o bien incubar su repetición en un horizonte cercano.

Existe una alternativa a la inestabilidad y la violencia. Pero un nuevo arreglo institucional y social requiere, entre otras cosas, dejar atrás con firmeza la idea de que los problemas sociales y políticos se resuelven con represión indiscriminada contra los que se manifiestan y que se debe atacar la delincuencia, pero no sus causas. Requiere cosas como que se asuma una tributación progresiva sustancial. Y que el empresariado dispuesto a vivir en y con la sociedad, y no a expoliarla mediante múltiples abusos de mercado, debe ser objeto de regulaciones fuertes y efectivas y adaptarse a un nuevo modelo inclusivo. Y también requiere de un Estado probo y crecientemente desburocratizado al servicio de la ciudadanía y del interés general.

Un nuevo modelo democrático equitativo y sostenible no es fácil de construir, y requiere de tiempo, consistencia y persistencia, junto a las repuestas inmediatas que la ortodoxia bloquea con notable ceguera. Pero tendría una mucho mayor capacidad de dotar al país de la estabilidad política, económica y social sin la cual ninguna actividad económica puede prosperar en el largo plazo y sin la cual la búsqueda de un mayor bienestar progresivo de la mayoría social no resulta posible.

Estudiantes en situación de discapacidad reafirman llamado a considerar sus demandas en la Agenda Social

Estudiantes en situación de discapacidad reafirman llamado a considerar sus demandas en la Agenda Social

En el contexto de la movilización nacional que vive nuestro país, los estudiantes de la Usach en situación de discapacidad, se sumaron al descontento de la ciudadanía frente a los abusos y la desigualdad, y emplazaron al Ejecutivo a considerar sus demandas en la Agenda Social.

“Nosotros buscamos principalmente que Chile responda a la inclusión social, laboral y educacional de las personas con discapacidad”, sostuvo la presidenta del Centro de Estudiantes en Situación de Discapacidad (Cedisc) de nuestro Plantel, Catalina Martínez Arévalo.

Más específicamente, en el caso de los universitarios, Martínez señaló que los jóvenes “exigimos que el Estado sea capaz de asegurar a cualquier estudiante con discapacidad, desde la educación inicial hasta la superior, igualdad de acceso y permanencia, sin ningún tipo de discriminación ni condición”.

Por otro lado, Cedisc adhirió a la demanda de las personas con trastornos del espectro autista, solicitando una Ley de Protección para ellas. 

Adicionalmente, pidieron al Ejecutivo hacerse cargo de las rehabilitaciones sin la intervención de empresas privadas, como es el caso de la Teletón, donde “a través del show televisivo, ponen a las personas con discapacidad como sujetos de caridad”, según declaró Martínez.

Y, por último, los alumnos en situación de discapacidad de la Universidad de Santiago, incluyeron en su petitorio el aumento de la cuota de la Ley de Inclusión Laboral, es decir, del 1 al 2 por ciento, para llegar al 2030 con una cuota mínima del 3%.

Participación activa

Para visibilizar sus demandas, y acabar con la postergación a la que han sido sometidos por el Estado, las personas en situación de discapacidad también se han sumado a las diversas protestas.

Sin embargo, además de asistir a las numerosas marchas, la mesa directiva de Cedisc ha convocado a asambleas y actividades lúdicas para reflexionar sobre la situación del país, sin descartar el desarrollo de un cabildo abierto.

“Llamamos a los y las estudiantes con discapacidad a participar en espacios de protestas, siempre resguardando el autocuidado”, sostuvo la también estudiante de tercer año de Arquitectura. 

Respecto a la posible vulneración de los derechos humanos, el Cedisc habilitó un espacio de denuncia y mantiene contacto directo con las unidades mayores de la Universidad, en caso que los estudiantes requieran asistencia jurídica. 

U. de Santiago profundiza debate sobre reformas políticas, económicas y sociales que demanda Chile

U. de Santiago profundiza debate sobre reformas políticas, económicas y sociales que demanda Chile

La Universidad de Santiago invitó a estudiantes, funcionarios y académicos a participar este martes en una Jornada de Debate sobre las demandas que la ciudadanía ha levantado en los últimos días a través de las movilizaciones nacionales.
 
La actividad busca propiciar la discusión sobre la base de investigaciones, evidencias y estudios existentes acerca de las iniciativas y temáticas de urgencia social planteadas por la comunidad nacional.
 
