- En conversatorio “El Golpe que viví”, realizado ayer (7) por la Facultad de Humanidades, los participantes relataron sus vivencias del 11 de septiembre de 1973, y destacaron decisión de la Universidad de rescatar y preservar su memoria histórica. En la actividad, moderada por el académico Jaime Retamal, participaron el decano Augusto Samaniego, quien recordó los últimos momentos con Víctor Jara; el escritor Jorge Montealegre; el director del Paiep, Francisco Javier Gil; la ex estudiante de Historia de la UTE, Rosa Soto; y el presidente de la Corporación Solidaria UTE-Usach, Emilio Daroch.
La Universidad de Santiago fue testigo y escenario de los dramáticos acontecimientos ocurridos el 11 de septiembre de 1973, y que dieron paso a la dictadura cívico-militar. Los relatos que testimonian las diversas formas en que se vivió ese 11 de septiembre, están llenos de emoción y dolor, incredulidad y luego, terror. Así lo rememoraron cinco expositores vinculados a esta Casa de Estudios, quienes compartieron su historia personal del Golpe, con las nuevas generaciones.
En el marco del programa El asalto militar a la UTE: Memoria de 40 años de golpe, organizado por la Facultad de Humanidades, ayer (7) se desarrolló el conversatorio El golpe que viví, donde el decano de la Facultad de Humanidades, Augusto Samaniego fue el primero en hablar; luego le siguieron el escritor Jorge Montealegre; el director del Programa de Acceso Inclusivo, Equidad y Permanencia (Paiep) Francisco Javier Gil; el Presidente de la Corporación Solidaria UTE-Usach, Emilio Daroch; y la ex estudiante de Historia de la UTE y actual académica de la Universidad de Playa Ancha, Rosa Soto. Estuvieron acompañados por el moderador Jaime Retamal.
“El Golpe en Santiago comenzó en este campus cuando un comando asaltó las dependencias de la radio”, comentó el decano Samaniego, quién se refirió a su detención en el ex estadio Chile, en cuyos subterráneos pudo ver con vida por última vez a Víctor Jara. Su reflexión propuso la idea de observar como sociedad el tipo de enseñanza que reciben las Fuerzas Armadas de nuestro país en materia de Derechos Humanos.
Jorge Montealegre estuvo en el centro de detención Chacabuco y conoció a estudiantes de la Universidad Técnica. De ellos destacó su capacidad de resiliencia y fortaleza, “fueron fundamentales en la creación del grupo de Teatro Experimental de Chacabuco, donde se jugaba a ser libres, levantaron la moral de los que estábamos ahí”.
Para Francisco Javier Gil las cosas fueron diferentes. Confesó que durante mucho tiempo no quiso ver lo que sucedía: “Fui indiferente y pensé una tontera: menos mal que no me metí en política”. Sin embargo, el impacto fue devastador cuando supo que Carmen Gloria Quintana, estudiante de Ingeniería Eléctrica fue quemada por los militares junto a Rodrigo Rojas, quien falleció. Eso lo cambió todo.
Más adelante presidió la Comisión de Reconciliación Universitaria que reconoció a 62 víctimas de la dictadura. “Me involucré tan fuertemente con lo que pasó que no ha habido ni un día en que no me acuerde de ellos”, dijo. Para el director del Paiep el informe marcó un antes y un después, que sumó una mirada trascendente a su vida relacionada con la fe. Así le ha dado sentido al recuerdo de esas 62 víctimas. Desde entonces “he dedicado mi vida a ayudar en los proyectos de vida de otras personas”.
Por su parte, Emilio Daroch se refirió al dramático término que también tuvo el proyecto social de la Universidad y destacó que con los antecedentes que se conocen hoy, “el golpe sí puso evitarse, pero hubo sectores que se impusieron”. Declaró estar complacido por el rescate de la memoria que ha hecho la Universidad y por el reconocimiento al legado de personas como el ex rector Enrique Kirberg, el estudiante asesinado Gregorio Mimiça y el artista Víctor Jara.
Rosa Soto era estudiante de Historia. En su relato contó cómo escapó del asedio militar y su historia se impregnó de humanidad cuando se sintió cobarde por haber llegado a su casa el día después, por haber escapado. Reconoció que al volver, los estudiantes eran personas ausentes y la Universidad había dejado de ser universidad. Su historia expresó el miedo que aprisionó a toda la comunidad de esa época.
En la primera jornada del programa conmemorativo de la Facultad de Humanidades, también se entregó un reconocimiento a dos personas que colaboraron en mantener viva la memoria para las generaciones de hoy: Catalina Jara, como líder del Archivo de Documentación Gráfica y Audiovisual de la Universidad y el docente de la Escuela de Periodismo Nelson Muñoz. Ambos compartieron material gráfico que refleja la dicotomía entre el discurso institucional y el independiente durante la dictadura.
Catalina compartió el mérito con sus compañeros de Unidad y dijo que el desafío de todos era “sacar adelante el patrimonio oculto para reconstituir las heridas”. En tanto, el profesor Muñoz indicó que el valor está en “poder dar cuenta, a las nuevas generaciones, de hechos relacionados con la historia, pero que tienen que ver con un compromiso, una actitud y una mirada”.
El programa El asalto militar a la UTE: Memoria de 40 años de golpe continúa hoy a las 14.30 horas con el foro basado en el libro A 40 años del golpe de Estado. Continuidades y rupturas en la historia reciente: Actores, política y educación”, en la sala de Bachillerato de la Escuela Abelardo Núñez (Periodismo). A las 15.30 cerrará el programa la premiación de microcuentos Asalto Militar a la UTE: Actualidad y memoria.