En el último tiempo, la sociedad chilena y la comunidad universitaria hemos vivido procesos de participación activa y democrática. A nivel nacional, fue la elección de los 155 representantes que integrarán la Convención Constituyente, quienes serán los responsables de escribir la nueva Constitución de Chile y, a nivel local, lo relativo a la modificación del Estatuto Orgánico de la Universidad de Santiago de Chile que, a partir de un proceso participativo iniciado en 2018, convocó las diversas miradas y opiniones de las y los integrantes de la comunidad universitaria.
Fue mediante un plebiscito que se definió un nuevo marco de convivencia, sustentado en las propuestas emanadas de la propia comunidad para guiarnos en los años venideros. De esta forma, la Universidad de Santiago de Chile es la primera universidad estatal en entregar la propuesta de modificación de Estatuto Orgánico al Presidente de la República por intermedio del Ministerio de Educación, a la espera del total cumplimiento de su trámite legislativo.
Los Estatutos Orgánicos para una universidad estatal son un símil de la Constitución de un país; otorgan un marco de convivencia para su comunidad. La Universidad de Santiago de Chile ha intentado modificar en reiteradas oportunidades el Estatuto Orgánico que la rige actualmente y que data de 1981. Sin embargo, diversos factores imposibilitaron concretar la intención de cambio. La promulgación de la Ley N° 21.094 sobre Universidades Estatales, en 2018, otorgó un plazo de tres años a los planteles para proponer los cambios estatutarios. Fue así que, proactivamente, la comunidad universitaria inició un proceso público, participativo y transparente, que culminó con el plebiscito de enero y marzo (en su segunda vuelta) de 2021, cuyo resultado representa los anhelos de la comunidad condensados en un documento final que contiene cambios sustanciales que nos permitirán, como institución, enfrentar los desafíos futuros con la excelencia y pertinencia que nos caracteriza.
Este nuevo Estatuto Orgánico recoge el profundo sentir e identidad de nuestra comunidad universitaria e incorpora avances concretos respecto a la participación de los estamentos académico, funcionario y estudiantil (triestamentalidad) en la composición de los cuerpos colegiados, así como en las elecciones de las autoridades unipersonales como decanos, decanas, directoras y directores de Escuela. Junto con lo anterior, el Estatuto propende a la paridad de género de los cuerpos colegiados; crea la figura del “Defensor universitario”; reconoce e integra a las y los académicas/os por hora de clase; fortalece la administración universitaria; institucionaliza los organismos encargados de los procesos de calidad y acreditación; y se compromete a la aplicación y uso de un lenguaje inclusivo y no sexista, además de otros importantes progresos.
Lo anterior no hubiese sido posible sin el compromiso y entrega de todas y todos los integrantes de nuestra comunidad universitaria que fueron parte de este proceso que se vio coronado por la realización del plebiscito como máxima instancia de participación democrática. Ese esfuerzo conjunto también se vio plasmado en el logro de acreditar institucionalmente con excelencia por 7 años a nuestra universidad. Ciertamente, estos logros reflejan la convicción de nuestra comunidad en sus capacidades y su responsabilidad en la formación de jóvenes profesionales, así como en las áreas de investigación, desarrollo institucional y vinculación con el medio.
Somos una universidad estatal y pública, esperanzada en la gestión de esta última etapa de trámite legislativo, para que prontamente podamos contar con un nuevo Estatuto Orgánico representativo de lo que somos como comunidad y que nos permita continuar por la senda de la excelencia, preparados para asumir los desafíos de las próximas décadas, aportando al desarrollo de Chile.