Esta instancia permitirá identificar, analizar, profundizar y dar sustento a las brechas de la problemática social, necesarias de ser consideradas para construir las reformas políticas, económicas y sociales que requiere nuestro país.
 
Esta jornada se realizará desde las 10 de la mañana de este martes 29 de octubre, en el Aula Magna. Tras ello, se organizarán comisiones de análisis, que se dividirán de acuerdo a las especialidades y conocimientos de cada participante. 
 
La invitación está dirigida a todos quienes deseen participar, aportando con su trabajo, evidencias, datos y estudios al rol que debemos cumplir como miembros de una Universidad estatal y pública.
 
Asimismo, nuestro Plantel informó que a contar de hoy lunes se realizarán una serie de capacitaciones en formación de derechos humanos y garantías constitucionales.
 
El objetivo  de Voluntariado en la Usach es hacer comunicación y trabajo territorial sobre vulneraciones ocurridas durante el estado de emergencia , colaborando efectivamente con la  labor que realiza el Instituto Nacional de Derechos Humanos.
 
Los y las interesados/ as pueden inscribirse en el siguiente link:
 
 
El calendario de capacitaciones es el siguiente:
 

Lunes 28 de octubre

10:00 horas

Capacitación Voluntarios para Centro de Recepción de denuncias

Daniela Aceituno, Instituto de Derechos Humanos INDH

Corporación Cultural USACH, Ricardo Cumming 89, Santiago.

** 20 personas

 

10:00 horas

Formación en derechos humanos

Rodrigo Fuentes Honorato, académicos USACH

Aula Magna, Avda. Ecuador # 3659

 

12:45 horas

Formación en garantías y derechos constitucionales

Nicolás Pavéz Cuevas, abogado en derechos humanos

Aula Magna, Avda. Ecuador # 3659

  

Martes 29 y miércoles 30

Formación en garantías y derechos constitucionales

Luis Bobadilla, Académico USACH

Sala video conferencia, Facultad de Derecho USACH

 

Trabajo en terreno de difusión

10:00 horas en punto de encuentro en EAO USACH para trabajar en los territorios aledaños a la Universidad.

 

Miércoles 30 de octubre

Municipalidad del Monte

Operativo de Salud, Facultad de Ciencias Médicas 

 

Asamblea Pluriestamental UTE-Usach asume su compromiso social con el país

Asamblea Pluriestamental UTE-Usach asume su compromiso social con el país

La Asamblea Pluriestamental UTE-Usach, viene trabajando en la elaboración de propuestas que puedan ser una alternativa para este complicado momento que vive el país.
 
La Asamblea funciona con 4 comisiones: Propuestas para Chile, que se hace cargo de temas a nivel nacional; la Mesa Interna, que se preocupa de la democratización del Plantel; otra que lleva adelante las acciones de comunicación y finalmente la de movilización,  que organiza diferentes actividades en la que la comunidad universitaria participa con la sociedad.
 
En palabras del Dr. Julio Pinto, Premio Nacional de Historia 2016 ,“frente a esta explosión social es natural que la Usach se sume a la deliberación masiva. Somos un centro de pensamiento y nuestro deber social es aportar ideas, propuestas, apoyo e información a la sociedad para resolver sus problemas”.
 
Perfil de primeras propuestas
 
Para el Dr. Julio Pinto, esta situación es compleja, pero hay ciertas cosas que ya están claras, entre ellos “el tema de la vulneración de derechos sociales o la institucionalidad política que claramente no está dando cuenta de lo que la sociedad necesita, la democratización de los medios de comunicación, pero lo más urgente es  la defensa elemental de los derechos humanos”.
 
Eduardo Mora, representante de la mesa interina de la Federación de Estudiantes (Feusach), indicó que se ha propuesto crear lazos con movimientos sociales como No + AFP, Fundación Sol, Modatima (por la Defensa del Agua, la Tierra y el Medioambiente), entre otros. “No podemos ser la torre de marfil que genera propuestas autónomas sin tener la claridad de lo que está ocurriendo. Debe haber una convergencia entre lo social y lo técnico para generar las respuestas a nuestros problemas de hoy y el futuro”, indicó el estudiante.
 
