Es arquitecto de nuestra Universidad de Santiago de Chile, titulado el año 2004. Jaime Ovando Cid tiene un Máster en Arquitectura, Teoría y Práctica del Proyecto por la ETSAB de la Universidad Politécnica de Cataluña, correspondiente al año 2015, pero además cuenta con un diplomado de especialización en diseño del paisaje de la Pontificia Universidad Católica de Chile y especialización en inspección técnica de obras y gerencia de proyectos del Colegio de Ingenieros de Chile.
Hace pocos días regresó al país tras participar con una ponencia en el Congreso Arquisur 2019, en Belo Horizonte, Brasil; presentación que resume 10 años de trabajo en esta área: “Proyectos de habitabilidad en viviendas para familias en un contexto de vulnerabilidad en Santiago de Chile.”
Jaime abrió su propio estudio en 2008, realizando proyectos de bajo costo, tanto en el área pública como privada, y desarrollando cada encargo desde la concepción del proyecto, hasta su concreción en obra.
Con una impronta social, ha realizado sus labores como arquitecto asociado principalmente a distintas Municipalidades de la Región Metropolitana, a través de las Direcciones de Desarrollo Comunitario; Secretarias Comunales de Planificación, Departamentos de Salud Municipal y Departamentos de Vivienda. Actualmente junto a sus colaboradores realizan proyectos de viviendas de emergencia, sociales y equipamiento público, entre otros.
Este año uno de ellos que realizó para el Ministerio de Desarrollo Social y la Municipalidad de Colina tuvo alto impacto mediático. Con fondos de esa Secretaría de Estado, por más de 11 millones de pesos, le entregó alegría a un grupo familiar. El caso era impactante. Para evitar que sus sobrinos terminaran en el Sename, Cristina Espina se hizo cargo de los siete hijos de su hermana, fue así que su hogar pasó de 5 a 13 habitantes. Sin embargo, la casa no tenía el espacio, ni las comodidades mínimas para que estos nuevos integrantes se sintieran bien acogidos. Un programa estatal y el equipo de Jaime le devolvieron la sonrisa, remodelando su casa que eran mediaguas adosadas, que fueron especialmente adaptadas para la llegada de otros siete niños, con resbalin, seis habitaciones y espacios de luz; todo ello con un enfoque en la infancia.
Compromiso social
Jaime se reconoce desde pequeño un busquilla, pero una charla vocacional que nuestra Universidad hizo en su colegio, fue el enganche para acudir a una Feria de Admisión, hablar con profesores y alumnos de nuestro Plantel y decidirse a estudiar Arquitectura en la Usach. “Comparé otras Casas de Estudios y me di cuenta que la U. de Santiago estaba a la vanguardia con las nuevas tecnologías”
¿Cuál fue tu primera sensación al entrar a la Universidad de Santiago de Chile?
-Me impresionó el campus; caminar y sentir que era un Plantel grande, donde había tantas carreras, con alumnos de distintos perfiles sociales. Vi en Arquitectura de la Usach una conjunción entre mi interés creativo y lo técnico. Durante mis años de estudiante hice muchos amigos en Humanidades, Filosofía, Castellano. Compartía mis horas de estudio con mi afición por el atletismo. Recuerdo con cariño cuando iba al estadio de la Universidad a entrenar.
¿Qué dirías que te dejó la Usach en tu formación no solo profesional, sino humana?
- Yo no venía de un núcleo familiar acomodado. Por el contrario, estudié con la Beca Juan Gómez Millas y la Beca Presidente de la República. Recuerdo que con mis compañeros de arquitectura participábamos de actividades organizadas por el centro de estudiantes e íbamos a campamentos, arreglábamos techos. La Usach forjó mi compromiso social. Tengo el sello de trabajar para solucionar los problemas del país, no para la elite”.
¿Esa base te ha hecho dedicar tu profesión a pequeños proyectos, pero con un fuerte componente social?
- Sí, llevo una buena cantidad de años trabajando en programas de habitabilidad, haciendo diagnósticos en terreno para intervenir en lo técnico y social. Hacer lugares dignos para vivir, aunque sea en espacios limitados. Siempre digo que en mi estudio nos acercamos a problemas que otros no quieren tomar. Es decir, hacemos lo que nadie quiere hacer y esa es nuestra impronta.
¿Un ejemplo de aquello fue el caso de Colina donde un modesto grupo familiar creció de tener cinco integrantes a tener 13, la mayoría niños, ¿no?
- Sí, ahí desde la arquitectura nuestra misión fue apoyar la función de la tutora; hacer una casa con espacios de juego; donde los niños sintieran la pertenencia a ese hogar. Allí toda la familia dormía en un par de piezas. Luego llegaron ocho personas más, donde siete de ellos eran niños, imagínate. Nuestra labor fue hacer arquitectura para pequeños espacios. Mejoramos su condición a través de ella. Antes tenían gastos desmedidos en electricidad, y bajamos la cuenta generando espacios de luz y aislación térmica, lo que conllevó un ahorro evidente de energía.
¿En pocas palabras y a propósito de esta capacidad de servicio público que advierto en tu actuar, qué es para ti la Universidad de Santiago de Chile?
- Yo resumiría todo en compromiso país, responsabilidad social… la Usach te entrega un espíritu social que otros Planteles no te dan. Yo no trabajo solo para la elite, busco solucionar los problemas del país y eso lo he mostrado en las diversas ponencias que he hecho en el extranjero donde causan repercusión. Siempre digo que en 15 metros cuadrados puedes hacer un gran proyecto.