- La iniciativa ganó el Concurso Proyectos de Innovación Docente 2010, convocado por la Vicerrectoría Académica, cuya versión 2012 ya abrió sus postulaciones (vea nota relacionada).
- El terremoto del 27 F se transformó en una gran oportunidad para poner en obra la iniciativa, en todo el proceso de reconstrucción de Peralillo y capillas del borde costero de la Región del Libertador Bernardo O’Higgins. El impacto de esta nueva metodología en la calidad del proceso enseñanza-aprendizaje es evidente, asegura uno de sus gestores, Carlos Muñoz.
A mediados del año 2009 los académicos de la Escuela de Arquitectura, Carlos Muñoz y Rodolfo Jiménez, postularon al Concurso de Innovación Docente 2010, organizado por la Vicerrectoría Académica, con un proyecto que planteaba un giro a la forma en que se estaba enseñando a los futuros arquitectos del plantel, respecto a cómo generar alternativas habitacionales y espacio público adyacente a personas y familias de escasos recursos.
Ambos docentes habían participado paralelamente en un trabajo del programa de Responsabilidad Social Universitaria (RSU) sobre Aprendizaje y Servicio, metodología educativa que combina el currículo académico con el servicio a la comunidad. En ese contexto, decidieron que su proyecto debía apuntar a alcanzar una integración del Aprendizaje y Servicio, con la metodología Aprendizaje basado en Problemas, eje fundamental de la carrera de Arquitectura. “De esta forma buscábamos vincular al estudiante con un actor real, que requiere de un servicio que resuelva su problema”, precisa el Dr. Carlos Muñoz.
Su iniciativa fue una de los ganadoras en el Concurso de Innovación Docente 2010, sin saber que unos meses más tarde, el terremoto del 27 de febrero, se transformaría en una gran oportunidad para la iniciativa. A partir de esa fecha, su proyecto de innovación docente cobró vida por sí solo. Con una Universidad volcada de lleno a la ayuda de la comuna de Peralillo, una de las comunas de la Región del Libertador Bernardo O’Higgins más devastadas por el gran sismo, la Escuela de Arquitectura concentró una gran parte de sus esfuerzos en catastrar los daños y planificar la reconstrucción de esa localidad.
Desde ese momento se dio la integración de las metodologías. “El curso Taller de Arquitectura, con 64 estudiantes de cuarto año, generó una cartera de proyectos de reconstrucción para postularlos a financiamiento. Fuimos a terreno, conversamos con la gente, con las autoridades locales, se firmaron los convenios y protocolos de cooperación respectivos”, recuerda el Dr. Muñoz.
La metodología también tuvo su relato en el proyecto de reconstrucción de las capillas del borde costero de la Región de O’Higgins, mediante una alianza con el Obispado de Rancagua, y actualmente en el desarrollo de una infraestructura para el Centro de Atención del Adolescente “Rucahueche”, en el que la Facultad de Ciencias Médicas atiende a jóvenes socialmente vulnerables de San Bernardo.
El impacto de esta nueva metodología en la calidad del proceso enseñanza-aprendizaje es evidente, asegura el Dr. Muñoz: “Hay mayor involucramiento y motivación de los estudiantes. Son conscientes que su trabajo no será sólo objeto de una calificación, sino que será un producto que le servirá a alguien que lo requiere, para mejorar sus condiciones y calidad de vida”.
Pese a no estar todavía incorporada oficialmente en el plan de estudios de la carrera de Arquitectura, hoy los estudiantes de cuarto año pueden optar al Taller que les permitirá formarse bajo la modalidad de Aprendizaje y Servicio. “También se ha diseñado un curso electivo, para capacitar a los estudiantes sobre cómo incorporarse a proyectos de Aprendizaje y Servicio”, concluye el arquitecto Muñoz.