Los resultados del Simce de Educación Física arrojaron resultados negativos para las mujeres en contraste con los hombres. Según el test, los varones presentan mejores resultados en todas las pruebas, salvo en flexión de tronco hacia adelante. En cuanto a la capacidad aeróbica y muscular, los niños de octavo básico también aventajan significativamente a las niñas. ¿A qué se deben estos resultados?
El experto en sociología de la actividad física de nuestra Universidad, Omar Fernández, atribuye estas conclusiones a que “aún tenemos resabios de exclusión sexista, de pensar que la mujer es más débil que el hombre, en la clase de educación física”.
De acuerdo al Director de la Escuela de Ciencias de la Actividad Física del Deporte y la Salud (ECIADES) del plantel, esto “tiene que ver con un tema de abordaje metodológico. Cuando la formación inicial de los profesores o la cultura exacerba lo competitivo, estamos haciendo de la clase de educación física una asignatura que reproduce las diferencias de roles que establece la sociedad, explica el profesor de educación física.
“Con una educación física enfocada en los más aptos, en los mejores, en los más rápidos, etcétera, vamos a encontrar que en los bordes de los gimnasios o salas donde se realiza la clase están los que más necesitan la asignatura: aquellos niños que presentan sobrepeso y las mujeres”, agrega.
El académico de la Facultad de Ciencias Médicas de la universidad complementa que todo “está centrado en el rendimiento, y nosotros tenemos que mirar esto como un desafío de cooperación e inclusión, y no en cosas que se arrastran hasta el día de hoy, que son los modos excluyentes de hacer educación física”.
Fernández sostiene que las diferencias más radicales se producen después de la pubertad, pero que antes de eso niñas o niños tienen capacidades similares. “En término de las necesidades antropológicas del movimiento, de requerimiento de juegos, de tener desafíos que desarrollen la voluntad a partir de lo motriz para hombres y mujeres, debiera ser igual para ambos. Esto nos obliga a revisar la gestión de las escuelas, las políticas educacionales y mirar la formación inicial de los profesores”, sostiene.
Para poder implementar una educación física inclusiva, el experto sostiene que es vital que esta se centre en “experiencias significativas” que fomenten el entusiasmo en los estudiantes dentro y, por sobre todo, fuera de la escuela.
“Necesitamos que educación física, que son dos horas a la semana, pueda ser una clase tan interesante que el impacto de esto se reedite en las casas y espacios públicos. En ese par de horas, lo que se necesita es proporcionar experiencias significativas a los niños para reproducirlas en el tiempo libre escolar o extraescolar”, subraya.
“Visto así”, continúa, “no hacemos distinciones de género, diversificamos los escenarios educativos, y democratizamos y generamos condiciones mucho más alentadoras”.
“Muchas de las clases de hoy tienen una densidad motriz baja, no más de 10 minutos de experiencias excitables o que impactan desde el punto de vista orgánico. Los 45 minutos deben ser intensos, de tal manera que se aceleren experiencias que alienten a los niños a seguir reeditando esto porque fue lúdico y satisfactorio”, concluye.
Niños con exceso de peso
En general, el Simce de Educación Física arrojó que el 45% de los estudiantes de octavo tienen sobrepeso; los obesos son 20%, cuatro puntos porcentuales más que en 2014; y el 55% está dentro de los parámetros normales de peso, 4% menos que en la medición anterior.
Para el experto, esto plantea un desafío para el Gobierno. “La autoridad debe considerar que debe legislar para aumentar las horas de la clase de educación física, y que en el corto plazo se dupliquen”.
También, destaca la necesidad de complementar la clase con talleres extraescolares y que otras asignaturas comprendan en sus unidades salidas a terreno que fomenten la actividad de los estudiantes.
Todo ello “constituye una oportunidad de corregir lo que el Simce de Educación Física arroja como cifras alarmantes”, sostiene.