Como una forma de promover el acceso a la información sobre tratamientos alternativos en base a cannabis, el Centro de Estudiantes en Situación de Discapacidad Usach, en conjunto a la Fundación Daya, realizaron el Conversatorio “Prevalencia del uso de cannabis en situación de discapacidad”.
La secretaria general de la organización estudiantil de la Usach, Ninoska Reyes, indicó que esta actividad se efectuó con el propósito de “difundir entre nuestros compañeros y compañeras los beneficios de los tratamientos alternativos, que en este caso es a través del cannabis, para que puedan conocer otras formas de medicarse, tratarse y ver la discapacidad”.
En el conversatorio, el Dr. Lukas Ursic de la Fundación Daya, se refirió a las posibilidades terapéuticas que ofrece el cannabis medicinal y como podría ayudar a personas con diversidades funcionales desde intervenir controles de impulso, estados de ánimo y síntomas físicos que puedan tener los pacientes.
Explicó que el efecto terapéutico del cannabis se explica a través de las moléculas activas en donde las más destacadas son el THC y el CBD, pero “hay más de 200 cannabinoides en la planta que han estado menos estudiados, pero que con el tiempo se han ido encontrando diferentes propiedades en cada uno de ellos. También existen los terpenos que son las partículas que le dan los aromas a las plantas y cada uno de ellos tienen una propiedad terapéutica diferente que a través de los preparados artesanales se pueden conservar y aprovechar para potenciar el tratamiento”, indicó.
¿Cuál es el enfoque fundamental con el que se trabaja con los pacientes en Fundación Daya?
- Nosotros tenemos un staff de neurólogos infantiles y adultos, además de psiquiatras. Fomentamos el autocultivo y los preparados artesanales para desarrollar los tratamientos. Generalmente la vía de administración es sublingual, se administra en dosis pequeñas que no necesariamente vienen asociadas a psicoactividad, sino que solo con el alivio de los síntomas. Tenemos pacientes de todo tipo, neurológico, con patologías de salud mental, oncológicos y pacientes con dolor crónico; gran parte de ellos autocultivando y haciendo sus propios preparados.
¿Y cómo han sido los resultados?
- He atendido a alrededor de 2.000 pacientes en un año y medio, en general con muy buenas experiencias tanto en crisis epilépticas, que es el caso de Ninoska, como también en trastornos del espectro autista -niños y adultos-, entre otros. Todos los pacientes tienen su receta médica que los respalda en caso de estar autocultivando y siempre deben mantener controles rutinarios con su médico asignado.
Dr. Ursic, ¿Cuáles han sido las trabas con las que se han encontrado para desarrollar esta iniciativa?
- La falta de voluntad política. El proyecto Ley Cultivo Seguro, que protege a los pacientes que siembran para uso medicinal, fue aprobado ampliamente en la Cámara de Diputados, sin embargo hasta hoy duerme en el Senado. El tema valórico tiene estancado el proyecto, aunque en otras ocasiones responsabilizo a parte del gremio médico por su ignorancia al respecto. Probablemente también debe haber un tema con la industria farmacéutica, ya que esto es una realidad que se está expandiendo alrededor del mundo, incluyendo Chile, en donde existen medicamentos que están aprobados por el ISP, previamente por la FDA, en el caso de Estados Unidos, y que están en el mercado chileno, pero a precios inalcanzables, por ejemplo, el Sativex tiene un costo mensual de 550 mil pesos”, culminó el médico.
Ursic agradeció a la Universidad de Santiago por ofrecer este espacio que ayuda a difundir y discutir esta realidad que viven miles de personas en nuestro país, no estando exenta nuestra comunidad estudiantil.
El testimonio de Ninoska
Ninoska Reyes, estudiante de Ingeniería Civil en Obras Civiles de nuestra Universidad y Secretaria General de CEDISC-Usach, comenzó su tratamiento a base de cannabis luego que se le diagnosticó Esclerosis Tuberosa, enfermedad genética que afecta al sistema nervioso y a la piel, y que se manifiesta con crisis de epilepsia y alteraciones químicas, entre otras. “Sufría tres crisis semanales. Cuando comencé a ver la posibilidad de usar cannabis la gente me decía que eso era para drogadictos o que iba estar a un paso de las drogas duras”.
Producto de la desesperación su familia decidió investigar sobre el tema y llegaron a la Fundación Daya, institución que la recibió y asesoró. “El cannabis logró disminuir mis crisis convulsivas, tanto que en tres años solo tuve una anual, eso significó que pudiera salir sola, tomar el metro, pude venir a la Usach, realizar una vida normal. Actualmente sigo dos tipos de tratamiento el convencional y el alternativo”, precisó.