Jackson propuso que, aprovechando el buen precio que ha experimentado el cobre en estos días, se establezca un impuesto que traslade estas nuevas utilidades al Fisco para que financie las ingentes necesidades sociales que están demandando diversos sectores de la población. Por otro lado, alude al hecho que este incrementado precio está influenciado por la demanda externa y no obliga a las empresas mineras a incrementar su producción, manteniendo los mismos niveles de costos que el año pasado que redunda en una utilidad sin mayores esfuerzos.
En todo caso, esta nueva tributación no sería permanente, sino que solo se aplicaría cuando se presentaran estos ciclos auspiciosos en la industria minera.
Podríamos pensar que esta idea surge de un político joven que no tiene experiencia en el comportamiento de la economía, pues este boom en el precio ya lo experimentamos hace 10 años atrás y que fue mal aprovechado por algunas empresas que lo gastaron en inversiones a largo plazo y en deuda para poder aprovechar la mayor demanda del metal; pero vemos con mucha preocupación que políticos experimentados como el senador Carlos Montes hicieron eco de esta idea y manifestaron su apoyo.
Insisto que lo lamentable de esto, es que el público lego en la materia toma los dichos de estos líderes emergentes y los ocupan como fundamentos y solución de los problemas que legítimamente demandan, sin saber que la idea propuesta carece de todo sustento técnico.
Si bien es cierto que el precio experimentado por el cobre subió rápidamente desde el 17 de febrero recién pasado de US$ 3,82 a US$ 4,36 el jueves, el viernes bajó a US$ 4,16, caída leve, pero que demuestra la volatilidad del bien transado. Por otro lado, existe una indexación del precio del cobre con el tipo de cambio en el mercado nacional de la divisa norteamericana, experimentado una situación inversa, es decir, cuando el cobre sube, dólar baja; cuando el cobre baja, el dólar sube. Así ocurrió en el mismo periodo donde a partir del 17 de febrero, el dólar experimentó una fuerte caída hasta el jueves 25, pero el viernes 26 tuvo un incremento de $ 11,6.
Esto genera impactos que son difíciles de percibir a menos que se conozca la estructura de costos de la producción del metal rojo, pues existen costos que están valorizados en dólares y otros en pesos como son las remuneraciones que representan el 40% de los costos totales.
Esta composición genera efectos inversos. Si sube el precio que está en dólares, existe un efecto que neutraliza el incremento cuando las ventas en moneda extranjera se convierten a pesos: por un lado, sube el precio, pero por otro baja el factor que convierte en pesos las ventas.
El flujo valorizado en moneda nacional debe pagar las remuneraciones que está en pesos, fijados a un monto que debe ser incrementado para mantener su valor nominal, obligando a incrementarlos para no generar una merma en la liquidez de los trabajadores.
Si bien es cierto que el incremento de los precios del cobre puede ser mayor que el decremento en el tipo de cambio, el efecto neutro no puede ser estimado en forma lineal, como tampoco puede ser estimada de la misma forma la mayor rentabilidad que el alza del precio del cobre puede generar.
Independientemente del enredado análisis anterior, las empresas mineras han manifestado que están cautelosas ante este eventual súper ciclo en el precio del cobre. La experiencia y conocimiento del mercado las hace actuar con cautela y la perspectiva de una nueva tributación solo entorpece las proyecciones de futuras inversiones. Sin embargo, muchas de ellas han manifestado que el incremento en los flujos que el alcista precio pueda generar será destinado a pagar la deuda que han arrastrado por años y a potenciar o robustecer los proyectos que ya están realizando, no privilegiando nuevas inversiones
Sumado a todo lo anterior, la industria minera ha mostrado su simpatía hacia mercados más atractivos en África y Oriente Medio, lo que representa un nuevo elemento que puede hacer más dañina la idea de una nueva tributación particular a estas empresas.
Es por todo lo anterior que considero como una mala idea la propuesta del diputado, a quien llamo a calmar su entusiasmo e ímpetu juvenil, pues él es un diputado de la República y un referente para las jóvenes generaciones a quienes debe orientar y ofrecer ideas técnicas que realmente solucionen los problemas sociales de una forma efectiva y eficaz.
El diputado Giorgio Jackson nos ha sorprendido con una nueva iniciativa que tiene muy buenas intenciones, pero que adolece de sustento técnico y que resultan peligrosa en estos momentos, porque azuza la opinión pública con eslogan como “el sueldo de Chile” y que obligar al Gobierno a que se manifieste respecto a que “las rentas queden a favor de la población o si prefiere que queden en manos de las mineras”.
Si bien es cierto que el incremento de los precios del cobre puede ser mayor que el decremento en el tipo de cambio, el efecto neutro no puede ser estimado en forma lineal, como tampoco puede ser estimada de la misma forma la mayor rentabilidad que el alza del precio del cobre puede generar.