El mapa nutricional 2016 de la Junta Nacional de Auxilio Escolar y Becas (Junaeb) dio a conocer cifras que fueron consideradas como “alarmantes”: más de la mitad de los escolares de entre cinco y siete años tiene obesidad o sobrepeso, lo que revela que la tasa se duplicó en comparación a la que existía hace veinte años atrás. La autoridad calificó esta situación como “muy grave”, ya que ello daría cuenta de un “cambio cultural”.
Para el académico de la Escuela de Ciencias de la Actividad Física, el Deporte y la Salud (ECIADES) de la Universidad de Santiago, Omar Fernández, la medida más urgente para enfrentar esta situación es modificar los énfasis de la educación de párvulos en el país. “Que puedan tener una formación en el ámbito de la motricidad infantil y de importancia al desarrollo temprano, asociado a la actividad física y la motricidad”, sostiene.
De acuerdo al especialista en sociología de la actividad física, esto se explica porque “el líder en formación de saberes y conductas desde los seis meses hasta los seis años, según lo establecido en las bases curriculares, es el educador de párvulos” ya que, desde su posición, puede promover “orientaciones y una visión crítica respecto del consumo de algunos productos, además de la inactividad”.
El jefe de la carrera de Terapia en Actividad Física y Salud del plantel estatal señala que el énfasis de esto en las mallas para la educación de párvulos es “absolutamente insuficiente”. “Los educadores en Chile tienen, en promedio, un solo semestre ligado al tema de la motricidad infantil”, critica. “No hay en la formación inicial de estos educadores una formación rigurosa sobre este tema”, insiste.
“Muchas iniciativas de la política pública son distorsionadas en los jardines infantiles y el deporte se les enseña a los niños disfrazándolos para bailar en el 18 de septiembre. Así, no se enfrenta el problema, que es generar hábitos de la vida activa y en la orientación del juego”, critica.
A juicio del experto, “nos apuramos por enseñarles a los niños a leer y sumar, en desmedro de lo que les es natural, que es jugar”. “La evidencia científica muestra que los niños son concretos, tangibles, y todo lo que sirve para alcanzar niveles de abstracción y transferencia se concibe a través de experiencias concretas durante su fase inicial, los primeros ocho años”, indica.
Por eso, para el académico existe “una suerte de complicidad con estos resultados” de parte del Ministerio de Educación.
Por otra parte, sostiene que el plan Contrapeso del organismo, que agrupa medidas para atacar a la obesidad infantil, no es suficiente para enfrentar el problema y que debe ser complementada con otras iniciativas que consideren “la diversidad geográfica, demográfica, gastronómica y cultural de nuestro país, para llegar a una política más pertinente, que distinga lo que anda bien de aquellas zonas donde esto es crónico”, puntualiza, en alusión a la zona sur donde estos índices serían más altos.
Finalmente, advierte que la situación puede traer altos costos para la salud pública. “Si hoy los niños menores de siete años tienen obesidad o sobrepeso, tenemos una gran población candidata a trastornos metabólicos más temprano”, concluye.