Karina Cisterna, Ingeniera Civil Industrial: “la Usach aporta un pensamiento crítico sistémico distinto a otros planteles”
Situémonos en abril de 2020, pleno periodo de pandemia; una etapa en que muchos negocios se fueron literalmente a pique, salvo aquellos que se reinventaron. Karina Cisterna Muñoz había fundado cinco años antes un exitoso emprendimiento: AHA Inclusión, una consultora en la que asesoran a empresas para la Gestión Cultural de Inclusión de personas de distintos grupos de diversidad, tales como: discapacidad, generaciones, migración, diversidad sexual e identidad de género, entre otros.
Su sueño estaba a punto de perderse a causa de la crisis sanitaria. “Una mañana me di cuenta que todas las empresas nos informaban que los procesos se congelaban. Caminábamos en círculo. Fueron dos semanas durísimas” relata, pero la pandemia también llegó para rescatar los temas de corresponsabilidad y en dos meses, esta ingeniera civil industrial de la Universidad de Santiago revirtió el sombrío escenario y el negocio volvió a surgir, seguramente porque en cada usachino hay un temple y un espíritu tenaz que los impulsa a salir adelante como sea. Aunque suene dura la palabra “somos aperrados”, remarca.
Karina se interesó recién en la enseñanza media por su futura carrera. “Mis padres dieron un verdadero salto al vacío, optando por no llevarme a un colegio técnico y apostando por mi futura educación superior estatal”. Fue una profesora de matemáticas quien la orientó a postular a Ingeniería Civil Industrial y no se equivocó. Años más tarde se convertía en primera generación de su familia en egresar de la Universidad.
¿Por qué elegiste la Usach?
_No sabía mucho en que consistía la carrera, pero me encantó. Mi primera opción fue siempre la Usach, porque tenía buenas referencias cercanas de los profesionales que allí se formaban. Si bien me habían ofrecido una beca en la Universidad Católica considere que no era el Plantel que me representaba. Comencé a averiguar más y percibí en la Universidad de Santiago un tema valórico que estaba más de acuerdo con mis puntos de vista y planteamientos de vida. En el Plantel se formaban ambientes colaborativos con otras carreras. Eso influía en la forma de ir desarrollándote como profesional. Hay un componente técnico y social que va mucho más allá de la formación académica. Nosotras/os debemos pensar cual es nuestro rol en la sociedad, que no es solo ganar dinero, sino cómo impactar a las organizaciones.
Generalmente los años de estudios universitarios están matizados por un componente de reivindicaciones que impactan en los jóvenes. ¿Fue tu caso?
_ Yo venía de una familia muy estricta. Mi papá era militar, pero me gustó mucho el ambiente estudiantil que tenía algo que decir en las calles. Me di cuenta que tenía que ver con una legitimidad de voces, una perspectiva de incorporar demandas sociales que eran justas. Ahí desarrollé mi lado activista que lo mantengo hasta el día de hoy.
Karina terminó su carrera en cinco años. Su hermano seguía sus pasos y los recursos no eran suficientes para que los dos estuviesen estudiando al mismo tiempo en la Universidad. Fue ella, quien con su primer trabajo pudo apoyar las finanzas del hogar. Un profesor le ofreció hacer una pasantía en Codelco, mientras también elaboraba su tesis. Por su buen desempeño se quedó trabajando allí por cinco años, con proyectos mineros en Santiago, Colina y Calama.
¿Cuándo aparece AHA inclusión en tu horizonte?
_La minería era una gran oportunidad económica, me permitió ayudar a mi familia, que mi hermano viajara a Estados Unidos y comprar mi primera casa, como también entender que las regiones están muy abandonadas, pero no era lo mío. Postulé junto a mi esposo, que también es usachino, a una beca en la Universidad de Chile. La ganamos e hicimos un MBA, con mitad de tiempo en Chile y la otra parte en Hong Kong. Tengo doble titulación. Cuando volví al país y con el conocimiento cultural asiático, sentí que la diversidad de las personas me interesaba y ahí nace mi consultora actual. En un café con compañeras del MBA nos sentamos a conversar…yo tenía la posibilidad de volver a la minería, lo intenté de nuevo, pero no me gustó. En 2015 surge AHA Inclusión, la razón por la que he llorado y no he dormido, particularmente en el periodo más duro de la pandemia. Somos una consultora que se dedica a hacer que otras empresas se den cuenta que la diversidad y la inclusión son importantes. Entre capacitaciones, políticas, procedimientos, vamos cambiando la cultura organizacional. Estoy convencida que construimos así un Chile mejor, porque hemos visto los cambios.
AHA Inclusión con sus seis años de vida asesora a empresas de Chile y Latinoamérica, tales como Soprole, IBM, Accenture y Agrosuper. Su trabajo los ha llevado a recibir importantes distinciones, entre ellas el Premio Oro WEPs, iniciativa conjunta del Pacto Global de las Naciones Unidas y ONU Mujeres. Además, cuenta con el Sello Compromiso Migrante, que entrega el Estado de Chile, a quienes destaquen por la inclusión, el enfoque intercultural y la no discriminación en su composición interna, gestión, y relación con el entorno.
“El reconocimiento de la ONU es el que está más arraigado en mi corazón”, sostiene, “hay una deuda importante en temas de género en el mundo. Ese ha sido el trabajo más gratificante”.
Los temas de diversidad y género están muy arraigados en la Usach. ¿Hay algo de aquello en tu motivación por este emprendimiento?
_Estar en la Usach fue un cambio de vida para mí y mi entorno. Ser una mujer desarrollada, contenta con su carrera influye en otras personas, en lo que estamos haciendo en las empresas, en sus cambios. Mi visión es mucho más completa e inclusiva desde que me titulé. Eso ha hecho que pueda retratar de mucho mejor forma lo que significa la diversidad y la inclusión. Si bien el tema se gatilla en Hong Kong por el contraste cultural que viví, valoro los distintos puntos de vista que recibí en la Usach. En otros planteles eso no se ve. Es muy potente. El perfil de la Usach te permite un pensamiento crítico más sistémico, que es muy valorable afuera. El mundo real no es el de contar con todos los recursos posibles para hacer cosas; tienes que improvisar, gestionar y diseñar, arreglártela como puedas. Eso lo recibes en la Universidad de Santiago y es un sello de nuestra Casa de Estudios, de mi alma máter.