Un primer factor común a todas las proyecciones es que, para Chile se esperan menores crecimientos del PIB. Sin querer aburrir, debo repasar las estimaciones recientes: el Banco Central en su informe de política monetaria, IPoM, de junio, (entregado a principios de julio) ajustó su estimación para el PIB de 2019 a un rango de 2,75% a 3,5%, haciendo caer el piso desde 3%, según su estimación anterior (marzo 2019). Los expertos consultados por el mismo Banco Central, en la Encuesta de Expectativas ajustan a la baja su proyección desde 3% a 2,8% (julio 2019). Concensus Forecast estima, en julio, una tasa de 2,8% para el PIB de 2019 y el FMI proyecta, 24 julio 2019, un ajuste desde 3,4% a 3,2% cifra coincidente con las últimas estimaciones de Hacienda que también ajusta su estimación a la baja, desde 3,5%; la CEPAL (31 julio) también reduce su estimación de 3,3% a 2,8%.
No todas las proyecciones son consistentes y es probable que tengan sesgos, sin embargo, todas ellas están indicando que la economía chilena tiene perspectivas de un bajo crecimiento para este año y el próximo.
En qué poner la atención en esta materia. Es sabido, que los resultados de la economía están determinados por la evolución de la Demanda Agregada, al menos en el corto plazo y, desde luego, de los factores que la determinan tanto al interior del país como a nivel internacional.
La economía mundial según las proyecciones está en declinación este año y, probablemente, también el próximo. Las economías que determinan principalmente si aumenta o no nuestra demanda externa son Estados Unidos y China. Se estima que el PIB de estos países se ajustará a la baja en 2019 (de 2,9% a 2,6% el primero y de 6,2% a 6,0% el segundo). Luego, es claro que tendremos una reducción de la demanda desde el exterior, lo que afectará nuestro crecimiento este año.
En el orden interno, las tendencias del consumo privado tienden a mantenerse con un lento ajuste a la baja por las expectativas. Lo mismo ocurre con la inversión privada, mientras que el gasto del gobierno no crecerá en términos efectivos, pese a los anuncios de un plan de inversión en infraestructura, que no se concretará en este año, sino a fines del próximo en el mejor de los casos. Todo hace prever un lento crecimiento en 2019. El índice de producción industrial cae en junio pasado en 2,9% porque la Industria Manufacturera disminuyó 5,4% en términos interanuales (son las industrias que están cerrando o produciendo lentamente), mientras que el sector minero no muestra crecimiento y tiene una tendencia a permanecer en ese nivel. A esta situación estática o negativa se agrega el sector de Electricidad, Gas y Agua que en junio cae 4,2% respecto del año anterior.
Es posible asumir que los descensos esperados en las tasas de crecimiento de Estados Unidos y China tendrán mayor impacto negativo que los efectos positivos que puedan lograr las medidas de expansión de la demanda interna que está adoptando el Gobierno. No compensan, luego lo más probable es que el PIB este año esté por debajo de 3%, más bien, cerca del 2,5%.
Si agregamos al análisis el impacto que puedan tener los aumentos recientes de aranceles de Estados Unidos a los productos que importa desde China, debemos reconocer primero que esa decisión afectará sus propias economías y también a la nuestra. En estudio reciente ese impacto se estimó en alrededor de un punto porcentual del PIB chileno. En este caso, los efectos serán más catastróficos para la economía nacional.