En este sentido, Betsy Saavedra, presidenta de la Asociación de Técnicos y Profesionales  (Usach-ADP), sostuvo que “tenemos que ser no solo un espejo de la sociedad, sino que un ejemplo de universidad democrática y respetuosa de los derechos de los trabajadores”, precisó.
 
Genaro Arriagada, presidente de la Asociación de Funcionarios (Afusach), señaló que “el objetivo es organizar a la comunidad universitaria con la idea de aportar a la movilización nacional, pero también dotarla de contenido y de traer el paralelo a la U de Santiago. Esto aún no termina y tenemos que aprovechar este espacio dado por Rectoría para convocar a más integrantes de la comunidad  para sumarse a la Asamblea Pluriestamental”.
 
Luego de ser presentadas y debatidas en una plenaria el pasado viernes, las propuestas de las diferentes comisiones de trabajo pasarán al proceso de articulación del documento para que esta semana sea presentada a la comunidad universitaria y la ciudadanía en general.
 
Movilizados
 
Omar Fernández,  profesor de la Facultad de Ciencias Médicas, en conjunto con estudiantes y académicos de la Escuela de Ciencias de la Actividad Física del Deporte y la Salud, encabezan la comisión de Movilizaciones.
 
“Estamos muy preocupados por esta situación, por lo que nos hemos reunido para desde nuestros mundos en el que habita el deporte,  la recreación y el juego, crear acciones de intervención en los espacios públicos” comenta Fernández.
 
El académico Usach aprovechó la coyuntura para referirse a los cambios que ha tenido el currículo de enseñanza media. “Esto es paradojal porque ahora tenemos más actividad física, más cultura y más historia y lo que hace el Ministerio de Educación es decir arbitrariamente, historia, arte y educación física serán  optativos”.
 
Las actividades se han caracterizado por su vinculación con el medio, como por ejemplo la del pasado sábado 26 de octubre, en donde se reunieron con niñas y niños de Quinta Normal,  a quienes llevaron juegos, bailes y recreación para atenuar la tensión de algo que no tenían precedentes.
 
El profesor Fernández informó que este miércoles 30 de octubre, se trasladarán a la comuna de El Monte, para “realizar juegos, atención para adultos mayores e intervención comunitaria,  y así poner a la Universidad como un actor gravitante en la transformación de un Chile donde quepamos todos.”, señaló el académico.

Usach llama a considerar demandas de personas en situación de discapacidad en el Pacto Social

Usach llama a considerar demandas de personas en situación de discapacidad en el Pacto Social

Un llamado a visibilizar las demandas de las personas en situación de discapacidad en la agenda social hizo el Departamento de Formación Integral e Inclusión de nuestra Universidad.

Una vez que estalló la movilización nacional, detonada por el alza del pasaje del Metro en la Región Metropolitana, el apoyo fue transversal por parte de los distintos sectores del país. No sólo se trataba de la tarifa del transporte público, sino de años de una fuerte desigualdad, que afecta principalmente a la población más vulnerable.

Lo anterior gatilló en una serie de anuncios del Gobierno para amortiguar los efectos de la crisis social. Sin embargo, dentro de esta agenda social, las personas en situación de discapacidad quedan nuevamente excluidas.

En ese sentido, la Directora del Departamento de Formación Integral e Inclusión, Daniela Alburquerque González, llamó a visibilizar las demandas de este sector, y así tratar uno de los grandes temas pendientes de Chile en cuanto a Derechos Humanos.

"Como país no podemos dejar de lado las demandas de un sector históricamente excluido en todos los ámbitos, que ha sufrido la vulneración de sus derechos fundamentales, como la salud, educación, o trabajo", enfatizó la académica de la Facultad de Ciencias Médicas.

El Estado "deja fuera a un colectivo importante de personas, y por ende, ahora también debe reconocer la diversidad de la ciudadanía y en generar espacios inclusivos para todos y todas", señaló.

"Como Universidad hemos avanzado mucho, pero aún falta. Tenemos la gran ventaja de contar con estudiantes organizados que tienen claras sus necesidades, no obstante, el compromiso que adquirimos es continuar visibilizando sus demandas", precisó.

En esta Agenda Social, agregó Alburquerque, es necesario que todas y todos se sientan representados. "Que esta crisis social sirva para reflexionar lo que queremos como comunidad universitaria, pero también como país. No podemos hablar de igualdad sin considerar los derechos de las personas en situación de discapacidad", puntualizó.

 

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